Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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jueves, 29 de diciembre de 2016

Cuento:"Luz"

A pesar del título Luz no es un relato especialmente luminoso, más bien todo lo contrario. Sin embargo, me ha parecido la mejor manera de acabar un año que para mí ha sido francamente sombrío. Espero que este año que viene sea mucho mejor para todos.

     

LUZ
por Carlos Morgenroth
  
Esperamos nuestro turno para entrar en el cuarto de luz. Rodeados por la oscuridad sólo nos oímos y tocamos. Nos vestimos de tinieblas. Nos alimentamos de negrura. Respiramos la noche. Podemos tocarla y tenemos que esforzarnos para movernos por ella. A veces parece resistirse y nos cuesta atravesar la sustancia de la que está hecha.
Y esperamos nuestro turno en la cola interminable. La espera es larga. Todo para un breve instante de luz. Será sólo un momento, un fugaz destello en toda nuestra vida. Luego volveremos a nuestra oscuridad perpetua. Respiraremos de nuevo las sombras, beberemos la misma helada tinta y cubriremos nuestros cuerpos ateridos de un manto de negritud. Volveremos a amarnos a ciegas. Moriremos.

domingo, 18 de diciembre de 2016

"El gigante enterrado" de Kazuo Ishiguro

El gigante enterrado de Kazuo Ishiguro            Cada novela de Ishiguro es un acontecimiento, por el tiempo que transcurre entre cada una de sus obras (han pasado diez años desde que publicara Nunca me abandones) y por tratarse de uno de los escritores británicos actuales más importantes. Ishiguro construye sus obras con la minuciosidad y delicadeza de un orfebre, cada adjetivo, cada palabra parecen escogidos cuidadosamente para crear en el lector el efecto o la emoción que el autor pretende. Cuando leo sus novelas muchas veces tengo la sensación de que algo importante se me escapa, de que entre sus palabras siempre queda una brizna inalcanzable, quizás en esa ambigüedad radique el secreto  de sus historias para calar hasta lo más hondo en el alma de sus lectores. Así me ha ocurrido desde que leí su primera novela Pálida luz en las colinas hasta Nunca me abandones, que era hasta hoy su última novela. Ambas son obras de temática muy diferente, la primera con una protagonista marcada por la tradición del Japón de los años cincuenta, un país que vive aún traumatizado por la reciente guerra mundial, y la segunda protagonizada por unos adolescentes que no se resignan a su sombrío final en un futuro cercano. Nunca me abandones fue la brillante incursión del autor en la ciencia-ficción, una obra magnífica que no me canso nunca de recomendar. Sin embargo, Ishiguro al igual que hacen otros autores reconocidos (como por ejemplo Margaret Atwood), se resiste a considerarla ciencia-ficción. Y eso que cada vez más escritores que no pertenecen al ámbito del género, entre ellos Philip Roth, Cormack McCarthy o Michael Chabbon, se han valido alguna vez de temáticas clásicas de la ciencia-ficción para narrar sus historias. ¡Qué le vamos a hacer! Se ve que dentro de la “gran literatura” aún no está bien visto etiquetar una novela como ciencia-ficción, aunque no haya lugar a dudas de que lo es. Si Flores para Algernon es ciencia-Ficción, ¿cómo no va a serlo Nunca me abandones? Asimismo, aunque su autor se resista a admitirlo, El gigante enterrado es una novela de fantasía.

            Lo primero que me llamó la atención de esta novela cuando comencé su lectura es la manera en que está narrada. En un primer momento me chocó por su ingenuidad y por su falta de modernidad, sobre todo al estar escrita por un autor que no se caracteriza precisamente por ser convencional. Como muestra, unas frases:
            “Pero regresemos a Axl y Beatrice. Como decía esta pareja de ancianos vivía en la zona más alejada de la red de madrigueras,...”
            “Acaso os resulte sorprendente lo poco que esa pareja conversaba mientras caminaba, ellos que tantas cosas tenían que decirse”
            En una entrevista Ishiguro declaró haber reescrito la novela por completo debido a que a su mujer no le había convencido el tono en que estaba relatada. Por lo tanto cabe suponer que la voz elegida para el narrador en su versión definitiva ha tenido que ser muy meditada por el autor.  Se trata de una voz de otro tiempo que me traslada a un remoto lugar de Inglaterra donde me imagino sentado al amor de la lumbre escuchando absorto a un anciano lugareño contarme este cuento. Porque al final El gigante enterrado no deja de ser un cuento tradicional, con caballeros, hechizos, ogros y dragones al que Ishiguro dota, eso sí, de su particular personalidad. Los protagonistas de esta aventura, en lugar de ser la habitual pareja de jóvenes enamorados con un esperanzador futuro por delante, son una pareja de ancianos que apenas recuerdan su pasado, un ayer en común que por alguna razón temen desvelar. En la novela de Ishiguro el mítico caballero de la tabla redonda Sir Gaiwan es un viejo algo desquiciado y quijotesco que apenas puede con su armadura. Y el dragón es un dragón que no da ningún miedo. Los personajes de El gigante enterrado no son desde luego como uno esperaría que fueran en una novela de caballería.

            Según mi parecer estamos ante una sorprendente y hermosa novela de fantasía muy recomendable con la que sin embargo Ishiguro no alcanza la perfección de su anterior novela. Esa acertada metáfora de lo que implica la vida, Nunca me abandones cala mucho más hondo que esta reflexión pesimista sobre la imposibilidad de perdonar. Según mi humilde opinión el mensaje que transmite El gigante enterrado queda demasiado manifiesto y a pesar del bello y ambiguo final, marca de la casa, desluce en parte su acabado. Aún así temo que Ishiguro tenga razón y que sólo un olvido generalizado de los horrores permitirá que alguna vez vivamos en paz. Así que busquemos un dragón cuanto antes.

domingo, 27 de noviembre de 2016

"Apocalipsis suave" de Will McIntosh

Apocalipsis suave de Will McIntosh            Conocía a Will McIntosh por su relato Frigonovia publicado en España en la antología editada por Mariano Villarreal A la deriva en el mar de las lluvias y otros relatos, ya reseñada en este blog. Un relato con una idea muy original a la que el autor no logra sacar todo el partido,  aún así con el suficiente interés como para querer leer algo más de este autor neoyorquino. La oportunidad ha llegado con esta obra publicada por Gigamesh, una editorial que con el derrumbe de la Factoría de Ideas parece haber salido de su estado de semi letargo lanzando en unos pocos meses más libros que en el último lustro. El título Apocalipsis suave no deja lugar a dudas de que se trata de una novela apocalíptica, la única diferencia con respecto a otras obras, y que llamó mi atención, es que en este caso la causa no se debe a un cataclismo, la Tierra no colisiona contra un asteroide, ni se desata una guerra atómica, ni tampoco se propaga un virus mortal, la causa es más compleja y actúa mucho más lentamente, aunque con la misma crueldad. La originalidad de McIntosh consiste en imaginar un futuro en el que la crisis económica mundial  ha terminado por enquistarse sin que los diferentes gobiernos puedan ponerle remedio. Las consecuencias sobre la población con menos recursos se van agravando paulatinamente y con los años terminan por afectar a todos, de ahí el título: Apocalipsis Suave. Una idea que a priori parece interesante.
 
            La novela me ha gustado y no me ha gustado. Esta contradicción totalmente incomprensible ha confirmado algo que me venía inquietando desde hace algún tiempo, que no soy una persona única y monolítica, que al igual que España es una nación de naciones, yo soy una persona de personas.
 
            La parte de mí, digamos que la más emocional y menos reflexiva, ha disfrutado sin ningún pudor con esta breve novela situada en un desolador futuro próximo. Y es que a mi yo de corazón impresionable le resulta muy fácil dejarse llevar por la prosa diáfana de McIntosh y sumergirse en las peripecias de su protagonista, Jasper, sufriendo cada desengaño, cada padecimiento y cada pérdida con la misma intensidad que el propio protagonista. Sin embargo, a este yo sensiblero y blandengue aún le queda la suficiente capacidad de raciocinio como para reconocer que Jasper es inmaduro y pueril. Aún y todo, se hace querer y está lleno de buenos sentimientos. Además, según la opinión de este yo, la novela está llena de acción y no aburre en ningún momento, con un final que, aunque esperado en este tipo de novelas, le resulta sobrecogedor y le arranca más de un lágrima.
 
            Mi lado más racional está en completo desacuerdo.  A éste la premisa inicial del relato de contar lo que podría suceder en el mundo en caso de continuar la crisis le parece interesante, pero cree que el autor termina por traicionarla. De esta manera la historia acaba convirtiéndose en una novela apocalíptica más, con las habituales bandas de asaltantes, robos en supermercados, virus letales y gente capaz de hacer lo que sea, por terrible que pueda parecer, con tal de sobrevivir. Mi lado más cerebral, y por lo tanto más cenizo, es incapaz de disculpar el cúmulo de casualidades en las que se apoya la trama. Jasper parece tener el don, no sé si afortunado, de congregar a todas sus ex, y es que llegando al final de la novela, en uno de los momentos de mayor tensión, todas terminan a su lado. Sin embargo, este otro y frío yo no es del todo inmune a las emociones y reconoce que el autor, a pesar de la poca verosimilitud de la situación, sabe manejarla con solvencia y logra momentos de intenso dramatismo.
 
            Dentro de mí surgen más voces que no quieren ser menos y que también desean ser escuchadas en este blog. Voces a favor y en contra. Una, de sesgo ecologista, apoya las advertencias contra los desastres ambientales, por el contrario a otra voz le parece inverosímil y simplista todo lo que tiene que ver con el bambú modificado. Otro yo con aspiraciones literarias se burla del estilo ingenuo con el que la obra está escrita. Son muchas voces... No puedo seguir, antes he de poner orden a este lío y detener tanto afán de protagonismo. Tal vez un virus como los que proliferan en esta novela acabe con esta esquizofrenia y logre un reseñador más ecuánime. Tendréis que esperar a la próxima reseña para averiguarlo.

martes, 15 de noviembre de 2016

"El problema de los tres cuerpos" de Cixin Liu

El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu
            Por varios motivos El problema de los tres cuerpos era una de las novelas más esperadas del 2016. Había sido muy elogiada el año pasado en muchos blogs tras ser traducida al inglés. No es frecuente encontrar literatura china en las librerías y menos aún novelas de ciencia-ficción, supongo que esta peculiaridad o rareza ha acrecentado la curiosidad de muchos aficionados que como yo estamos siempre a la caza de algo distinto. Además el año pasado ganó el premio Hugo a la mejor novela, siendo la primera vez que una obra escrita en un idioma diferente al inglés lo obtiene. Antes de seguir comentando la novela de Cixin Liu no puedo resistirme a hablar de los premios Hugo.

            En los últimos años se han producido muchas polémicas en su concesión, pero desde que comenzaron a otorgárselos a Lois McMaster Bujold por cualquier novela de la serie de Miles Vorkosigan que publicara o ya cuando en el 2001 consideraron que una novela de Harry Potter  merecía el premio le perdí por completo el respeto. Después del enorme esfuerzo de muchos autores para que la ciencia ficción dejara de considerarse un género infantil y fuera tratada con respeto resulta que le conceden el premio más importante del gremio a una obra escrita para niños. No tengo nada en contra de las novelas de Harry Potter, y seguro que se merecen muchos premios (Rowling ha ganado incluso el Príncipe de Asturias), pero premios para novelas infantiles o juveniles.

            Lo siento, sé que no viene a cuento y que Cixin Liu no tiene la culpa pero necesitaba desahogarme. El problema de los tres cuerpos es una novela bastante curiosa. La historia se inicia durante la revolución cultural China con el juicio a un profesor de física de la universidad de Tsinghua en Pekín por unos fanáticos alumnos suyos que le acusan de enseñar teorías reaccionarias como el Bing Bang o la relatividad de Einstein. Más adelante Liu nos traslada al presente en el que científicos de diferentes nacionalidades, miembros de la organización Fronteras de la ciencia, han ido suicidándose en muy poco tiempo sin que se conozca la razón. A parte de esto, unos extraños fenómenos ópticos parecen afectar a un investigador de nanomateriales llamado Wang Miao al que el ejército quiere captar para que le ayude a desentrañar el misterio de los suicidios. Wang Miao es precisamente el protagonista de la novela,  un joven curioso al que, a pesar de todos estos inconvenientes, aún le quedan ganas de sumergirse en un juego de realidad virtual llamado “Tres cuerpos”, que se desarrolla en un mundo con tres soles y cuya trayectoria parece imposible predecir. Liu se las arregla para darle a todo este embrollo sentido y de paso entretenernos. Uno nunca sabe con qué va a sorprendernos el bueno de Liu y esto hace que el libro se lea en un santiamén. La escritura de Liu es clara y sencilla y no se demora en lo superfluo aunque de vez en cuando nos asombra con unos arranques líricos que pueden chocar a un occidental:
            ”La joven guardia y su bandera se precipitaron al vacío, la primera casi más despacio que aquel paño rojo, como si se tratara de un pájaro enamorado del cielo que se niega a abandonarlo”

            Cixin Liu no se molesta en describirnos con excesivo detalle los personajes ni los escenarios, pero gracias a su imaginación logra que esto carezca de importancia como sucedía en muchas de las novelas de la ciencia-ficción más clásica. No se trata de una novela de personajes ni pretende serlo como tampoco quiere deslumbrarnos con su estilo literario. El problema de los tres cuerpos es una obra de entretenimiento sin más pretensiones. Por desgracia no logra mantener el mismo interés durante toda la historia y en su última parte decae ligeramente.

            Liu no carece de humor y hay varios momentos muy divertidos. En particular los capítulos que se suceden en el mundo del juego “Tres cuerpos”, contados a la manera de una fábula en la que hubiera que resolver un problema de lógica, me han hecho pasar muy buenos momentos. Es un libro en el que se habla sobre todo de física y que gustará a los que se interesen por la ciencia aunque creo que no hacen falta grandes conocimientos para poder disfrutarlo. Un libro muy ameno con la pega de que se trata del primero de una trilogía y de que termina de manera abrupta dejándonos con la incógnita de qué pasará.

            En otro orden de cosas me llama la atención que en la portada del libro no se destaque que haya ganado el premio Hugo. ¿Y qué ha ocurrido con los controvertidos prólogos de Miguel Barceló? Ya en Luna de Ian McDonald se prescindió de su habitual presentación.

jueves, 27 de octubre de 2016

"Los muertos" de Jorge Carrión

Los muertos de Jorge Carrión            Cualquier experimento ya sea literario, meta-literario, meta-televisivo o de química inorgánica entraña un riesgo. Recuerdo mis primeras mezcolanzas realizadas con los compuestos del quimicefa que me regalaron unas navidades. A mis doce años lo que perseguía con insensata pasión eran violentas explosiones o espectaculares llamaradas. Antes de abrir el cuaderno de  prácticas que incluía la caja ya me había puesto manos a la obra y vertido en un tubo de ensayo varias sustancias que me habían llamado la atención: unos cristales de sulfato de cobre, de un azul intenso que desde el principio me habían fascinado, y azufre de un amarillo tóxico que prometía grandes peligros. Algo similar ha querido hacer Jorge Carrión con su novela Los muertos. Los reactivos en este caso son los personajes, extraídos tanto de sus series de televisión favoritas como de algunas películas que le han complacido especialmente. El autor se ha dado el gustazo enorme de reunirlos a todos en esta novela. Sin embargo, ni Tony Soprano, ni los personajes de Perdidos ni los de Blade Runner han logrado que al final del experimento mis pupilas se iluminen gracias a llamaradas espectaculares ni que tenga que temer por mis oídos debido a explosiones atronadoras. Si a los doce años yo hubiera dominado mi impaciencia y me hubiera leído el cuaderno de prácticas de quimicefa seguramente tampoco habría visto esas maravillas, pero al menos habría aprendido alguna lección de química. Tras la lectura de Los muertos no me queda ni ese consuelo. La realidad es que no he logrado sacar nada en claro.
 
            He de reconocer que el experimento, novela, teleserie, o lo que sea esto tiene un comienzo fulgurante e irresistible que engancha. Alguien de repente se materializa en medio de la calle, desnudo, sin memoria, sin saber quién es, luego lo golpean violentamente hasta que es rescatado por otro desconocido. Más adelante descubrimos que estas apariciones espontaneas de personas se repiten en diferentes lugares de la ciudad. La trama se va complicando y poco a poco relacionamos a estos aparecidos con personajes de series de tv fallecidos. Sólo unos individuos a los que se llama adivinos son capaces de identificar a estos aparecidos a cambio de dinero.  Todo esto se narra con frases muy cortas en las que predomina la acción. Carrión además juega al desconcierto dejando que muchas escenas queden indefinidas. Tanto es así, que a veces tengo la impresión de estar leyendo un borrador, o un esbozo en lugar de una obra acabada. Para crear aún más confusión el autor nos traslada de una acción a otra sin apenas transición, con un simple punto y aparte. No debemos olvidarnos que estamos ante un experimento literario, así que no hay motivo para sorprenderse, lo extraño sería que estuviera narrado de una manera convencional. No obstante, la primera parte del libro se lee con cierto interés. Eso sí, según avanzamos en el libro la sospecha de que no va a haber nada más, de que todo va a ser un “bluff” va creciendo al mismo ritmo que nuestro desinterés.
 
            El mismo Carrión parece darse cuenta de que el relato es poca cosa, de que necesita añadir algo más para que no sea un simple divertimiento con sus personajes favoritos y decide incluir un ensayo ficticio al término de la primera parte. El problema es que el auto-estudio sobre los personajes de ficción me resulta tan interesante como las disquisiciones sobre el sexo de los ángeles. A continuación ocho episodios más en ese mundo de personajes ficticios resucitados. La confusión aumenta todavía más en esta segunda parte, porque descubrimos que existe más de una versión de cada personaje. Finalmente el libro termina con un nuevo ensayo que le permite al autor explayarse una vez más sobre las series de tv (Carrión es una eminencia en el tema).
 
            En cualquier caso, si eres una de esas personas a las que por encima de todo les gusta experimentar y descubrir cosas nuevas, mi consejo es que en lugar de devanarte los sesos con Los muertos desempolves tu vieja caja de quimicefa y te arriesgues a atufar toda la casa con horrendos efluvios. ¿Que nunca has tenido una quimicefa? Pues entonces, puestos a experimentar, hazte con un ejemplar de Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino y disfruta.

domingo, 16 de octubre de 2016

"Luna. Luna nueva" de Ian McDonald

Luna nueva de Ian McDonald            Resulta que me compré este libro cuando tenía todas las papeletas para tirarlo por la ventana. Es el primero de una trilogía, serie o lo que vaya a convertirse, porque estas cosas nunca se sabe en qué derivan. Las primeras páginas consisten en un mapa de la cara visible de la luna y en el dramatis personae, una clara advertencia de la ardua tarea que nos espera. Como remate final, y como no podía ser de otra manera, nos obsequian con un glosario. No hay mayor placer que saltar página atrás y página adelante para buscar palabras desconocidas. Se trata de un glosario como en las novelas tipo Dune, o cualquier serie de fantasía de esas que llenan las librerías. Por si esto no fuera suficiente para defenestrar el libro, en muchas reseñas lo comparan (juro que lo indican como algo positivo) con viejas series de tv tipo Dallas o Falcon Crest.
 
            Buena manera de comenzar una novela con todos estos prejuicios. Y con razón me diréis, ¿por qué narices lo compraste entonces? Buena pregunta. A la que intentaré responder sin enrollarme demasiado. Desde hace algún tiempo tenía interés por leer algo del autor de El río de dioses (libro descatalogado desde hace tiempo), además Luna nueva se ha convertido en uno de los libros más importantes del año: ha optado al British Science Fiction Awards y al John W. Campbell Memorial Award (aunque finalmente no ha ganado ninguno), y yo me debo a mi blog por reducido que sea. Así que, básicamente lo he hecho por vosotros, mis queridos lectores.
 
            Dicho esto he de admitir que me lo he pasado moderadamente bien leyendo esta historia, que me ha recordado a algunas viejas películas del oeste; esas con rancias familias muy numerosas enfrentadas entre sí, encabezadas por tercos patriarcas o tenaces matriarcas rivales que se odian a muerte. Líderes que en el ocaso de sus vidas quieren legar toda su fortuna y su poder a sus hijos de la manera más justa, pero sin que su emporio se resienta. Supongo que de ahí vienen las comparaciones con series como Dinastía. Luna nueva lo tiene todo. Sospecho que McDonald lo ha hecho con toda intención escogiendo los ingredientes más efectistas para crear un Best-Seller: hermanos enfrentados por el poder, hijos malcriados, personajes heroicos, juicios por combates, matrimonios fracasados, malos malísimos, traiciones, bodas concertadas, un entorno inhóspito y mucho sexo además de variado. Y le ha salido bien (tan bien que lo van a convertir en serie de tv).  Contada con muy buen ritmo sobre todo en su último tercio, cuando los personajes resultan reconocibles y cercanos y ya no es necesario consultar el listado del principio, McDonald nos empuja hacía un vibrante final lleno de tensión que nos deja con ganas de más.
 
            Desde luego, no es el tipo de novela que yo suela leer. En general, las intrigas familiares y de poder me aburren bastante, sin embargo reconozco el mérito del autor al lograr atrapar a un lector receloso y escéptico como yo con su escritura. Aún así, desde mi punto de vista, la novela tiene varios defectos. McDonald sacrifica en aras de un mayor dinamismo una descripción más diáfana y menos impresionista del escenario, con la importancia que tiene en una novela como ésta. Las ciudades de la luna con sus “prospekt” y sus “quadra” quedan bastante desdibujadas y en más de una ocasión me ha sido imposible visualizar los hechos que se me contaban. Tampoco resulta de mi agrado el folclorismo (he tachado de pacotilla), en este caso brasileño, con el que el autor nos atosiga durante todo el libro con la pretensión de enriquecer su relato. Al parecer McDonald tiene cierta querencia por las culturas exóticas, su libro El río de los dioses se sitúa en la india y ya os podéis imaginar dónde se desarrolla Brasyl. No le encuentro mucho sentido a colocar un “paizinho”, una “madrinha”, una “senhora” o un “mamae” de vez en cuando en medio del texto sobre todo si están hablando entre ellos en portugués. Una corporación, la LDC,  cobra a todos los habitantes de la luna por el aire que respiran, y todos los residentes permanentes llevan un implante (el resto lleva unas lentillas) que les permite saber lo que han consumido, pero en ningún momento del libro se explica cómo impiden que la gente continúe inhalando oxígeno en caso de no poder pagarlo.
 
            En resumen, un libro un poco lioso por la gran cantidad de personajes que lo integran, pero que una vez superados los dos primeros capítulos (por cierto bastante extensos) resulta entretenido y en alguna ocasión hasta consigue deslumbrarnos. El hecho de que en la luna en lugar de derecho penal exista un derecho contractual da mucho juego para una trama de este tipo. La labor de los jueces consiste en establecer si los demandados han cumplido el contrato firmado previamente por ambas partes. De modo que en este mundo creado por McDonald lo que impera es el negocio y no la justicia. No me gustaría vivir en un mundo así, aunque imaginarlo resulte enormemente atractivo.

viernes, 30 de septiembre de 2016

"Cuchillo de agua" de Paolo Bacigalupi

Cuchillo de agua de Paolo Bacigalupi           Desde que en 2013 Penguin Random House inaugurara flamantemente su colección Fantascy con La bomba número seis y otros relatos no había podido leer nada nuevo de Paolo Bacigalupi, y tras la magnífica La chica mecánica (2009, en EEUU, 2011 en España), reseñada en este blog, aguardaba con mucho interés su obra más reciente. Lo cierto es que la nueva novela del escritor norteamericano, un intenso y trepidante thriller lleno de acción y de violencia, no me ha decepcionado. Por lo tanto en líneas generales puede decirse que la espera ha merecido la pena.
 
            En esta ocasión Bacigalupi, en lugar de situar la acción del relato en un lejano país del sudeste asiático, decide quedarse más cerca de su terruño natal (Colorado) y someter a sus personajes a toda clase de penalidades en los alrededores de Fénix, Arizona. Porque Bacigalupi no escatima calamidades y crueldades a Ángel, Lucy y María, nombres de los tres  protagonistas de Cuchillo de Agua. El primero es el típico duro forjado a base de peleas, un matón a sueldo que trabaja para una mujer adinerada sin escrúpulos que mercadea con el agua. La segunda, Lucy, es una indómita periodista con conciencia social. Por último, María es una refugiada que malvive trapicheando como puede para sobrevivir. Personajes, todo hay que decirlo, no excesivamente originales aunque muy bien plasmados. Pero donde Bacigalupi destaca sobre el resto de escritores es en la ambientación de sus mundos. El futuro en el que se desarrolla la historia, con la escasez de agua, las luchas más o menos legales por mantener los derechos sobre la más mínima fuente del preciado elemento, las movimientos migratorios, los refugiados, los Merry Perry [1], las diferencias sociales, las arcologías... todo es de un realismo que a veces tengo la sensación de no estar leyendo ficción y de que aquello pudiera estar sucediendo ahora mismo en EEUU. Bacigalupi ya se había asomado a ese mundo desértico y empobrecido en su relato El cazador de tamariscos que puede encontrarse en La bomba número seis y otros relatos. Toda esta minuciosidad a la hora de crear el escenario (mientras lo pueda decir en mi idioma me niego a usar la palabra de moda que utilizan en tantas reseñas [2]) paradójicamente perjudica el comienzo del libro haciendo que la acción se resienta y la historia tarde más de lo esperado en arrancar. Además Bacigalupi nos sumerge en este mundo sin explicaciones preliminares o extemporáneas (esquivo de nuevo otro vocablo muy “cool” [3]) con lo que la lectura al principio se hace algo laboriosa. En cualquier caso, el autor introduce los nuevos términos poco a poco y con oficio de manera que la acción se sigue sin problema.
 
            Cuchillo de agua es una buena novela y también un buen thriller y como tal utiliza los tópicos y la parafernalia habitual en este tipo de género con crueles esbirros, hampones endiosados, policías corruptos, frenéticas persecuciones, sangrientas torturas, traiciones y un algo (que no quiero desvelar) que todos desean y por lo que son capaces de eliminar a quien se les ponga delante. Como lector de ciencia ficción si algo echo en falta en la novela son más elementos imaginativos y fantásticos que me hagan abrir los ojos como a un niño la primera vez que mira al firmamento, tal y como consiguió con los relatos recopilados en La bomba número seis. El autor se revela muy comprometido con los problemas ecológicos, no hace concesiones a la política del despilfarro y lanza una dura advertencia sobre el futuro que nos espera si no le ponemos freno. Por otro lado su visión pesimista y sanguinaria del ser humano me ha recordado al mejor Cormack McCarty. Como digo, la novela es buena, sin embargo echo en falta más ciencia ficción. Reconozco que ese puede ser mi problema.
           
[1]       Una especie de secta que se basa en las ocurrencias del gobernador de Tejas Rick Perry, republicano y retrógrado, que durante una fuerte sequía en su estado en el 2011 tuvo la feliz idea de animar a la gente a rezar para que lloviera.
 
[2]       El palabro de moda es “worldbuilding”, término que no puede faltar en ningún blog dedicado a la ciencia ficción que se precie.
 
[3]       “Infodump”.   

lunes, 19 de septiembre de 2016

"Anna" de Niccolò Ammaniti

Anna de Niccolò Ammaniti            Ahora, después de releer la sinopsis de la contraportada, me pregunto por qué me decidí a comprar este libro. Desde el principio el breve resumen ya me hacía sospechar que pudiera  tratarse de una historia apocalíptica más con el enésimo virus causando estragos en la humanidad. Tal vez fuera la irresistible fascinación que supone para mí la sola mención de El señor de las moscas lo que me hizo escoger esta novela entre las muchas otras obras que me ofrecía la librería a la que acudí este verano con cierta excitación tras más de un mes sin pisar un establecimiento de este tipo. Es posible que me atrajera conocer la visión de un escritor no anglosajón de un mundo acosado por una plaga. No resulta fácil, si no imposible, encontrar obras de ciencia-ficción que no sean traducciones del inglés, y como cualquier lector curioso siempre ando en busca de nuevos estímulos y descubrimientos. Además, la literatura italiana, de la que me reconozco un gran desconocedor, siempre me ha atraído: Italo Calvino o Dino Buzzati son autores que tengo en gran estima. Pero lo cierto es que me había quedado sin libros y en lugar de echar mano de mi ebook, cosa que siempre me da una pereza enorme, me fui a la librería más cercana y me dejé llevar por mi intuición.
 
            Nada sabía de Niccolò Ammaniti cuando comencé la lectura de Anna, a excepción de lo que se decía en las solapas del libro. Por otra parte no creo que haya una mejor manera de evitar cualquier prejuicio que empezar un libro con total ignorancia de su contenido y de su autor. Sin embargo, tras las primeras páginas apenas encontré algo original, algo que distinguiera a Anna de otras muchas novelas apocalípticas que han proliferado en los últimos años. Los protagonistas entran en casas abandonadas y en supermercados arrasados por otros supervivientes en busca de alimentos, de ropa y de medicamentos, recorren pueblos y ciudades en ruinas, se encuentran con coches cuyos dueños han quedado reducidos a meros esqueletos. Su horizonte es la desolación y en esos paisajes calcinados o campos infestados de matojos en ocasiones se tropiezan con otras víctimas enfermas, sucias y desnutridas. Lo de siempre en estos casos. La gran novedad en la novela de Ammaniti radica en que los supervivientes son niños, inmunes al virus hasta que alcanzan la adolescencia. De esta forma el autor puede contarnos una historia sin adultos en la que unos niños deben valerse por sí mismos sin la protección de sus padres. Con Anna, su hermano Astor, Pietro y un perro sarnoso como únicos protagonistas Ammaniti se propone reflexionar sobre la infancia y las relaciones a esa edad, las cuales parecen oscilar siempre entre extremos.
 
            El libro está bien escrito y aunque se lee con facilidad y resulta entretenido no posee la contundencia ni la lírica del horror de La carretera de Cormack Mcarthy ni tampoco está narrado con la sensibilidad de La casa de la muerte de Sarah Pinborough y desde luego poco o nada tiene que ver con El señor de las moscas de Golding. En una novela en la que la construcción de personajes parece ser una parte primordial de lo que se narra los protagonistas de Anna no resultan ser especialmente memorables. No es un mal libro y algunos de los episodios, especialmente en el que se cuenta el pasado de Pietro, resultan notables pero el conjunto carece de garra, y la fatalidad a la que parecen verse abocados sus protagonistas creo que habría brillado más en una trama realista fuera del género fantástico.

miércoles, 27 de julio de 2016

"El gran retrato" de Dino Buzzati

El gran retrato de Dino Buzzati            Con El gran retrato Dino Buzzati, conocido sobre todo por su novela El desierto de los tártaros, realizó una pequeña aunque interesante incursión en la ciencia-ficción. El libro fue publicado en 1960 y curiosamente ahora que está tan de moda hablar de la transhumanidad podría decirse que el escritor italiano sin pretenderlo se adelantó con esta obra varias décadas a muchos autores modernos de ciencia ficción. De todos modos no parece que el propósito de Buzatti al escribir esta novela corta fuera el de reflexionar sobre el futuro de la humanidad o de especular sobre la evolución del ser humano, sus inquietudes parecen dirigirse más bien en desvelar la auténtica naturaleza del alma humana.
            La novela es muy breve, unas ciento cincuenta páginas, y más de la mitad del libro está dedicado, a la manera de El desierto de los Tártaros, a crear expectación demorando muchas explicaciones hasta el límite. Comienza el relato con la misteriosa propuesta que le hace el ministerio de defensa al profesor Ermanno Ismani, un apocado catedrático de Electrónica en la Universidad X, para trabajar en un proyecto militar secreto. Poco más puedo contar sin el riesgo de arruinar la tenaz labor de contención de la información que realiza Buzzati. Sobre todo al principio hay que tener un poco de paciencia con la lectura de El gran relato, después, una vez que Ismani llega a las instalaciones militares y averiguamos para qué lo han traído, los acontecimientos se precipitan hasta el punto de que la novela cambia de repente de protagonista y nuestro profesor de electrónica pasa a un segundo plano siendo su mujer la que le roba el protagonismo.
            Una novela agradable, fácil de leer, en la que Buzzati, mediante este cuento fantástico, que en cierta manera recuerda al Frankenstein de Mary Shelley, nos  habla de las imperfecciones que conlleva la humanidad, defectos a los que no podemos renunciar según el autor si no queremos desistir de ser humanos. También es la historia de un amor y de la obsesión por recuperar al ser amado. Una obra menor de Dino Buzzati con el aliciente y la peculiaridad de pertenecer a la ciencia-ficción.

miércoles, 13 de julio de 2016

"La polilla en la casa del humo" de Guillem López

La polilla en la casa del humo de Guillem López            Challenger, la novela anterior de Guillem López, fue alabada por todos los blogs y ensalzada hasta el punto de llamar la atención de muchos lectores y la mía en particular. He de decir que no la he leído, de manera que La polilla... ha constituido mi primer acercamiento a la obra de este escritor. El libro que nos ocupa está obteniendo también muy buenas críticas a lo largo y ancho de la red, y si no miren en “goodreads”. Una vez más, y muy a mi pesar, voy a discrepar con el resto de la humanidad y seguramente que también con el resto de razas alienígenas que pueblan el universo. Y no crean que no lo siento, me hubiera encantado poner por las nubes esta novela, y me hubiera gustado sobre todo porque apoyaría la idea de que los autores españoles de género fantástico pudieran estar al mismo nivel que los norteamericanos o británicos. En Universo de pocos medimos a todos los autores con la misma vara, independientemente de su nacionalidad o género. Y en nuestro afán de ser cada vez menos y reducirnos hasta la nada más absoluta no nos importa llevar la contraria a todos. Llegados a este punto la mitad de los lectores habrán dejado de leer la reseña. Soy consciente de ello, no obstante debo justificar mi disconformidad.

            El mundo subterráneo en el que tiene lugar La polilla en la casa del humo es lo mejor de la novela. La imagen de sus habitantes, obligados a cavar túneles y más túneles sin saberse muy bien con qué objetivo y a renunciar a partes de su cuerpo en pos del dios de la mecánica, tiene una gran fuerza simbólica y augura una trama enormemente atractiva, sin embargo el autor opta por contarnos la historia de un personaje marginal que no cumple con mis expectativas y se olvida de todo lo demás. La novela se podría haber titulado perfectamente “Auge y caída de un pringao”. La historia de Veintiuno, protagonista absoluto de la novela, se ha contado en muchas ocasiones en películas y novelas de género policiaco sin la necesidad de crear todo un mundo subterráneo para ello y además, siento decirlo, se ha hecho mejor. Personajes como éste y más complejos llenan los libros de Jim Thompson o las películas de Martin Scorsese por poner algunos ejemplos. Uno de los problemas que para mí tiene la novela es que los tejemanejes que Veintiuno se trae entre manos no me resultan convincentes. Los rumores que lanza desde un lugar tan poco respetable como la casa del humo (un tugurio donde se reúnen los drogatas), son aceptados por todos sin la sombra de una duda. La débil trama se sustenta únicamente en ese pulular de aquí para allá de Veintiuno y en las mentiras que logra deslizar en las breves conversaciones que mantiene con otros marginales: Ñam, Lazo, o su hermana Ancas. A la novela además le falta acción, una vez conocido el escenario pierde gran parte del interés.

            El gusto de Guillem López, cuyo aspecto físico recuerda mucho a China Miéville, escritor al que admira, por regodearse en la náusea y en el vómito me recuerda más a Chuck Palahniuk que al escritor británico. Desde luego no puede decirse que La polilla... sea un libro para paladares delicados. Comprendo que el autor quisiera darle un tono iracundo al libro, pero con tanta mierda, orina, mocos y felaciones, tenía que cerrar el libro de vez en cuando para darme una buena ducha. Esto, sin embargo, no parece haber importado a muchos lectores a la vista de los comentarios positivos en “goodreads”. Encuentro muchas similitudes entre esta novela con Plop de Rafael Pinedo: los nombres breves y expresivos de los personajes, la historia violenta contada sin ahorrar los detalles más escabrosos, un personaje principal igual de repulsivo, incluso cuenta  prácticamente lo mismo, el auge y la caída del protagonista. La prosa de Guillem López es menos telegráfica que la de Pinedo, aunque comparten ese tono oscuro y malsano.

            Si no te importa que cada palabra estalle en tu cara como un grano de pus, si además posees un traje de neopreno, si los concursos de televisión en los que a los participantes los entierran entre montañas de gusanos no te provocan la más mínima mueca de asco, éste es tu libro.

            Yo por mi parte, como carezco de traje de neopreno, creo que voy a darme una ducha ahora mismo.

domingo, 26 de junio de 2016

"Relojes de hueso" de David Mitchell

Relojes de Hueso de David Mitchell
            Crispin Hershey, protagonista de uno de los capítulos de Relojes de hueso, recibe por su último libro una crítica demoledora: ¿Qué por qué «Eco debe morir» es una porquería tan desagradable? Primero, porque Hershey está tan preocupado por evitar los clichés que tortura todas y cada una de sus frases como si fuesen yanquis soplones. Segundo, porque la subtrama fantástica choca de forma tan violenta con las pretensiones de ser un “Informe sobre el estado del planeta” que da miedo verlo. Tercero, porque ¿qué mayor muestra de que un acuífero creativo se ha secado que el hecho de que el escritor cree un personaje que sea escritor?” ¿Juego de espejos? ¿Una muestra más del sentido del humor de David Mitchell? Porque de alguna manera, aunque parcialmente, las razones que argumenta el crítico podrían atribuirse a Relojes de Hueso. Puede que Mitchell se esfuerce más que en otras ocasiones en encontrar la metáfora justa. Es verdad que el libro contiene una arriesgada trama fantástica y también es cierto que uno de sus protagonistas es escritor, sin embargo la novela está muy lejos de ser una porquería. Al parecer, y aunque Mitchell dice que se ha mirado a sí mismo y exagerado sus peores defectos para crear a Crispin Hershey, muchos han creído ver en el personaje creado por el autor un trasunto de Martin Amis. El libro está lleno de referencias a personajes reales y  también a viejos conocidos de sus libros anteriores, yo he identificado solo a unos pocos, pero forma parte del atractivo del libro descubrirlos por uno mismo.

            Crispin Hershey es sólo uno más de los personajes que desfilan por la voluminosa novela. En el primer capítulo conoceremos a Holly Sykes siendo todavía una adolescente que se cree, como la mayoría de los chicos a esa edad, más madura de lo que realmente es. El segundo capítulo está dedicado a Hugo Lamb, un joven universitario sin demasiados escrúpulos y a sus trapicheos por ascender en la escala social. En la tercera parte Ed Brubeck, reportero enviado a Iraq, se ve obligado a escoger entre su familia y su labor como periodista. El siguiente capítulo está dedicado Crispin Hershey al que la feroz crítica con la que he comenzado la reseña le cambia la vida. Además, en todos estos capítulos aparecen unos misteriosos personajes que se hacen llamar anacoretas y horologistas que dotan a la novela de contenido fantástico. En el quinto capítulo Mitchell se desmelena y la trama fantástica explota con una intensidad sorprendente en una novela publicada fuera de una colección de género. En un equilibrio circense el autor, gracias a su humor y a su habilidad narrativa, logra superar la prueba, aunque a veces esté a punto de precipitarse y caer en el ridículo. Y es que la batalla final entre el bien y el mal tiene un aire a película retro o a Harry Potter que a muchos puede pillar por sorpresa. Sin embargo, David Mitchell consigue integrar todos estos componentes dentro de la narración sin que la maquinaria chirríe y además se permite inventar una serie de simpáticas palabras como psicoduelo, suasinar, acto de hiato o cineticar para describir algunas de estas acciones fantásticas que practican los anacoretas y los horologistas.

            David Mitchell ha querido confeccionar una obra similar a El atlas de las nubes y a la vez no repetirse, sin embargo Relojes de hueso pierde en las comparaciones. Lo que en El atlas de las nubes eran relatos que podían leerse por separado en Relojes de hueso son crónicas de determinados momentos de la vida de unos personajes que no funcionan por completo independientemente; en este sentido Relojes de hueso puede considerarse más novela que El Atlas de las nubes. Esto no tendría que ser algo malo, lo que ocurre es que al relatar la historia a través de tantos personajes la trama principal queda un tanto deslavazada, algo que en El atlas de las nubes o Escritos fantasma carecía de importancia ya que cada parte tenía suficiente entidad propia. La exhibición de virtuosismo de la que hacía gala con cada relato no se repite en Relojes de hueso. En El atlas de la nubes Mitchell repasaba casi todos los géneros: de aventuras, de viajes, histórico, policiaco, humorístico, cyberpunk, apocalíptico creando para cada uno de ellos una pequeña y fulgurante joya.

             Relojes de hueso mejoraría bastante con algunas páginas menos. Aún así es un buen libro del que quiero resaltar su perfecta construcción de personajes, algo a lo que Mitchell ya nos tiene acostumbrados y es que este hombre posee una capacidad especial para ponerse en la piel de sus protagonistas. Sin embargo, a pesar de todo, no he podido evitar sentirme algo decepcionado tras terminarlo. Además de que las diferentes tramas que lo componen me han resultado menos imaginativas que en sus libros precedentes, para mí carecen de la frescura de la novedad. Por último quiero señalar que Mitchell ha escrito posteriormente otra novela titulada Slade  House que tiene relación con Relojes de hueso. Espero que pronto la traduzcan, no pienso perdérmela.

martes, 14 de junio de 2016

"Aurora" de Kim Stanley Robinson

Aurora de Kim Stanley Robinson             Algunos fragmentos de Aurora, con sus descripciones rigurosas, sugestivas y hermosas del cosmos me han evocado al Clarke de hace muchos años que ya casi había olvidado, al de Cita con Rama o al de 2010: odisea dos. Con Aurora Robinson parece haberse propuesto escribir la novela definitiva sobre naves generacionales, pero como veremos en esta reseña la historia sigue un derrotero bastante diferente al de otras novelas.
 
           La epopeya que narra Robinson está protagonizada por los descendientes de los voluntarios que ciento setenta años antes se embarcaron en una gran nave rumbo al sistema Tau Ceti. Allí les aguarda Aurora, una luna con muchas posibilidades de ser habitable. Ninguno de ellos escogió estar en la nave, fueron sus tatarabuelos los que decidieron por ellos y Robinson deja claro en la novela que fueron unos irresponsables y se muestra en contra de este tipo de proyectos que considera experimentos con escasas probabilidades de éxito. Este manifiesto pesimismo para el público que lee sus libros, fundamentalmente aficionados a la ciencia-ficción que sueñan con que el hombre pueda vivir algún día en otros planetas, resulta provocador, una bofetada en pleno rostro.
 
            Se esté de acuerdo o no con la tesis del autor, la novela logra que nos lo creamos. Y ahí radica el mérito del autor, en hacer verosímil el grandioso escenario en el que transcurre la historia. Robinson se toma su tiempo describiendo pormenorizadamente la nave, los dos anillos que la forman con sus diferentes biomas y los problemas que surgen derivados del aislamiento y del inevitable deterioro sufrido tras navegar durante más de un siglo por el espacio. Porque lo cierto es que ni los personajes que habitan en la nave son especialmente interesantes ni la escritura de Robinson, que tiene cierta tendencia a divagar, resulta destacable. En ocasiones el mismo autor parece que fuera víctima del algoritmo voraz del que tanto habla en su novela y quedara atrapado en un agujero negro de verbosidad del que no pudiera salir hasta vaciar su mente contándonos con pelos y señales lo que en ese momento le absorbe el seso. Robinson dedica varias páginas a explicar la construcción de una rampa necesaria para que los vehículos puedan continuar su ruta por la inexplorada Aurora. Con notorio afán didáctico nos aclara cómo cortan la roca, la forma que deben darle, cómo deben colocarla, el cambio de sierra..., se trata de varias párrafos que pueden saltarse sin ningún problema.
 
            Sin duda la gran protagonista de la novela es la nave y la inteligencia que la maneja. Ella es la que a instancias de Devi, otro personaje significativo, narra la mayor parte de la historia. Con su creciente verborrea, su particular sentido del humor, y su desvelo por todos los que viven en su interior acaba por convertirse en el personaje que mejor me cae del libro. Desde luego, mucho más simpática que la eternamente descontenta Devi, encargada de que en la nave todo funcione, o incluso que Freya, su esforzada hija, que intenta seguir sus pasos. Por desgracia la inteligencia artificial en ciertos momentos parece haber heredado la tendencia a divagar de Robinson y nos regala también algunos párrafos bastante tediosos sobre la consciencia y sobre la forma de enfocar el encargo de resumir su historia desde que partieron de la Tierra.
 
            A pesar de sus defectos y de su final excesivamente largo, Aurora es un gran libro que yo recomiendo sobre todo a los que les gustan las novelas sobre viajes en el espacio basados rigurosamente en la ciencia. La dilatada aventura de los viajeros, aunque su desenlace pueda parecer decepcionante, no deja de ser asombrosa y resultar fascinante. Lástima que no esté narrada con la garra que merecería. Lean y juzguen.

sábado, 14 de mayo de 2016

"Inversiones" de Iain M. Banks

Inversiones de Iain M. Banks El primer libro que leí de Banks fue La fábrica de las avispas, un libro impactante que me gustó tanto que me empujó a hacerme con todo lo que se podía encontrar traducido del autor escocés en España. Novelas como Pasos sobre el cristal, El puente (mi preferido después de La fabrica...) Un jardín de piedra, etc. fueron cayendo ante mis ávidos ojos, mientras no podía creerme que hubiera encontrado semejante filón literario. Entre lectura y lectura, en algún momento, no sé exactamente cuando, supe que Banks además escribía ciencia-ficción. Aquello parecía un sueño hecho realidad, sin embargo, como suele ocurrir a menudo el destino no pone las cosas fáciles y para entonces las novelas de ciencia ficción que se habían publicado de Banks estaban descatalogadas. Años después, cuando volvieron a ser editadas por "La Factoría de Ideas", mi entusiasmo por Banks se había templado tras la decepción que supuso El Negocio o el poco interés que me habían suscitado sus últimas novelas mainstream publicadas en España. Tampoco ayudaron a avivar la vieja pasión el hecho de que la mayoría de las novelas de ciencia-ficción de Banks pertenecieran a una serie, la de La Cultura.
 
Al parecer Banks había escrito varias de estas novelas con anterioridad a La fábrica de las avispas aunque no consiguió publicarlas. Pensó que tendría más posibilidades con una novela fuera del género y con esa intención escribió La Fábrica de las avispas. Lo curioso es que la concibió como si se tratara de una obra de ciencia-ficción protagonizada no por un alienígena sino por un adolescente perturbado que vive en una isla en lugar de en otro planeta. La novela fue un éxito rotundo y Banks consiguió su propósito de ver publicadas sus otras obras, aunque tuvo que añadir a su nombre una M y convertirse en Iain M. Banks para distinguir su carrera como escritor de género de la de escritor mainstream.
 
La primera novela de ciencia-ficción que leí de Banks fue El Artefakto y he de reconocer que se me atragantó lo suficiente como para que pospusiera mi primer contacto con La Cultura varios años más. Con El jugador, ya perteneciente a la serie, Banks volvió a conquistarme. Se dice que esta obra e Inversiones son las novelas menos representativas de la serie.
 
La verdad es que si la portada no indicara que Inversiones pertenece a La Cultura yo no me habría dado cuenta de ello. El mundo en el que se desarrolla la historia consta de dos soles, también se mencionan algunos animales desconocidos... todo esto nos hace comprender que lo que se cuenta no transcurre en un lejano pasado de la Tierra que se asemeja a la Edad Media sino en otro planeta. Sin embargo, aunque su pertenencia a La Cultura apenas se perciba en la narración, este dato es importante para poder interpretar los hechos, sobre todo en su conclusión. La novela tiene dos partes que se intercalan capítulo a capítulo. Una de ellas está narrada por Oelph, ayudante de la doctora Vossil, médico del rey de Haspidus. A pesar de la admiración que Oelph siente por su mentora, trabaja para alguien al que se refiere como Amo, quien, como muchos otros miembros de la corte, parece desconfiar de la doctora. La otra parte está protagonizada por DeWar, fiel guardaespaldas del Urleyn, protector de Tassasen. La relación que existe entre estas dos tramas aparentemente inconexas y entre Vossil y de DeWar se va infiriendo poco a poco de una manera muy sutil pero muy eficaz gracias al buen trabajo de Banks. Generalmente las intrigas palaciegas suelen aburrirme, pero Banks con su elaborada composición de personajes consigue cautivarme. Quizás haya un exceso de secundarios muy parecidos entre sí que con sus alambicados nombres no facilitan el trabajo al lector.
 
Su apariencia de fantasía medieval no debe engañar a los posibles lectores. Nada tiene que ver con otras novelas de género heroico-fantástico tan de moda últimamente. Aquí no encontrarán grandes batallas, ni dragones, ni luchas encarnizadas a espada, Banks se inclina más por crear unos personajes de carne y hueso en un escenario delimitado, sin realizar esos grandes alardes de imaginación a los que nos tiene acostumbrados. Pienso que no sería difícil convertir Inversiones en una obra de teatro. Da la sensación de que quisiera demostrar que es capaz de escribir una novela de La Cultura más contenida y también más introspectiva. Seguramente no gustará a todos, sobre todo a los más acérrimos de la space-opera. Yo he disfrutado con la lectura de las dos bellas historias de amor y admiración que la componen. Iain Banks demuestra que es un gran escritor, capaz de hacer mucho con muy poco. Por suerte me quedan aún bastantes libros por leer de él. Habrá que darse prisa en comprarlos ahora que "La Factoría de Ideas" se ha ido al garete. Creo que El uso de las armas será el siguiente, y luego.., luego ya veremos. ¡Y quedan aún tantos por traducir! ¡Qué alguien traduzca The Crow Road o Transition!

miércoles, 27 de abril de 2016

"El Sistema" de Ricardo Menéndez Salmón

Portada de "El sistema" de Ricardo Ménendez Salmón Con un título tan pétreo y tan poco atrayente como El Sistema Ricardo Menéndez Salmón parece querer advertirnos de que no vamos a encontrarnos con un texto complaciente y efectivamente así es. Por cierto, la novela ganó el premio Biblioteca Breve 2016.
 
En un futuro indeterminado el protagonista del libro, que se denomina a sí mismo el Narrador, con mayúscula, trabaja como vigía en una de las islas del archipiélago que constituyen el "Sistema". Su vida en la Estación Meteorológica 16 aunque solitaria es cómoda, y aparte de estudiar Historia Moderna y de leer los numerosos informes que llegan del "Dado", organismo un tanto esotérico y misterioso del que emana el poder y que dicta las leyes de "Sistema" su misión principal es la de vigilar la llegada de "Ajenos". Los "Ajenos" no pertenecen al "Sistema" por lo que son rechazados por los "Propios", que temen que con su llegada masiva por mar puedan propiciar la caída de su mundo. El "Sistema" está formado por varias islas: "Realidad" (en la que vive el Narrador), "Empiria" y la "Innombrable", además de otras que no se mencionan. Es fácil establecer una correspondencia entre cada una de estas islas con países de nuestra realidad. Todo en esta novela es simbólico, desde los nombres de las islas hasta los nombres de los personajes pasando por la historia que se cuenta. A veces este simbolismo es evidente, como en el caso de los países a los que se alude con las islas o en el caso de los "Propios" y los "Ajenos", en otros la relación resulta mucho más inasequible como veremos más adelante.
 
El Sistema es una especie de distopía. Como suele ocurrir en este tipo de obras el protagonista pasa de ser un convencido del sistema a poner en duda sus intenciones y sus resultados. En las primeras páginas se nos dice que el objetivo del "Sistema" es la seguridad y que la felicidad, libertad y justicia sólo son posibles mediante un férreo control del sistema. ¿A que esto nos suena? Todo es tan evidente que se me escapa qué pretende el autor con este simbolismo tan obvio, a no ser que quiera hacernos ver que la historia se repite constantemente. Sin embargo, el libro es todo menos claro, porque aparte de los paralelismos antes mencionados, la novela está llena de elementos más oscuros cuyos significados resbalan entre mis resignadas neuronas. Por ejemplo el de una misteriosa caja que instalan en la Estación Meteorológica 16 o el de un juego al que obligan a jugar al protagonista en la tercera parte del libro.
 
La actualidad del mundo está muy presente así como el destino de la humanidad, sin embargo me queda la sensación de que se quieren tocar demasiados temas. La novela consta de tres partes constituidas por los cuatro cuadernos que el Narrador ha ido escribiendo y que denomina "El cuaderno de él", "El cuaderno de yo" y El cuaderno de tú", escritos sucesivamente en tercera, primera y segunda persona. Además de una cuarta parte con la que la novela concluye.
 
La novela está escrita con una prosa fría y desapasionada que me recuerda a veces a un Ballard al que Menéndez Salmón le hubiera incorporado su gusto por las expresiones cultas y a veces incluso arcaicas. Es al primero que he visto en muchos años escribir quilómetro en lugar de kilómetro. Queda claro que es un tipo culto, al que probablemente le ha costado lo suyo adquirir tamaño saber por lo que no duda en ningún momento en deleitarnos con su erudición. Como muestra un botón. En un momento de la novela varios personajes se proponen escribir una nota, que posteriormente será lanzada al mar dentro de una botella, con las mayores maravillas dejadas por el hombre. ¿Pues qué creen que anotan? Las pirámides, la música de Schubert, Ilíada, Edipo en Colono, Fedro, etc. Se ve que en los últimos siglos la humanidad ha creado muy poca cosa. Y luego para darle un tono más jocoso el autor añade la bullabesa. Podía haber sido la tortilla de patatas o el cochinillo asado, pero seguramente no quedaba igual de glamuroso que la bullabesa y probablemente desentonaría frente a Edipo en Colono.
Menéndez Salmón es un escritor con evidente talento y recursos, aunque a veces suene algo excesivo:
El resto del día mientras imaginas a los viajeros concentrados en la cubierta del Aurora, unidos por su carne destinada a la extinción, puedes escuchar el desplazamiento de los titanes (se refiere a unos icebergs), su materia invisible, muchos metros por debajo de las aguas, espléndida, violenta, una cornucopia del asombro y del poder.

Un libro a ratos apasionante, con momentos de resonancias míticas, en otras cargante, pretencioso, hermético e incomprensible. Da la impresión de que el mismo autor se perdiera en algunos momentos entre sus profundas reflexiones y sus brillantes metáforas. Por último, todo parece perfectamente planificado para llegar a la alegórica escena final, que a mí personalmente me resulta rebuscada y muy poco satisfactoria.

sábado, 16 de abril de 2016

"Nexus" de Ramez Naam

Portada de "Nexus" de Ramez NaamLa acción con la que arranca la novela es prometedora, mediante una escena sexual muy divertida Ramez Naam nos adelanta lo que la droga Nexus es capaz de hacer. Una escena, por la verosimilitud con la que es narrada, digna de un Greg Egan, aunque eso sí contada con bastante más humor del que suele hacer gala el australiano. A partir de ahí la trama se vuelve bastante convencional y lo que queda es un Greg Egan retocado al gusto de Hollywood. Una vez explicado cómo funciona la droga, y esto ocurre muy al principio, para mí la novela pierde interés. Como suele ser habitual en este tipo de historias la droga es codiciada por gobiernos autoritarios y mafias, lo que sirve de pretexto para desplegar todos los tópicos habituales de esto que se ha venido en llamar tecno-thrillers: persecuciones, mamporros, gobiernos sin escrúpulos, entrenadores que además son sabios conocedores de alguna pseudo-filosofía asiática, más mamporros, veteranos de guerra traumatizados y la consabida visita a un exótico país del sureste asiático.
 
He de confesar que la tremenda simplicidad con la que está escrita la novela, así como el candor que demuestran algunos de sus protagonistas me resultan incluso encantadores. La novela es entretenimiento y no hay que pedirle más, aunque algunos quieran ver en ella una sesuda reflexión sobre el futuro de la humanidad. Por otro lado es de agradecer que Ramez Naam con Nexus no intente escribir la obra maestra de su vida como parecen pretender muchos autores actuales con cada uno de sus libros, escritores a los que muchas veces les puede la ambición por querer abarcarlo todo. Un buen ejemplo sería Neal Stephenson, al que le salen unos tochos que son compendios de la sabiduría humana habida y por haber. Escribir una novela con grandes ideas originales basadas en los últimos avances científicos, protagonizadas por personajes profundos dignos de Balzac y que además se desarrollen en mundos alucinantes pero verosímiles es casi imposible de hacer sin aburrir al lector.
 
Naam al menos es mucho más humilde y renuncia a algunos de esos objetivos. Tal vez a demasiados, sobre todo al prescindir de una trama de mayor profundidad. El tema principal, la evolución de los seres humanos gracias a la droga y los escrúpulos por permitir su libre uso, queda relegado a un segundo lugar con tantas intrigas, disparos y patadas. La acción violenta acaba apoderándose de la historia.
"Alguien golpeó a Lee en el costado. Era Kade, con una patada voladora que lanzó al agente contra la pared. Sam sintió que Lee estampaba la culata de su arma en la cara de Kade y lo tiraba al suelo. Pero por un momento sólo hubo dos hombres a su lado, ambos con la mirada fija en Chuan y las armas en posición de disparar. Sam alargó los dos brazos y los agarró por los cinturones, tiró con fuerza para levantarse de un salto y simultáneamente los tumbó"
Tras varías páginas así uno ya no sabe de quién es el puño que golpea y de quién es el estómago golpeado, pero es que llega un momento que da igual y lo único que desea uno es que se maten de una vez y que termine la escena.
 
Las razones que mueven a los protagonistas, como suele ocurrir en este tipo de novelas, son esquemáticas y primarias. Por ejemplo, la agente de las fuerzas especiales ERD convirtiéndose en adalid de los que luchan contra las drogas, o el protagonista empeñado en convertirse en post-humano a toda costa gracias a Nexus. Por otro lado, la droga además de milagrosa y fantástica, es demasiado perfecta y buen rollista para ser verosímil.
 
Nexus es una novela que parece pensada para ser llevada al cine. Ya puedo imaginarme la película protagonizada por el guaperas de turno, plena de escenas de acción, con caídas desde edificios de veinte pisos rebotando de aquí para allá o peleas en las que atravesar muros provoca sólo unos pocos rasguños. ¡Ah, pero si eso ya ocurre en cualquier película de acción y sin que tengan que drogarse con Nexus!

sábado, 26 de marzo de 2016

"Fuera de quicio" de Karen Joy Fowler

Portada de "Fuera de quicio" de Karen Joy Fowler ¿Qué tienen en común Claire North, Lauren Beukes, Sarah Pinborough, Emily St. John Mandel, Ann Leckie o Rosa Montero? Aparte de tener el dudoso honor de haber sido reseñadas en este blog, todas ellas son mujeres. De las diez últimas entradas que he publicado en Universo de pocos seis corresponden a obras escritas por mujeres, tres a libros escritos por hombres y una es una antología. De las reseñas de autores masculinos sólo una, Trece monos de César Mallorquí es una obra reciente. ¿Se debe todo a un plan para reivindicar a las escritoras? ¿Es que he decidido cambiarme de sexo? (Mi mujer no me lo perdonaría) Nada de eso. He escogido obras más o menos recientes del mercado, que me interesaban y que me parecieron de mayor calidad. ¿Entonces a qué se debe esta proliferación de literatura femenina en el blog? En todas las estadísticas se constata que las mujeres leen más que los hombres, por lo tanto es lógico que cada vez existan más escritoras con cierta notoriedad. También podría tratarse de una mera casualidad. Toda esta concienzuda e inútil reflexión viene a cuento de que una vez más me propongo reseñar una novela escrita por una mujer.

Como se dice en la contraportada del libro es mejor abordar la lectura de Fuera de quicio sabiendo lo menos posible de la trama. El título con el que ha sido publicado en España, We Are All Completely Beside Ourselves, me parece muy discutible, pero no esperen que yo se lo traduzca. La protagonista es Rosemary la hija menor en una familia de tres hermanos. Una familia muy peculiar, con un padre que estudia el comportamiento de los animales y una madre que pasa por períodos de depresión. Rosemary es muy pequeña cuando todo sucede y sus recuerdos se confunden, pero lo que está claro es que su hermana desparece y posteriormente también su hermano. Desde el principio intuimos que algo extraño sucede con la familia de Rosemary y es que Karen Joy Fowler juega "sucio", nos hurta datos importantes que luego, pasado un tercio de la novela, nos revela. La narradora, que no es otra que la protagonista, se disculpa por ello. Sin embargo, es gracias a esa ingeniosa treta que la novela cobra fuerza y logra agitar nuestras conciencias. Desde luego no voy a ser yo quién arruine la sorpresa.

En el resumen que se hace en la primera página del libro se dice que Karen Joy Fowler ha escrito varios relatos de ciencia-ficción. Lo cierto es que su nombre me sonaba vagamente, pero no he conseguido encontrar en mis estanterías nada de dicha autora, así que poco puedo aportar sobre esta faceta suya como escritora. Fuera de quicio no es ciencia ficción, sin embargo la ciencia está muy presente en la novela y un tema muy querido para el género como es el de la comunicación entre diferentes especies constituye una parte primordial de la historia, aunque en este caso no se trate de extraterrestres. Tras terminarla nos queda claro que determinados comportamientos de los seres humanos son muy similares al de algunos animales. La posesión, los celos, la competencia e incluso la revancha no son patrimonio exclusivo nuestro sino que tienen un origen claramente animal. A veces con ironía, en otras a través del drama la autora nos muestra que la diferencia entre hombres y animales es mucho más pequeña de lo que pensamos. También es un duro alegato contra el maltrato animal y la inexplicable crueldad de ciertas empresas cuando prueban sus productos comerciales.

Los temas que trata Fuera de quicio son variados. Además de los ya mencionados, el libro nos habla de la subjetividad de la memoria, de cómo nuestra mente maquilla nuestros recuerdos más dolorosos, del amor de hermanos, de la familia, de la infancia y de las cosas a las que hemos renunciado por querer distinguirnos de los animales. En definitiva de lo que nos hace ser humanos. Una emotiva novela, diferente, difícil de clasificar y escrita con gran convicción.