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Universo de pocos

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lunes, 25 de noviembre de 2024

“La rata de acero inoxidable”, de Harry Harrison

Portada de “La rata de acero inoxidable”, de Harry Harrison

Da la casualidad de que los últimos libros que he reseñado han sido más bien tirando a intensos y como no me gusta abusar de mis maltrechas neuronas he buscado una lectura más ligera para darles tiempo a recuperarse. La rata de acero inoxidable, del escritor norteamericano Harry Harrison reeditada hace poco por Minotauro, con su promesa de aventura y de humor me  brindaban la oportunidad de hacerlo. Desde luego no puede decirse que la novela no sea ligera, lo cierto es que es tan ligera, que apenas sé qué decir de ella. De manera que recurriré a los calificativos que todo reseñador novel o experimentado ha utilizado alguna vez y que no por conocidos o tópicos resultan menos eficaces. Ya sabéis, todo eso de que tiene un ritmo endiablado (ritmo y endiablado siempre van juntos), que se lee en un suspiro o que constituye un brillante tour de force, bueno esto ya sería pasarse tres pueblos. En fin, se trata de una novela entretenida y simpática pero que está lejos de poder ser considerada un clásico ineludible de la ciencia ficción.

Harrison es un escritor de ciencia ficción conocido sobre todo por su novela ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!, recuperada recientemente también por Minotauro, en la que nos presenta un mundo superpoblado y con escasez de alimentos. Sin embargo la mayor parte de su producción está consagrada al más puro entretenimiento. Así sucede en varias de sus novelas que luego ha convertido en series como Bill, héroe galáctico o el Mundo de la muerte, en ocasiones alargadas en exceso por razones fundamentalmente crematísticas. La rata de acero inoxidable también acabó convirtiéndose en una serie de la que en nuestro país, que yo sepa, sólo se ha publicado el segundo libro, La venganza de la rata de acero inoxidable.

La rata de acero inoxidable es una «space opera» de tono humorístico. Su protagonista, James Bolívar, alias Jim di Griz, pertenece a ese uno por ciento de delincuentes que hacen que en una sociedad en la que apenas hay descontentos la policía sea necesaria; es lo que llaman una  rata de acero inoxidable. Roba por gusto, por amor a la aventura y para sentirse libre de las ataduras de la sociedad. Sin embargo, aunque es un ladrón tiene sus principios y por eso nunca ha matado a nadie.

Quizás lo más destacable de la novela sea el ritmo vertiginoso que le imprime Harrison.  Sin embargo, no todo es acción también ofrece algunos momentos de humor, por ejemplo el  encuentro del protagonista con el rey Villelm es para partirse. Así y todo me esperaba un tono más de comedia que el que me he encontrado. Con eso no quiero dar a entender que las aventuras de di Griz deban tomarse demasiado serio. Los acontecimientos que se narran apenas se sostienen, no obstante Harrison sabe encubrir los fallos con gran habilidad. Aunque a nada que  uno se preocupe por analizar lo que sucede, se da cuenta de que las estrategias de di Griz carecen por completo de sentido, ya se trate de efectuar un robo o de trazar los planes para encontrar a la desalmada Angelina cuando es reclutado por los Cuerpos Especiales. Harrison hace que traguemos con todo repitiendo constantemente lo bueno que es di Griz haciendo esto y lo otro, o sea aludiendo a su innata habilidad y a su vasta experiencia. Un recurso que utilizaba muy a menudo también el bueno de Heinlein en muchas de sus novelas. A base de repetir que un personaje es una autoridad en su campo, aunque sus actos no lo corroboren, se nos induce a pensar que todo lo que hace es de una lógica aplastante. Es evidente que hay una intencionalidad paródica en ello pero desde mi punto de vista le falta un poco más de mala leche al relato. Por otra parte he de reconocer que después de más sesenta años (el libro se publicó por primera vez en 1961) la novela ha perdido parte de su frescura y de su capacidad para sorprender al lector.

En cualquier caso me alegro, aunque no deje de sorprenderme, de que Minotauro esté recuperando gran parte de la obra de Harry Harrison. Además me ha permitido volver a escribir una reseña a la manera distendida y desenfadada en que solía hacerlo. Cosa distinta es que ésta sea de utilidad a alguien, pero a mí he de decir que me ha sentado francamente bien.