Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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martes, 29 de octubre de 2019

"Amor de monstruo” de Katherine Dunn

"Amor de monstruo” de Katherine Dunn            Lo primero que me vino a la cabeza cuando comencé Amor de monstruo fue el conocido clásico del cine La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932). Ambas historias comparten escenario, una feria que recorre EE.UU y unos personajes deformes nada convencionales, sin embargo lo hacen con un propósito diferente. La emisión de la película  no estuvo libre de polémicas pues mostraba abiertamente las deformidades (las malformaciones de los intérpretes eran reales). El blanco y negro de la fotografía y la sobria puesta en escena  acentuaban el efecto, de manera que el contraste entre las criaturas monstruosas y la inocencia que mostraban ante las cámaras era muy llamativo. Durante toda la cinta los monstruos parecen más compasivos y humanos que el resto de personajes (aunque esto se rompe en el tramo final). En pocas palabras: los malos de la película son los normales. En el libro que nos ocupa los monstruos no son tan inocentes ni tan bondadosos, sus almas parecen regirse por las mismas ambiciones y mezquindades que cualquiera o quizás por más.
            “Ellos no pedían haber nacido, pero lo han hecho, por un azar de la naturaleza podíamos haber sido como ellos”, se dice en la película de Tod Browning. Los vástagos de la familia Binewski, protagonistas de Amor de monstruo, no pueden decir lo mismo, sus progenitores, Al y Lily, hicieron cuanto estaba en sus manos para que sus hijos nacieran con una alteración que los distinguiera de los “normas”, que es como se refieren a los que no son como ellos. Ambos pretendían de esa manera tan cuestionable asegurarles un empleo y un provechoso futuro dentro de la feria ambulante. Para ellos la anormalidad, lo monstruoso, no supone una desventaja, más bien todo lo contrario, permite que destaquen frente a la uniformidad y vulgaridad del mundo exterior. Oly  Binewski, una de las hijas, será la que nos revele sin prisas la historia de la insólita familia. Aunque es enana, albina y jorobada sus defectos físicos no poseen la excelencia de las de su hermano Art por lo que se dedica a limpiar y ayudar al resto de miembros de la familia. Duerme debajo del fregadero y se siente tan poca cosa al compararse con Elly e Iphy, sus hermanas siamesas, o con el mismo Art, “Aqua boy”, que la mayoría de las veces se limita a obedecer y ser testigo de los hechos. Por otro lado, el hecho de no destacar la pone a salvo de las manipulaciones de Art. Él es la estrella de la feria y es capaz de cualquier cosa por seguir siéndolo. Oly lo ama con abnegación y su amor incestuoso es lo que le permite llevar el día a día y perdonárselo todo.

            El libro fue publicado por primera vez en 1989 con gran éxito de ventas y acabó convirtiéndose en una obra de culto en parte gracias al interés que suscitó entre personalidades  como Tim Burton, que compró los derechos, o Terry Gillian que también quiso adaptarlo al cine. En España fue publicado en 1991 con el curioso título de Amor profano pero el libro llevaba tiempo descatalogado. Series como Carnivale, American Horror Story y un público en España deseoso por hallar nuevos contenidos parecen haber despertado el interés por el libro de Dunn.  Desde luego Amor de monstruo no es una novela convencional y puede que escandalice a muchos, pero a los que no les moleste indagar en los aspectos más sórdidos y retorcidos de la vida humana y disfruten del humor escatológico les encantará. Dunn hace gala de una gran y retorcida imaginación por lo que la vida de la familia Binewski resulta apasionante y siempre sorprendente. La novela funciona en ese sentido como una de esas ferias de los horrores que describe en la que vamos de asombro en asombro, y  cuando creemos que ya no puede haber nada que supere lo que hemos visto surge tras la esquina una nueva atracción más impactante que la anterior.

            No todo es positivo. En la novela se producen extraños cambios de estilo o de perspectiva; no son muy frecuentes pero hay párrafos que dan la impresión de haber sido escritos por otra persona. El resto del texto está narrado con una prosa límpida y expresiva de la que cabe destacar unos diálogos de enorme viveza. También es cierto que el final resulta un tanto brusco, pero el libro es tan bueno que eso apenas importa. Depravada a la vez que tierna, obscena y sensible, desagradable pero hermosa, sexual y romántica; Amor de monstruo es un compendio de lo peor pero también de lo mejor que posee el ser humano. Y como diría Javier Gurruchaga: señoras y señores... monstruos y monstruas pasen y lean.

lunes, 14 de octubre de 2019

"Buscando a Jake y otros relatos” de China Miéville

"Buscando a Jake y otros relatos” de China Miéville            Aunque bien podría ser el reclamo de un anuncio de perfume masculino, bajo este título  se presenta el primer libro de relatos que publicó el escritor británico China Miéville. Un autor ya conocido incluso fuera del ámbito de la literatura fantástica y que ha sido merecedor de los premios más importantes: el  Premio Arthur C. Clarke en tres ocasiones, el Premio Británico de Fantasía dos veces, el Locus de Fantasía cuatro veces; en fin no está mal para tener 47 años. Cada libro de Miéville, que ya no se prodiga tanto como antes, es esperado siempre con gran expectación y su obra parece inspirar a muchos nuevos autores. Mi experiencia literaria con Miéville ha sido un tanto desigual. Hay libros suyos como la Ciudad y la ciudad que considero espléndidos, otros como La estación de la calle Perdido cuya primera parte me parece fascinante pero que se malogra al final y otros como Embassytown con ideas excitantes pero empañado por un desdibujado protagonista.

            Acompaña al libro un revelador prólogo de Cristina Jurado que yo recomiendo leer al final, no porque se destripe nada que impida el disfrute de los relatos, sino para poder disponer de suficientes elementos de juicio al hacerlo.

            El relato con el que arranca se titula precisamente Buscando a Jake y en él se nos describe un Londres apocalíptico bastante atípico. La gente desaparece inexplicablemente de las calles y en ese escenario de calles fantasmales el protagonista busca a su amigo que se llama Jake, nombre éste que los más avispados habrán inferido de inmediato. Lo mejor es la atmósfera de desolación y extrañeza que logra conferir Miéville; lo peor, el desenlace.

            Cimiento es un relato de un hombre atormentado por los horrores de la guerra. La culpa por lo que hizo le persigue y los edificios con sus susurros parecen pedir tributo. Miéville logra impregnar el texto de un desasosiego casi insoportable. Los cimientos a los que se refiere el título y sobre los que se sustenta nuestra civilización son los millones de cadáveres que fueron necesarios ser sacrificados para llegar a donde estamos.

            El parque de Bolas está escrito en colaboración con Emma Biecham (su pareja) y Max Shaefer. Se trata de una narración de fantasmas bastante convencional y lo único que la aleja de otras historias parecidas es que está situada en una especie de tienda de IKEA y de que está dotada de una manifiesta carga crítica.

            Con este larguísimo título, Informes sobre diversos sucesos acaecidos en Londres, el autor británico demuestra que además posee sentido del humor, algo que muchos ni siquiera sospechábamos. Unos documentos llegan  por equivocación a su protagonista, que no es otro que Miéville. De ellos se desprende que existe un grupo secreto que investiga calles fantasmas que aparecen y desaparecen. Una historia tan singular como divertida.

            En Familiar un mago se despreocupa de la criatura que ha creado y deja que vague por un Londres lleno de posibles recursos. En su deambular por las calles aprovecha todo lo que encuentra para mejorar su proteico cuerpo, desde las patas de un pájaro hasta un paraguas abandonado. Si no recuerdo mal en su novela La estación de la calle Perdido aparecía un monstruo muy semejante. En unos dibujos animados habría quedado mejor.

            La idea de las vermipalabras que originan Entrada extraída de una enciclopedia médica es brillante y Miéville la sabe aprovechar. Un relato breve pero intenso contado a través del extracto de una enciclopedia.

            Detalles es uno de los relatos que más me han gustado. No sabría decir muy bien por qué la historia del muchacho que deja comida a la puerta de una anciana a la que nunca ve consigue conmoverme, puede que sea la atmósfera de misterio que la alienta. El tema de la existencia de una realidad que no todos vemos es muy querido por Miéville.

            Mensajero no le va a la zaga. Una historia digna de Philip K. Dick con un personaje que recibe mensajes por los medios más insospechados y cuyas dudas por hacer lo correcto lo arrastran al borde de la locura.

            Cielos diferentes es un relato “lovecraftiano” en el que Miéville sustituye a los habituales monstruos por unos terrores muy diferentes. Lo que realmente asusta a un viejo puede ser sorprendente. Una vez más lo mejor es el clima que logra crear el autor.

            En Acaba con el hambre Miéville la emprende contra la hipocresía que hay tras muchas  campañas humanitarias de empresas y ONG. Se trata de un relato bienintencionado pero que carece de matices, de buenos y malos, que suena a ya visto.

            Noche de paz es un insólito relato de navidad, de una navidad bajo la dictadura de las marcas registradas. Divertido, ingenioso y cáustico. Se trata de un alegato contra la tiranía del capitalismo al que parece nos vemos abocados.

            Jack trata de la manipulación, una historia que nos quiere dar a entender que los que están por encima, los que poseen el poder manejan todos los hilos aunque a veces creamos que no es así.

            El azogue es el más extenso de los relatos pero no por ello el mejor y al que le ocurre  como a algunas de sus novelas, que por algún detalle no acaban de cuajar. La idea surge de un texto de Borges: “La fauna de los espejos”, que es citado al final. Posee algunos pasajes magníficos de un terror absoluto y unas imágenes de un Londres apocalíptico difíciles de olvidar, sin embargo además de un final decepcionante la historia chirría al adoptar recursos típicos del género de la ciencia-ficción para luego apartarse de algunos de sus convenios. ¿Por qué justificar fantasías imposibles mediante explicaciones dentro del marco de la ciencia?

            Buscando a Jake y otros relatos nos brinda la ocasión de ver cómo se maneja Miéville en las distancias cortas. Se trata de un escritor que se apoya en gran medida en una cuidada ambientación, en la creación de un clima de inquietud, algo que en un primero momento podría hacernos pensar que está reñido con la concreción que exige el cuento; sin embargo su prosa sugerente logra superar este obstáculo. Además el cuento permite que su gran imaginación vuele aun con mayor libertad. En este libro se encuentran muchos de los temas que nutrirán sus futuras novelas: la denuncia del capitalismo, la relación entre arquitectura y psique, las realidades ocultas, las conspiraciones de los poderosos, el horror, los monstruos de la mente y el anhelo permanente de expandir el género fantástico.

            Una estupenda oportunidad de conocer a un autor nada convencional que abre nuevas puertas a un género que lo necesita con urgencia, no se lo pierdan.