Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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martes, 28 de septiembre de 2021

“La vida secreta de los bots y otros relatos” de VV.AA

Portada de “La vida secreta de los bots y otros relatos”

       Por lo general procuro moderar mis expectativas cuando me enfrento a un nuevo libro  y prefiero no dejar que el entusiasmo, que tanto abunda en las redes, me influya. Últimamente, sin embargo, me he descuidado. El verano, la playa y las cervezas han propiciado un relajamiento que ha insuflado un optimismo poco común en mí. El caso es que llevo dos libros que no han sido todo lo que esperaba. Precisamente uno de ellos ha sido esta selección de Gigamesh con relatos escogidos de The Best Science Fiction and Fantasy of the Year Volume 12 de Jonathan Strahan, que se nos presenta bajo el título La vida secreta de los bots y otros relatos. Se trataría de lo mejor de lo mejor que se publicó en 2017 por lo que uno esperaría encontrarse con unos relatos realmente sobresalientes, con unas tramas que nos dejaran sin aliento y que permanecieran en nuestra memoria durante algo más de cinco minutos, algo que lamento decir no ha sucedido. Comentemos uno a uno.

Zen y el arte del mantenimiento de naves espaciales de Tobias S. Buckell consigue  introducirnos en un futuro lejano que resulta convincente, porque el autor es capaz de  transmitirnos la extrañeza de un distante mañana que no se parece a nuestro presente. La trama, sin embargo, se queda en poco, una fruslería ingeniosa como las que contaba Asimov en sus primeros relatos de robots que sirve para pasar el rato pero que no deja huella.

Veredas de Maureen McHugh es un relato breve con más aspiraciones y aunque el punto de partida no sea demasiado original y puede recordar en parte a las historias que se difunden en Cuarto milenio, está bien contado y consigue enganchar. En él una logopeda trata a una mujer que habla en un idioma de otro tiempo que nadie comprende. Me chirría un poco el afán de su autora por convertirla al final y de una manera forzada en un relato de discriminación racial.

Y llegamos al relato que da título al libro: La vida secreta de los bots de Suzanne Palmer, un cuento que no tiene otra pretensión que la de entretener, cosa que consigue. Desde luego no pretende innovar ni en forma ni en contenido la ciencia ficción. El que lo premiaran con el premio Hugo no es algo que me sorprenda, lo que de verdad me sorprende es que una narración más bien discreta como ésta resulte estar entre lo mejor publicado en ciencia ficción en el año 2017.

La luna no es un campo de batalla de Indrapramit Das pertenece a ese tipo de relatos llenos de buenas intenciones de los que parecen abundar hoy en día (me viene a la mente Ken Liu). Son demasiado obvios, con un mensaje demasiado manifiesto y no me conmueven; quizás sea así porque, aunque cuenten con su público, a mí me resultan artificiosos, creados específicamente con un fin, en este caso denostar la guerra.

El obelisco marciano de Linda Nagata peca un poco de lo mismo, una vez más la narración se convierte en un vehículo para lanzar un bonito mensaje.

Al menos Una serie de chuletones de Vina Jie-Min Prasad, dentro de su vacuidad, resulta fresco y aborda un tema poco manido y de gran actualidad como es el de la fabricación de carne artificial.

Con La vida secreta de los bots y otros relatos Gigamesh nos brinda la oportunidad de conocer la ciencia ficción que se publica en el resto del mundo. La primera versión algo más reducida se regaló el Día del Libro, lo que constituye una iniciativa digna de elogio que yo no quisiera desacreditar. Por eso me duele decir que los relatos me han decepcionado y lo han hecho porque que si algo tienen en común es su falta de ambición literaria. En la introducción del libro se felicitan por las variadas procedencias de los autores escogidos. La mayoría de ellos me resultan desconocidos y poseen nombres exóticos, sin embargo aparte de añadir nuevos escenarios y unos protagonistas con orígenes étnicos diferentes a los habituales no hay nada nuevo ni en la forma ni en los contenidos. Debe ser cosa de la globalización. Procedamos de donde procedamos parece que vemos las mismas series, las mismas películas, nos calzamos zapatillas de las mismas marcas y comemos sushi y tataki. De manera que ese esperado y enriquecedor aporte de otras culturas no se refleja en las narraciones seleccionadas, tal vez porque la mayoría de estos autores parece haber desarrollado su carrera profesional o literaria en el mundo anglosajón. En fin, que no hay nada nuevo bajo el sol.

Por otro lado tengo la sensación de que la literatura fantástica y en particular la ciencia ficción está más preocupada por otros aspectos como la procedencia o naturaleza de los autores que de los meramente literarios que son los que deberían de prevalecer en cualquier obra de ficción. Juzguemos la obra por lo que es y no por su autor. Sea por la razón que sea, es una verdadera lástima que esta selección no haya cumplido con mis expectativas pero tengo la descorazonadora sospecha de que no hay mucho más donde elegir en el uniformado y políticamente correcto panorama de la ciencia ficción actual.


martes, 21 de septiembre de 2021

“La anomalía” de Hervé Le Tellier

Portada de "La anomalía” de Hervé Le TellierOcurre a veces, con más frecuencia de la que quisiéramos, que la historia anunciada en la contraportada del libro resulta mucho más fascinante que la novela que luego terminamos por leer. Basta con echar, por ejemplo, un vistazo al dorso del último libro de Hervé Le Tellier, titulado La anomalía, y leer lo siguiente para que nuestra mente eche a volar imparable hasta más allá del sistema solar: 

«El 10 de marzo de 2021 los doscientos cuarenta y tres pasajeros de un avión procedente de Paris aterrizan en Nueva York después de atravesar una tormenta. Ya en tierra, cada uno sigue con su vida. Tres meses más tarde, y contra toda lógica, un avión idéntico, con los mismos pasajeros y la misma tripulación, aparece en el cielo de Nueva York. Nadie se explica este increíble fenómeno que va a desatar una crisis política, mediática y científica sin procedentes en la que cada uno de los pasajeros podría encontrarse cara a cara con una versión distinta de sí mismo».

No se puede negar que la premisa resulta irresistible, más aún para alguien como yo a quien le gusta el género fantástico. Debo admitir que todo esto que se dice acaba en efecto por suceder: la contraportada no miente. El problema es que no sucede hasta bien avanzado el libro, por lo que la sinopsis, un incitante anzuelo lanzado por la editorial para atraer compradores, supone un enorme y desconsiderado «spoiler» para el lector. Por otro lado el susodicho texto crea unas expectativas que son imposibles de cumplir.

Y es que con lo primero con lo que uno se topa al leer La anomalía es con una serie de personajes variopintos a los que no queda más remedio que conocer en capítulos sucesivos cuando lo que yo querría es que me arrojaran de lleno en la trama que se me había prometido. Es verdad que el primer personaje que conocemos, un tal Blake, asesino a sueldo digno de un thriller de John Katzenbach, no es precisamente el individuo que uno espera encontrarse en una novela premiada con el Goncourt. Incluso el personaje que le sigue en el segundo capítulo, Victor Miesel, un escritor bien considerado por la crítica pero ignorado por el público no deja de tener su atractivo. Pero la imaginación es como la hojarasca en un día de calor y basta una mínima chispa para prenderla. En nuestra mente el fuego se inició en cuanto leímos la dichosa contraportada y no va ser fácil de aplacar.

El resto de protagonistas de esta novela coral no dejan lugar a dudas de que la novela pertenece a su época, de manera que además de la trillada pareja de hombre maduro y mujer  joven teniendo un romance nos encontraremos con los nuevos tópicos de la ficción moderna: un pedófilo del que no sospecha ni su mujer, un cantante que decide salir del armario y una mujer negra abogada y empoderada. La novela a pesar de todo resulta entretenida, está bien escrita y Le Tellier sabe darle un final apañado que me ha recordado a Cita con Rama de Arthur C. Clarke, novela con la que por otra parte nada tiene que ver. La historia cobra interés sobre todo a partir del momento en que acontece la anunciada anomalía. Los personajes deben enfrentarse a algo inexplicable, a unos hechos que les cambiará la vida pero de alguna manera, y como nos ha sucedido a todos en esta pandemia que se ha vuelto endémica, acaban por amoldarse a la nueva situación.

La anomalía es en ocasiones un bestseller sofisticado y ameno pero en otras parece un divertimiento concebido por el autor para su propio placer. Se trata de un libro que tiene un poco de todo, desde trama policiaca pasando por ciencia ficción hasta melodrama y humor. Las referencias metaliterarias y las reflexiones sobre la identidad que la narración despierta en el lector todo ello aderezado con un buen puñado de ironía hacen que su lectura resulte razonablemente grata y la elevan por encima de productos similares.  De todos modos debo decir que muchas de las explicaciones y especulaciones que se manejan en la novela no pillarán desprevenidos a los aficionados a la ciencia ficción. El mayor problema del libro estriba en tener una contraportada que destripa de manera inmisericorde la trama. Mi consejo es no leerla pero si ya lo has hecho, lo mejor sería dejar pasar un tiempo hasta que el argumento se difumine en la memoria.