Un título potente. La. Brigada.
De. Luz. Una autora, Kameron Hurley.
Tropas en un futuro de mierda.
Déjà vu.
Viajes en el tiempo. Luz de esperanza.
¿Por qué tantos puntos y aparte? ¿Y
por qué tantas frases sin verbo? De esta manera he querido imitar el
sofisticado estilo de Kameron Hurley. Pero dejémonos de bromas y centrémonos en
la reseña.
La autora ha tomado claramente como
modelo Tropas del espacio, la famosa novela de Robert A. Heinlein y uno
de sus títulos más criticados y polémicos, a la hora de escribir La brigada
de luz. No es el momento de defender la novela de Heinlein, sin embargo,
algo debe de tener para que sesenta años después de su publicación se siga
hablando de ella, un periodo nada despreciable tratándose de una novela de
ciencia-ficción. La estructura narrativa, el régimen político que se describe,
las batallas, todo estos elementos están tomados de esa novela con la que Heinlein
obtuvo en 1960 su segundo Hugo. Aunque Hurley en principio no parece una autora
que tenga mucho en común con Heinlein (desde luego ideológicamente se diría que
están en extremos opuestos) comparten, sin embargo, más cosas de las que cabría
esperar. Por ejemplo, la enrevesada trama central de los viajes en el tiempo
parece inspirarse en alguno de los relatos más conocidos de Heinlein como Por
sus propios medios o Todos vosotros zombis. Asimismo, ambos
escritores poseen una prosa rápida y directa que se demora muy poco en
descripciones y que se apoya en los diálogos. Hurley lo imita incluso cuando
oculta hasta el final de la novela el sexo de su protagonista aunque la
revelación no creo que sorprenda a nadie, es lo mismo que hizo Heinlein en Tropas
del espacio con la etnia de su personaje principal. Siempre se ha acusado
al autor americano de poner en boca de sus personajes sus propias ideas, bien,
pues hasta en ese detalle se asemejan ambos escritores.
La brigada de luz es una
novela trepidante, electrizante, que comienza de una manera muy sencilla y que
se va complicando sin que nos demos cuenta. Cuando lo hacemos el lío es ya
monumental. Esto es resultado del mayor problema que veo en la novela como
comentaré más adelante y que afecta en gran medida a los personajes (no son
pocos), que por esta razón resultan casi imposibles de distinguir entre sí. Su
conducta apenas se diferencia y conocerlos únicamente por su apellido propicia
que nos olvidemos de si son hombres o mujeres, un detalle que ayudaría a identificarlos.
Es evidente que se trata de algo intencionado por parte de la autora con el
objetivo de hacernos ver que el sexo es un rasgo sin importancia. En ese futuro
tan chungo y embrutecido gobernado por grandes corporaciones al menos han
alcanzado la igualdad de género. La diferencia entre mujeres y hombres es
irrelevante y a juzgar por cómo se comportan la testosterona no parece
escasear, tanto es así que se reparte de manera equitativa entre unos y otras.
La novela de Hurley parte de una
idea francamente atractiva. Tras la aniquilación de Sao Paolo, Dietz se alista
en el ejército para luchar contra los colonos marcianos a los que se acusa del
desastre. El mundo está regido por grandes corporaciones que luchan contra el
enemigo común. Cuentan con una ventaja sobre los marcianos: el teletransporte
de tropas. Por desgracia se trata de una tecnología que no es cien por cien
fiable y cuyo funcionamiento no es del todo comprendido. Dietz lo experimenta
en sus propias carnes en varias ocasiones al descubrir que sus viajes no
coinciden con el que realizan sus compañeros. Como verán el punto de partida no
podría ser más interesante. Lástima que Hurley no le saque más provecho. En
parte se debe a que el futuro descrito por Hurley regido por desalmadas corporaciones
carece de suficiente entidad pero más que nada por lo obvio que resulta todo,
aunque no así para su protagonista, que hasta el final no se entera de nada.
Por otro lado el esperanzador y en exceso fantasioso final parece más propio de
un público adolescente que de uno adulto y resulta especialmente decepcionante
después del cuidado puesto por la autora para encajar cada una de las piezas de
la trama.
Todo esto no tendría tanta
importancia si Hurley lograra implicarte en la historia y te hiciera vibrar,
pero esto ocurre en muy pocas ocasiones, lo que se debe sobre todo al problema
que he mencionado antes cuando hablaba de los personajes y que no es otro que
la tremenda vaguedad con la que todo es descrito. Hurley escatima en
descripciones y los pocos detalles que proporciona al lector son la mayoría de
las veces demasiado imprecisos. Todo esto hace que no sepamos muchas veces si
los personajes se hallan en medio de un desierto, en un bosque o hacen cola para entrar en el váter. La novela es entretenida pero no
le habría venido nada mal un poco más de luz.