Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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miércoles, 25 de marzo de 2020

"La Brigada de luz” de Kameron Hurley

"La Brigada de luz”  de Kameron Hurley            Una reseña.
            Un título potente. La. Brigada. De. Luz. Una autora, Kameron Hurley.
            Tropas en un futuro de mierda.
            Déjà vu.
            Viajes en el tiempo. Luz de esperanza.
         ¿Por qué tantos puntos y aparte? ¿Y por qué tantas frases sin verbo? De esta manera he querido imitar el sofisticado estilo de Kameron Hurley. Pero dejémonos de bromas y centrémonos en la reseña.

            La autora ha tomado claramente como modelo Tropas del espacio, la famosa novela de Robert A. Heinlein y uno de sus títulos más criticados y polémicos, a la hora de escribir La brigada de luz. No es el momento de defender la novela de Heinlein, sin embargo, algo debe de tener para que sesenta años después de su publicación se siga hablando de ella, un periodo nada despreciable tratándose de una novela de ciencia-ficción. La estructura narrativa, el régimen político que se describe, las batallas, todo estos elementos están tomados de esa novela con la que Heinlein obtuvo en 1960 su segundo Hugo. Aunque Hurley en principio no parece una autora que tenga mucho en común con Heinlein (desde luego ideológicamente se diría que están en extremos opuestos) comparten, sin embargo, más cosas de las que cabría esperar. Por ejemplo, la enrevesada trama central de los viajes en el tiempo parece inspirarse en alguno de los relatos más conocidos de Heinlein como Por sus propios medios o Todos vosotros zombis. Asimismo, ambos escritores poseen una prosa rápida y directa que se demora muy poco en descripciones y que se apoya en los diálogos. Hurley lo imita incluso cuando oculta hasta el final de la novela el sexo de su protagonista aunque la revelación no creo que sorprenda a nadie, es lo mismo que hizo Heinlein en Tropas del espacio con la etnia de su personaje principal. Siempre se ha acusado al autor americano de poner en boca de sus personajes sus propias ideas, bien, pues hasta en ese detalle se asemejan ambos escritores.

            La brigada de luz es una novela trepidante, electrizante, que comienza de una manera muy sencilla y que se va complicando sin que nos demos cuenta. Cuando lo hacemos el lío es ya monumental. Esto es resultado del mayor problema que veo en la novela como comentaré más adelante y que afecta en gran medida a los personajes (no son pocos), que por esta razón resultan casi imposibles de distinguir entre sí. Su conducta apenas se diferencia y conocerlos únicamente por su apellido propicia que nos olvidemos de si son hombres o mujeres, un detalle que ayudaría a identificarlos. Es evidente que se trata de algo intencionado por parte de la autora con el objetivo de hacernos ver que el sexo es un rasgo sin importancia. En ese futuro tan chungo y embrutecido gobernado por grandes corporaciones al menos han alcanzado la igualdad de género. La diferencia entre mujeres y hombres es irrelevante y a juzgar por cómo se comportan la testosterona no parece escasear, tanto es así que se reparte de manera equitativa entre unos y otras.

            La novela de Hurley parte de una idea francamente atractiva. Tras la aniquilación de Sao Paolo, Dietz se alista en el ejército para luchar contra los colonos marcianos a los que se acusa del desastre. El mundo está regido por grandes corporaciones que luchan contra el enemigo común. Cuentan con una ventaja sobre los marcianos: el teletransporte de tropas. Por desgracia se trata de una tecnología que no es cien por cien fiable y cuyo funcionamiento no es del todo comprendido. Dietz lo experimenta en sus propias carnes en varias ocasiones al descubrir que sus viajes no coinciden con el que realizan sus compañeros. Como verán el punto de partida no podría ser más interesante. Lástima que Hurley no le saque más provecho. En parte se debe a que el futuro descrito por Hurley regido por desalmadas corporaciones carece de suficiente entidad pero más que nada por lo obvio que resulta todo, aunque no así para su protagonista, que hasta el final no se entera de nada. Por otro lado el esperanzador y en exceso fantasioso final parece más propio de un público adolescente que de uno adulto y resulta especialmente decepcionante después del cuidado puesto por la autora para encajar cada una de las piezas de la trama.

            Todo esto no tendría tanta importancia si Hurley lograra implicarte en la historia y te hiciera vibrar, pero esto ocurre en muy pocas ocasiones, lo que se debe sobre todo al problema que he mencionado antes cuando hablaba de los personajes y que no es otro que la tremenda vaguedad con la que todo es descrito. Hurley escatima en descripciones y los pocos detalles que proporciona al lector son la mayoría de las veces demasiado imprecisos. Todo esto hace que no sepamos muchas veces si los personajes se hallan en medio de un desierto, en un bosque o hacen cola para entrar en el váter. La novela es entretenida pero no le habría venido nada mal un poco más de luz.

jueves, 12 de marzo de 2020

"La ciudad que nació grandiosa y otros relatos” de N. K. Jemisin


"La ciudad que nació grandiosa y otros relatos”  de N. K. Jemisin            Nora K. Jemisin ha conseguido lo que ningún otro escritor hasta el momento, ganar el premio Hugo durante tres años de forma consecutiva. Los tres libros que componen su trilogía de La tierra fragmentada,  La quinta estación,  El portal de los obeliscos y El cielo de piedra fueron premiados sucesivamente en los años 2016, 2017 y 2018. No he leído ninguno de ellos y, por lo tanto, no puedo dar mi opinión sobre si esta obra es merecedora de tanto galardón ni sobre la calidad de la misma. Antes de embarcarme en una tarea de tamaña envergadura he preferido aproximarme a su obra a través de este libro de relatos que en España han titulado La ciudad que nació grandiosa y otros relatos y que fue publicado en EE.UU con el título How Long’til Black Future Month, que es también el título de un ensayo que la autora escribió en 2013 y en el que habla de sus problemas con la fantasía desde la perspectiva de una mujer de raza negra. La idea era comprobar si mi creciente desconfianza hacia los premios Hugo, mi poca predisposición a las trilogías y mis prejuicios hacia la fantasía actual, en fin, si todo esto podía verse neutralizado por una prosa extraordinaria o unos argumentos innovadores. No ha sido así, sus méritos, que no voy a negar que tiene, no me han parecido suficientes para acometer semejante empresa.

            Quizás lo mejor del libro sea la gran variedad de géneros y escenarios que surgen de sus  páginas. Hay relatos de todo tipo, desde historias que tienen lugar en mundos de fantasía alejados de la tradición a otros más clásicos pasando por la ciencia-ficción, con muchas de sus variantes: distopía, cyberpunk e invasiones extraterrestres. En sus cuentos hallamos brujas malvadas, dragones bondadosos, alienígenas e incluso inteligencias artificiales, sin embargo esta diversidad es muchas veces sólo formal y las historias que se cuentan, muchas de ellas protagonizadas por jóvenes desarraigadas que se enfrentan a su entorno, apenas varían unas de otras.

            Resulta interesante observar en estos relatos la  evolución de Jemisin como escritora, algo que se aprecia en la mayor complejidad que van adquiriendo los escenarios pero que sobre todo se percibe en la actitud de sus protagonistas, quienes de la ira y de la rabia de los primeros relatos como Los que se quedan y luchan o Bruja de tierra roja pasan a mostrar una actitud más apacible y afectuosa, como sucede sobre todo en el último relato Santos, pecadores, dragones y apariciones en la ciudad que yace bajo las aguas tranquilas y también en el que le precede,  Probabilidades distintas de cero. También se aprecian unos tímidos deseos de innovar en la forma y en la estructura narrativa, todo hay que decirlo, poco afortunados y que no consisten en otra cosa que desordenar la narración como ocurre en  Henosis y en Los evaluadores.

            Estos escenarios cada vez más complejos no van acompañados siempre de una trama más sofisticada, y por lo general pecan de ser algo simples. Una excepción es El narcomante una fantasía bien armada, más equilibrada, sin los excesos de otros relatos. Todo lo contrario ocurre con  Hambre de piedra, un cuento que se desarrolla en el mundo de la Tierra Fragmentada y en el que lo que se cuenta es insignificante frente al universo en que se sitúa. De todos modos no simpatizo mucho con las fantasías en las que los personajes detentan unos poderes extraordinarios que los convierten en casi dioses y más aún si la intención es hacerlas pasar por ciencia-ficción. Tampoco me ha gustado el relato que da título al libro, La ciudad que nació grandiosa, aunque posea sólo un defecto: el de aburrir hasta a las hojas en que está impreso. Resulta curioso que fuera elegido para el premio Hugo de 2017, pero aún más asombroso es que haya podido dar lugar a una novela titulada La ciudad que nos unió y que en breve será publicada por Penguin Random House bajo el sello Nova.

            Jemisin se considera a sí misma activista y esa rabia que lleva dentro marca con frecuencia sus relatos, que adolecen a menudo de cierto esquematismo. He disfrutado más con sus cuentos menos ambiciosos y reivindicativos al estilo de L’Alchimista o Cuisines des Mémoires, ambos relacionados con la gastronomía, o con la apañada distopía La bailarina del ascensor que con sus fantasías más elaboradas. En resumen, una antología que no ha cumplido  en absoluto con mis expectativas y que por tanto me siento incapaz de recomendar.