Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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domingo, 25 de abril de 2021

"Klara y el Sol" de Kazuo Ishiguro

Portada de "Klara y el Sol" de Kazuo Ishiguro
            Klara y el Sol es la primera novela de Kazuo Ishiguro después de que le fuera concedido el Premio Nobel en 2017, además supone su regreso a la ciencia ficción desde Nunca me abandones (2005). No tenía fácil el escritor de origen japonés superarse a sí mismo o al menos  mantenerse a la altura de ese magnífico y melancólico relato que fue llevado al cine por Mark Romanek en 2010.

            Los primeros capítulos de Klara y el Sol, en los que Klara, una AA (Amiga Artificial) aguarda a que alguien la compre mientras desde la tienda observa con curiosidad el mundo que los seres humanos han construido al derredor, nos hacen abrigar la esperanza de que sea así, de que Ishiguro no va a defraudarnos. Sin embargo, a medida que nos adentramos en la novela la promesa inicial no acaba del todo de concretarse. Tras un precioso comienzo en forma de cuento infantil la historia se deviene en distopía, Klara deja de ser el foco principal, que pasa a ser compartido con la familia que la ha adquirido, y a partir de aquí la novela pierde algo de su magia inicial.

            En las novelas de Ishiguro el narrador resulta fundamental y su elección suele condicionar por completo el desarrollo posterior de la narración. En este caso la mirada escogida por el autor es la de un robot, aunque este término nunca es utilizado en el libro. También McEwan en Máquinas como yo (2019) prefirió eludir la palabra. En un futuro próximo en que la educación se realiza a distancia y los contactos entre los niños son infrecuentes, los AA han sido específicamente diseñados para la compañía de adolescentes. Se trata de jóvenes como Josie, que a pesar de vivir sobreprotegidos soportan una enorme tensión por lo que esperan de ellos su padres. En esta delicada situación Klara debe hacer lo posible por acompañar y ayudar a Josie. Su capacidad de observación, superior a la de otros AA, permite al autor contar lo que sucede con la minuciosidad y el detalle a los que nos tiene acostumbrados al mismo tiempo que dota al relato de una oportuna vaguedad. La visión proporcionada es incompleta al estar muy condicionada por la naturaleza de Klara y por lo poco que sabe del comportamiento humano. Hay una escena en que se muestra de manera muy elocuente esta ignorancia. Cuando van a visitar a Josie sus amigos Klara advierte que se convierte en una persona distinta. Es algo que al principio la confunde  pero no tarda en darse cuenta de que los humanos tienen más de una cara y que adoptan personalidades diferentes dependiendo de que con quien estén. La ingenuidad de Klara sorprende, no es como esos robots a los que estamos acostumbrados a ver dotados de una memoria enciclopédica y capaces de responder a cualquier cuestión por compleja que sea. Para lo que sí está dotada la AA es para aprender de sus observaciones, aunque sus conclusiones resulten en ocasiones equivocadas. Como consecuencia de ello su mundo, tal y como ella lo concibe, no se ajusta del todo a la realidad. Lo llamativo de la novela y lo que le resta cierta verosimilitud es que nadie corrija a Klara de sus errores. Ni Rick, el amigo de Josie, ni su padre se oponen o se cuestionan la misión que Klara se propone para salvar a su amiga Josie de la enfermedad que pone en peligro su vida. La causa de esta misteriosa enfermedad tiene que ver con una decisión crucial que tomaron sus padres en el pasado y que entronca con dilemas morales que se semejan a los planteados en Nunca me abandones.

            Ishiguro, remiso siempre a que sus novelas se encasillen en la literatura de género, habla de «cuentos georgianos», aunque luego utilice elementos propios de la ciencia ficción. Klara podría ser uno de esos autómatas movidos a cuerda de las narraciones infantiles pero lo cierto es que se trata de una máquina que obtiene su energía de la luz solar, con una visión que su mente organiza a modo de bloques muy parecida a lo que hemos visto en algunas películas de ciencia ficción. Por otro lado, está la idea del mejoramiento de los jóvenes, de la que prefiero no desvelar demasiado, un asunto de índole claramente distópico. Por mucho que lo quiera negar la ciencia ficción le proporciona un instrumento eficaz con el que observar las emociones desde un punto de vista no humano, desde el punto de vista de Klara. No obstante Klara tiene mucho en común con los personajes de otras novelas de Ishiguro. Al igual que muchos de ellos se resigna a aceptar su destino sin rebelarse. Cuando Klara actúa lo hace sólo para salvar a su amiga Josie y no le importa tener que sacrificarse para ello si es necesario, pero nunca lo hace para su propio beneficio.

            Me llama la atención que dos autores ingleses de la misma generación como McEwan e Ishiguro se hayan interesado en tan poco espacio de tiempo por el tema de la inteligencia artificial. Supongo que cada vez es más difícil permanecer ajeno a los vertiginosos avances tecnológicos que se producen en el mundo. Muchas de las cosas que hasta hace poco se consideraban pertenecientes al ámbito de la ciencia ficción forman parte de nuestro día a día. Ambos escritores son conscientes de ello y no han podido permanecer al margen de estos avances que influyen cada vez más en la sociedad. Cada uno aborda el tema de una manera diferente, McEwan desde un punto de vista racional y filosófico, Ishiguro fijándose en el plano emocional. El primero se ha documentado con profusión, conoce la historia de Turing, ha oído hablar de Asimov; dudo mucho que Ishiguro conozca al «buen doctor» y su interés por la ciencia no va más allá de sus efectos sobre la sociedad. McEwan reflexiona sobre la manera en que funciona la mente humana mientras que Ishiguro lo hace sobre la soledad del ser humano y sobre cómo se comportaría frente una criatura artificial.

            Aparte de los primeros capítulos la novela cuenta con otro momento del mejor Ishiguro. Josie acude con cierta periodicidad a la ciudad para que le hagan un retrato, algo que a todos parece inquietar, a la criada e incluso a la madre, que es la que por otro lado anima a su hija a hacerlo. Ishiguro, maestro de la postergación, oculta lo que hay detrás de todo ello y cuando por fin descubre las cartas no tenemos más que admirarnos de su inteligencia. Lástima que luego la trama haga un quiebro inesperado y siga por derroteros menos arriesgados y menos dificultosos. No me atrevo a aventurar lo que Klara y el sol hubiera podido llegar a ser con un poco más de ambición. En cualquier caso se trata de una novela estimable, un cuento sencillo impregnado de esa poesía y de esa melancolía característica de su autor.

lunes, 19 de abril de 2021

“Hija de sangre y otros relatos” de Octavia E. Butler

Portada de "Hija de sangre y otros relatos” de Octavia E. Butler
            Octavia Estelle Butler ha pasado en poco más de dos años de ser una desconocida en España a ser traducida por tres editoriales diferentes. En el intervalo de unos meses nos hemos podido encontrar en el mercado con tres nuevos libros de Butler publicados por diferentes sellos editoriales: La parábola del sembrador(1993) por Capitán Swing, Hija de sangre y otros relatos por Consonni, libro que nos ocupa, y en poco tiempo, si no ha salido ya, la monumental Trilogía Xenogénesis (1987,1988,1989) con casi mil páginas en Ediciones B. Capitán Swing abrió el camino con Parentesco (1979) y desde entonces las editoriales parecen rifarse a la autora.  Este fervor repentino por publicar la obra de Butler parece está unido a las circunstancias que vivimos con la recuperación de figuras femeninas importantes y el Black Lives Matter.  Cualquier excusa me parece buena para conocer a la gran escritora que es Octavia Butler.

            El libro se compone de siete relatos y dos ensayos, cada uno de ellos seguido de un breve epílogo escrito por la propia autora. Estos comentarios al final de cada texto en los que explica  los motivos que le llevaron a escribirlos me han parecido muy esclarecedores y nos dan una idea de lo que pasa por la mente de un escritor cuando se pone a escribir.

            En el epílogo de su mejor relato, Hija de sangre, Butler se extraña de que muchas personas lo hubieran interpretado como una historia de esclavitud. Para la autora se trata de un relato que le sirve para ahondar en el amor entre dos seres muy diferentes, un humano y una criatura alienígena así como contar el paso a la edad madura de un chico. La idea surgió de su deseo de escribir un relato de hombres embarazados. Según tengo entendido a Ursula K. Leguin le empujaron motivos muy parecidos cuando escribió La mano izquierda de la oscuridad. En una entrevista que se publicó hace años declara haber escrito la novela en gran parte por el placer de poner la frase: «El rey estaba embarazado». No sé si trata de una coincidencia o es que ver a un hombre en este estado divierte especialmente a las escritoras de ciencia-ficción norteamericanas. El relato da para muchas interpretaciones y es lo que hace que sea tan extraordinario. Antes de leer el epílogo pensé que podría ser una especie de metáfora del embarazo, con todo su horror. También encontré elementos en común con su primera novela Parentesco que trata de la esclavitud y de la relación contradictoria que se establece entre amo y esclavo. En Hija de sangre logra algo muy difícil como es hacer creíble una relación tan compleja entre dos especies completamente diferentes en la que una ostenta una posición de poder sobre la otra. La protagonista del relato lucha entre su repulsa por lo que ha de hacer y el amor y respeto que siente por su protectora. La técnica que utiliza Butler para hacernos entrar en ese mundo de dominación y de sumisión es la de ir proporcionándonos muy poco a poco los detalles de lo que sucede. Llegado un momento todo acaba encajando y la imagen mental se nos aparece clara y nítida. Utiliza de manera impecable la misma técnica en el relato Parientes cercanos en la que, esta vez ya no en clave de ciencia-ficción, nos narra otra relación escabrosa.

            Butler es una maestra a la hora de dosificar la información, de ir dándola gota a gota sin  peroratas explicativas. Hay que tener buena mano para ello porque se puede caer en el peligro de ocultar en exceso y hacer que el lector se pierda y acabe por desconectar. Algo así me ha sucedido con el penúltimo de sus relatos Amnistía. He tardado demasiado en comprender lo que sucede. El relato que le sigue, El libro de Martha  también es de los que menos me ha gustado. Su propósito queda demasiado en evidencia y me resulta demasiado expositivo. Lo cierto es que los dos últimos relatos, por otro lado los más recientes, son los menos satisfactorios de la recopilación.

            Los personajes de los relatos de Butler no lo tienen nunca fácil. Las soluciones que se les ofrecen nunca son del todo buenas y siempre hay alguna contrapartida negativa ineludible. Así sucede en casi todos ellos, en los que ya he mencionado, pero sobre todo en el titulado La tarde y la mañana y la noche. Se trata de una historia con una enfermedad terrible (Butler puede llegar a ser muy morbosa) en la que se interroga sobre cómo nuestra naturaleza puede condicionarnos para ser como somos y dirigir nuestro modo de actuar sin que nos demos cuenta de ello. Tras leer este desesperanzador relato a uno le queda la impresión de que no diferimos tanto de otros seres vivos menos complejos como las plantas; de la misma manera que ellas se ven impelidas a buscar la luz, también nosotros actuamos dirigidos por nuestros genes.

            El relato Sonidos de habla había sido publicado con anterioridad en la antología seleccionada por John Joseph Adams que editó Valdemar titulada Paisajes del Apocalipsis de manera que ya lo conocía. Su historia me ha parecido igual de desgarradora que cuando la leí por primera vez. Hay un breve momento de esperanza, una luz entre tanta oscuridad que hace dudar al lector pero esa ilusión nos es arrebatada de inmediato. Sin el recurso del habla Butler presenta una humanidad que apenas se distingue de las bestias.

            Los dos ensayos que complementan el libro transmiten ese mismo tono íntimo que el resto del libro gracias a los epílogos. En el primero, Obsesión positiva, nos habla de su deseo de escribir desde la niñez y de los esfuerzos para lograr que la publicaran. En Furor scribendi proporciona una serie de consejos a todos los que quieren dedicarse a la escritura.

             Hija de sangre y otros relatos puede considerarse un preámbulo antes de entrar en la  obra extensa de la autora. En el prefacio del libro Butler se reconoce sobre todo como novelista y seguramente sea así, sin embargo éste libro contiene tres relatos francamente buenos, de esos que dejan huella.