Son
muchos los que consideran Visión ciega una de las novelas más
importantes de la ciencia-ficción de los últimos años. No hay más que echar un
vistazo en la blogosfera para ver la cantidad de comentarios que suscitó. Tras
su publicación en España hace ya ocho años leí varias críticas y en general
resultaron ser positivas, pero incluso en las más favorables se lamentaban de
la confusa escritura de Watts. Esta lapidaria reseña de César Mallorquí
logró disipar las dudas que me quedaban. Las pegas que le encuentra Mallorquí
son completamente razonables y muy convincentes hasta el punto de que sólo
después de todos estos años me he animado a comprobar por mí mismo si son
justas. Ahora que he leído el libro he de decir que estoy bastante de acuerdo
con todo lo que dice Mallorquí en su blog. La novela parece estar escrita para
que se entienda lo menos posible, la trama es confusa, un disparatado vampiro
desempeña un papel importante en la trama y los protagonistas parecen sacados
de la feria de los horrores. Y si bien todo esto es cierto, y bastaría para
desechar cualquier novela hay que reconocer también que posee importantes
valores que intentaré destacar.
Los relatos sobre el primer contacto
con extraterrestres por clásicos que sean nunca han dejado de interesarme y
Watts consigue darles una nueva vuelta de tuerca. Creo que puedo decir sin
equivocarme que se trata de uno de los temas más queridos para los aficionados
al género. Novelas que incluyen alienígenas las hay a cientos, pero en las que
se cree una criatura científicamente plausible y que no resulte ajena en exceso
no hay tantas. Desde los marcianos de Una
odisea marciana de Stanley G. Weinbaum hasta los “Anfitriones” de Embassytown
de China Miéville podemos encontrar alienígenas para todos los gustos; a este
variado repertorio ahora podemos añadir los trepadores de Visión ciega.
Los seres concebidos por Peter Watts además de ser enormemente verosímiles
plantean interesantes cuestiones sobre la inteligencia, lo que para mí supone
el mayor aliciente del libro.
Visión ciega nos hace
reflexionar sobre la consciencia. ¿Para qué sirve? ¿Cómo surgió a lo largo de
la evolución? ¿Qué ventaja supone para la supervivencia? ¿Podría existir
inteligencia sin consciencia? Cuestiones estas que muy pocas obras de
ciencia-ficción suelen abordar siendo éste un género, creo yo, especialmente
adecuado para ello. En el futuro de 2082 que describe Watts mucha gente
prefiere huir de la realidad y con el fin de “soñar” una vida mejor se conecta
a “Paraíso”. La culpable de esta escapada generalizada a una realidad virtual
para Watts es la consciencia. Seres menos conscientes o a punto de prescindir
de la consciencia, como los vampiros que se saca Watts de la manga, no correrían
ese peligro según el autor canadiense.
Existen momentos en la novela de
verdadero terror que nos hacen recordar la película Alien. Especialmente
escalofriante es todo lo que les ocurre a los personajes al entrar en el
artefacto alienígena (Rorschach), y lo consigue a pesar del poco interés del
autor por ser comprensible. También cabe destacar el primer contacto con los
extraterrestres. No puedo decir, sin embargo, que el mérito estribe en la prosa
de Watts, que poco ayuda a transportarnos a ese mundo hostil y enajenante. Sólo
el enorme interés y atractivo que suponen para el aficionado a la ciencia-ficción
este tipo de relatos y la propia imaginación del lector pueden suplir estos
escollos estilísticos.
Entre
los defectos de la novela que se suelen mencionar está la poca empatía que
inspiran los personajes. Es verdad que
no resultan demasiado simpáticos y que son todos muy raros, pero el problema
que yo veo es que a pesar de sus extremadas anomalías y singularidades, (al
protagonista le han eliminado un hemisferio cerebral, la lingüista tiene
personalidad múltiple, el biólogo tiene toda clase de añadidos en su cuerpo, el
que está al mando es un vampiro), no están suficientemente perfilados ni
resultan memorables. El mayor despropósito es el caso del vampiro. Hay que ver
la película que se monta Watts sobre una raza de vampiros que se extinguió en
el pasado debido a un detalle completamente estúpido, que no voy a desvelar,
para hacerlos creíbles. Para justificar su brillante idea proporciona diversos
detalles científicos sobre su morfología y su manera de pensar. ¿Qué quieren
que les diga? A mí un señor adulto que se pasa toda la novela chasqueando la
lengua sólo me produce risa. Dicen que sí, que tiene su justificación al final
de la novela, pero podría haber logrado el mismo efecto con una inteligencia
artificial o un robot.
Peter Watts tenía un material
realmente fantástico para crear una gran novela, pero el estilo confuso, una
ambición literaria que lo convierte la mayoría de las veces en ininteligible y
unos personajes excesivos echan a perder la obra. Habría que estar en la cabeza
de Watts para poder seguir sus diálogos o muchos de sus razonamientos. Sólo una
enorme amor a la ciencia-ficción y una tenaz paciencia para leer cada frase dos o tres veces permiten llegar hasta el final del
libro. Tampoco me convence el tono lúgubre y descreído, estilo novela negra, en
que está narrada la historia, sobre todo siendo quién es el narrador. ¿No habíamos
quedado en que funcionaba como una habitación china? En resumen, muy buenas
ideas, interesantes especulaciones, buenos propósitos, pero escasa literatura.
Ustedes verán si compensa.