Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

Universo de pocos

martes, 26 de octubre de 2021

“La capacidad de amar del señor Königsberg” de Juan Jacinto Muñoz-Rengel

Portada de “La capacidad de amar del señor Königsberg” de Juan Jacinto Muñoz-Rengel

 La última novela de Juan Jacinto Muñoz-Rengel La capacidad de amar del señor Königsberg juega al desconcierto. Parece una cosa y luego es otra. La novela muda de piel varias veces. Comienza como una narración más bien realista para luego transformarse en un relato de ciencia ficción, y una vez instalado en este género recorrer varios de sus subgéneros. Y todo esto en sólo 200 páginas. Su largo título con el apellido Königsberg al final no hace más que incrementar el desconcierto. ¿Por qué señor Königsberg y no señor Williams o señor Johnson si la historia se sitúa en Nueva York? Esto tiene fácil explicación. La ciudad de Königsberg, ahora Kaliningrado, es la que vio nacer al famoso filósofo Immanuel Kant, como muy bien sabe Muñoz-Rengel que estudió la carrera de filosofía. A través de su protagonista y sin que falte cierto cachondeo el autor hace que la ética Kantiana esté presente en la novela.

Este señor Königsberg que se menciona en el título tendrá que hacer frente a una invasión extraterrestre, deberá sobrevivir en un Nueva York deshabitado, se librará de un mal que sólo aqueja a los hombres... En fin, es mejor no desvelar todas las sorpresas que la mente de Muñoz-Rengel ha concebido. Königsberg a pesar de todas sus manías y de las férreas obligaciones que se impone a sí mismo supera cada una de las pruebas a las que es sometido mientras que a su alrededor sus compañeros de trabajo y sus vecinos en apariencia más capacitados que él son vencidos por las calamitosas e inusuales circunstancias que asolan al mundo.

Con esta novela Muñoz-Rengel parece dispuesto a romper las barreras entre los géneros. No le ha importado saltarse las vallas establecidas y pacer un poco en cada una de las parcelas con la libertad que da desprenderse de prejuicios literarios. Esta opción elegida de no ceñirse a las reglas de los géneros incluye los llamados subgéneros dramáticos. Así parece puesto que flirtea con la comedia aunque su trama enloquecida y el comportamiento de su protagonista hagan que en ocasiones parezca una farsa. Pero de lo que no hay duda es de que no es un drama a pesar de los desastres que se suceden a lo largo de la novela. Su ritmo rápido y sus diálogos concisos no incitan a la reflexión profunda que se esperaría de un libro llamado «serio». No lo es, pero tampoco es una novela para morirse risa. No me lo ha parecido, por más que algunas de las situaciones resulten chocantes y me hayan arrancado alguna sonrisa. Muñoz-Rengel evita cargar las tintas en este sentido aunque el relato discurra por caminos cada vez más descabellados y acabe al final disfrazándose de pulp o bolsilibro. ¿Qué es entonces La capacidad de amar del señor Königsberg? Precisamente esta imposibilidad de etiquetarlo creo que es su mayor atractivo.

Tengo la impresión de que el autor se lo ha pasado en grande escribiéndolo. En una lectura apresurada podría dar la impresión de que el texto es el resultado de ese juego (no sé si lo habéis jugado alguna vez) en que cada uno de los participantes debe continuar el relato donde lo dejaron los demás y así alternativamente. El texto final suele ser por lo general incoherente y desquiciado. Sin embargo, los cambios continuos con los que Muñoz-Rengel sacude la trama son más deliberados de lo que pueda parecer. La pista nos la dan los extractos escogidos por el autor para comenzar el libro, uno de ellos es este firmado por Kurt Vonnegut:

«Me enseñaron que el cerebro humano era el culmen de la evolución hasta el momento, pero creo que es un sistema muy pobre para la supervivencia».

Y de esto va el libro, de la posibilidad de que ante los cambios no siempre los más fuertes o los más listos sean los que salen adelante. Paul Königsberg, un tipo molesto y blanco de las burlas de sus compañeros de oficina, con su marcado sentido del deber, su cabezonería y su falta de empatía logra vencer a todos. Se ha comparado al protagonista con el Bartleby de Melville, sin embargo, Königsberg no está envuelto en el mismo misterio que rodeaba al personaje que respondía con un «Preferiría no hacerlo» al requerírsele hacer algo que se saliera de lo habitual. Königsberg es como un autómata que tiene un objetivo fijo y que no se detiene ante nada para llevarlo a cabo. Hay quien dice que en toda novela los personajes deben evolucionar como consecuencia de un conflicto. Muñoz-Rengel demuestra que esto no es imprescindible aunque al final acabe cediendo un poco. Esta renuncia a llevar la propuesta hasta sus últimas consecuencias dotando al final a su esquivo y poco sociable protagonista de algo de humanidad y la manera en que concluye la novela a modo de chiste son las únicas pegas que puedo ponerle  a este entretenido libro que además se devora en dos tardes.


viernes, 22 de octubre de 2021

”Refugio del Viento” de George R. R. Martin y Lisa Tuttle

Portada de ”Refugio del Viento” de George R. R. Martin y Lisa Tuttle
      Antes que nada debo decir que no he leído ninguno de los libros que componen la monumental y aún sin acabar serie Canción de hielo y fuego (1996-). He visto, eso sí, la adaptación que se hizo para la televisión y por eso me permitiré más adelante destacar ciertas semejanzas que me han parecido observar con respecto a Refugio del Viento (1981).

 Mi primer contacto con la obra de George R. R Martin fue a través de relatos cortos, en concreto con la antología que publicó Caralt en 1982 titulada Una canción para Lya. Años después leería otro libro de relatos, Canciones que cantan los muertos (1983) que en esta ocasión publicó Martínez Roca y que contenía uno de sus mejores relatos: Reyes de la arena. La impresión que tuve es la de que Martin es un estupendo contador de relatos, y lo cierto es que disfruté más con ellos que con su novela Muerte de la luz (1977), aunque no estoy con eso diciendo que no me gustara. En ésta, su primera novela, ya aparecen sus temas más queridos alrededor de los cuales giran también las historias que suceden en Canción de hielo y fuego como son la lealtad, la ruptura con las tradiciones, el amor o los complejos vínculos familiares.

Refugio del viento en este sentido no es diferente. Por otra parte, también nos encontraremos con personajes muy sólidos rodeados de un escenario grandioso. Las geografías extremas con nombres altisonantes como Nido de Águilas, Amberly Menor, Hacha de Hierro nos evocan de inmediato Juego de tronos. Cada una de las islas del planeta posee sus propias costumbres, su propia indumentaria y los habitantes se diferencian los unos de los otros tal y como sucedía en la célebre serie. Refugio del viento bien podría ser una más de las narraciones que integran Canción de hielo y fuego.

Hasta ahora sólo he hablado de Martin pero el libro está firmado también por una autora como Lisa Tuttle a la que no me gustaría desdeñar. De ella he reseñado en este blog dos libros: la novela, Futuros perdidos, y el libro de relatos, Nido de pesadillas. Sin embargo, así como la presencia de Martin es manifiesta, resulta más difícil ver la mano de Tuttle en la novela. En otro orden de cosas siempre me he preguntado cómo se reparten el trabajo dos escritores a la hora de escribir una novela. Hay varios ejemplos de libros escritos a cuatro manos de autores que han sabido complementarse muy bien como Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth, que dieron lugar a  Mercaderes del espacio (1953), o incluso Larry Niven y Jerry Pournelle pero también ha habido colaboraciones poco exitosas entre grandes autores que no dieron el fruto esperado. Ejemplo de ello es Deus Irae (1976) firmada  por Philip K. Dick y Roger Zelazny. No es el caso de Refugio del Viento, una novela que no desmerece a las escritas por cada uno de los autores por separado.

Estamos ante una fantasía bien escrita con unos personajes magníficamente caracterizados, en la que resulta agradable sumergirse. En ella se nos cuenta la historia de Maris, una muchacha cuyo mayor deseo es convertirse en una voladora, lo que va en contra de la tradición por no ser ella hija de un volador. La acción transcurre en un planeta, que salvo unas pocas islas, está cubierto por océano. Las alas que permiten volar a los pocos privilegiados en ese mundo de vientos continuos son limitadas. Esto es debido a que se fabrican con un tejido muy resistente obtenido de los restos de la nave estelar en la que en el pasado llegaron los primeros humanos y que acabó estrellándose. El libro se compone de tres novelas cortas en las que se narran tres periodos decisivos en la vida de Maris: su comienzo como voladora, su madurez y su decadencia. Cada una de ellas concluye, aunque la que le sigue es consecuencia de la anterior. Las dos primeras podrían pertenecer, si es que existe algo así, al género deportivo. Si lo digo es porque los momentos cruciales se resuelven con competiciones entre voladores. Esto no debe hacernos pensar que estamos ante un libro de acción. Los tres relatos están contado a un ritmo pausado pero tienen como gran baza su capacidad de hacernos vivir lo que nos es relatado. Las mismas historias narradas por otros autores seguramente no producirían el mismo efecto. Tuttle y Martin nos hacen sentir el viento en la piel, hacen que disfrutemos de las corrientes de aire que alzan hacia al cielo a los personajes como si fuéramos uno de ellos. El miedo a precipitarse en el mar o a estrellarse contra las rocas lo experimentamos con la misma intensidad. En fin consiguen que deseemos con la misma pasión y anhelo que Maris tener unas alas y remontar las nubes.