Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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lunes, 17 de junio de 2019

"Zombi” de Joyce Carol Oates

"Zombi” de Joyce Carol Oates            Cuesta creer que una mujer de físico frágil y con aspecto inofensivo como Joyce Carol Oates sea capaz de escribir una novela tan dura como Zombi. Ya en otros relatos Oates había dado muestras de poseer una imaginación tortuosa y siniestra a la que no le importa escarbar en los lodazales más inmundos del alma humana pero en esta novela se ha superado con creces. Zombi nos introduce en una mente desquiciada capaz de los actos más atroces y Oates consigue, aunque nos resistamos, que nos convirtamos en Quentin P, y les aseguro que no resulta nada agradable.

            Existe una edición en castellano de Nuevas Ediciones de Bolsillo del 2003 de esta novela que casualmente estuve buscando hace un año sin éxito. Por suerte La Biblioteca de Carfax lo ha vuelto a publicar este año poniendo fin a mi búsqueda. Me llamaba la atención que una autora del prestigio de Oates hubiera escrito sobre zombis, algo que el título parecía sugerir. Los que como yo lleguen a la novela con esa idea puede ser que se lleven una decepción, porque no aparece un sólo muerto viviente. El zombi del título no deja de ser un proyecto delirante de su trastornado protagonista, un joven de treinta y un años que desea crear una especie de esclavo para que le obedezca en todo y satisfaga sus necesidades sexuales. Llegados a este punto en que en lugar de un zombi tenemos un psicópata sexual y asesino en serie, podríamos pensar que nos hallamos ante una más de las muchas historias que se han publicado, y sobre todo filmado, sobre el tema, sin embargo Oates opta por aproximarse al tema de una manera distinta. No hay una intriga policiaca para descubrir al criminal, sabemos quién es desde el principio, tampoco hay un experto Morgan Freeman en mentes trastornadas que gracias a su sagacidad prediga sus pasos. Sólo tenemos a un vulgar psicópata, Q_ P_ , siglas con las que aparece en el libro, que intenta sobrevivir y esconder sus perversiones al mismo tiempo que practicarlas. El gran reto de Oates reside en contarlo todo desde su punto vista, en meternos en esa mente enferma, primaria, pero lo suficientemente lúcida para saber que lo que hace no está bien. Lo hace tan bien que a veces hay que detenerse y relajarse mirando fotos tontas de gatitos entrañables en twitter antes de proseguir con la lectura. Escrito a modo de diario el libro está lleno de mayúsculas que son como gritos o amenazas. Las frases son simples, en ocasiones pueriles y algunas páginas se completan con dibujos que van desde lo más escalofriante, por ejemplo cómo realizar una lobotomía, hasta la ilustración de un indefenso pollito.

            Quentin está en libertad condicional por acosar a un menor. El padre de Quentin es un hombre de bien, catedrático de la universidad local, que ha podido permitirse contratar a un abogado lo suficientemente bueno y falto de escrúpulos como para conseguir una pena bastante favorable. Así y todo, la familia apoya a Quentin y se resiste a creer que sea un monstruo. Su padre niega la realidad hasta tal punto que aún alberga esperanzas de que en el futuro su hijo se convierta en un ingeniero. Se trata de un hombre con una buena reputación en el pueblo y que cuenta entre sus amistades con nada menos que con un premio Nobel; un padre, cuyo hijo no puede ser de ninguna manera homosexual ni menos un depravado.  A pesar de las injusticias que  rodean a Quentin no es fácil comprenderlo, ni sentir compasión por él. No hay un final posible, la vida de Quentin prosigue con sus mentiras, con sus planes macabros y sus irrefrenables ataques de lascivia mientras su familia mantiene la esperanza de que todo siga normal.

            Zombi es un retrato impecable, duro y sin miramientos de un ser repulsivo, no apto para todos los públicos.

jueves, 13 de junio de 2019

"Rosalera” de Tade Thompson

"Rosalera” de Tade Thompson            Con Rosalera Tade Thompson recupera un tema tan querido a la ciencia-ficción clásica como la telepatía. En los años cuarenta y cincuenta se abusó hasta tal punto de los poderes mentales que después de los setenta, y salvo alguna excepción como El hombre vacío de Dan Simmons o más recientemente La extraordinaria familia Telemacus de Daryl Gregory, apenas se han escrito novelas que tengan la telepatía como protagonista; y eso a pesar de las grandes obras que ha dado el subgénero como El hombre demolido de Alfred Bester, Muero por dentro de Robert Silverberg o El Mulo incluido en Fundación e Imperio de Isaac Asimov.

            Rosalera es el nombre con el que se conoce tanto a la misteriosa cúpula que han creado unos extraterrestres en Nigeria como a la ciudad que se ha formado a su alrededor. En la obra original  escrita en inglés es Rosewater (agua de rosas) y hace referencia de una manera irónica al olor terrible que rodeaba a la zona en sus inicios, cuando aún no existían infraestructuras en la incipiente ciudad, algo que por desgracia se pierde al ser traducido como Rosalera. Una lástima, porque este sarcasmo augura lo que vamos a encontrarnos más adelante: una novela negra, dura, violenta, sin cortapisas, cínica... pero impregnada de romanticismo. Contada en primera persona al estilo de la novela negra americana tiene un comienzo fulgurante que hace que vayamos pasando páginas queriendo saber qué va a pasar después. El protagonista está perfilado de manera correcta y el mundo que se nos presenta con la “xenosfera” como trasfondo resulta fascinante (un mundo que por cierto recuerda mucho al “ciberspacio”). Y es que Rosalera tiene mucho del viejo ciberpunk: su atmósfera decadente, su protagonista escéptico y amoral, una trama detectivesca y grandes dosis de violencia. A esto hay que añadir alienígenas, telepatía y la novedad que supone situar la acción en África en lugar de Europa o EEUU como estamos acostumbrados. Al primer tercio de novela no se le puede pedir más.

            Sin embargo, todo se va volviendo más confuso según avanzamos, la culpa de todo se debe en gran medida a la estructura que sigue la novela. Thompson recurre como ya suele ser habitual en la narrativa actual (véase las series de HBO o de Netflix) a alternar una acción que se desarrolla en el presente con otra del pasado, que luego será necesaria para que todo encaje. Una técnica que si bien puede aportar dramatismo y suspense, también puede servir para encubrir ciertas lagunas argumentales y confundir. En el caso de Rosalera el problema es que las historias se parecen tanto entre sí que uno no sabe muy bien si lo que se nos está contando ocurrió hace años o acaba de suceder. De todos modos se trata de un pequeño inconveniente que con un poco de esfuerzo por parte del lector puede superarse. Más difícil de soslayar es la perdida de verosimilitud que padece el relato. Los poderes fantásticos que adquieren algunos personajes, el recurso a la física cuántica como pretexto para amparar los fenómenos más inexplicables, todo ello va poco a poco socavando el crédito que Tompson ha logrado ganarse laboriosamente en la primera mitad. Por otro lado, el peso de la novela recae en exceso en su protagonista y se echa en falta unos personajes de más enjundia que pudieran darle la réplica.

            El libro no resuelve todos los enigmas planteados, y es que en estos tiempos de optimización de recursos, Thompson, al igual que hacen muchos de sus colegas de profesión, pretende sacar el máximo provecho del tiempo invertido en escribirlo. Estamos ante el primer libro de una trilogía o de aquello en lo que vaya a acabar convirtiéndose, algo que con toda seguridad alegrará la vida a muchos aficionados del género. De todos modos la trama principal de la novela queda suficientemente cerrada y puede leerse sin tener que esperar a futuras continuaciones.

            Rosalera, a pesar de algunos errores de mayor o menor importancia, es una novela muy entretenida, fresca, original a su manera, repleta de acción que sirve de excelente presentación a un autor con un gran futuro por delante.