Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

Universo de pocos

lunes, 29 de octubre de 2018

"Puente de pájaros” de Barry Hughart

"Puente de pájaros” de Barry Hughart
            Puente de pájaros fue publicado en EE.UU. por primera vez en 1984, aunque hubo que esperar hasta 2007 para que, gracias a Bibliópolis, pudiera leerse en castellano. Es una novela que desde hace tiempo deseaba comenzar debido a la buena impresión que había causado a todos los que la habían leído. El exceso de expectativas suele ser por lo general contraproducente y, a decir verdad, el libro no logró engancharme al principio. Tenía la impresión de que todo sucedía de una manera muy apresurada y los pretendidos momentos de humor no lograban su efecto en mí. No es que el libro me resultara aburrido, pero tampoco me provocaba entusiasmo. Hube de leer varios capítulos más para encontrarle la gracia a la historia y a los personajes. Debo decir que el pequeño esfuerzo valió la pena.

            La narración comienza en el año 639 d.C. cuando los niños de determinada edad de la aldea china de Ku Fu se ven afectados por una extraña enfermedad. El mal los sume en un profundo sueño del que nadie logra arrancarlos. Lu Yi, conocido por todos como Buey Número Diez por su corpulencia, acude a la ciudad en busca de un sabio con los conocimientos necesarios para resolver el misterio. La falta de presupuesto no le deja más opción que la de contratar los servicios de Li Kao, un viejo tramposo con una gran querencia al vino, que en un principio no parece ofrecer demasiada confianza y que a todo el mundo se presenta afirmando que hay un defecto en su carácter. Al final el fuerte e ingenuo Buey Número Diez y el astuto y chanchullero Li Kao acaban formando una divertida y compenetrada pareja que poco a poco va desmarañando una trama que se enreda cada vez más.

            La China que pinta el escritor es una China fantástica llena de personajes singulares, de leyendas sorprendentes y con mucha picaresca que se aleja de la típica imagen que conocemos  a través de las películas de artes marciales. Hughart fue destinado durante cuatro años a Corea, donde sirvió en las Fuerzas Aéreas Americanas. Posiblemente el amor  a la cultura china lo adquiriera durante esos años. Antes de ingresar en el ejército Hughart había permanecido ingresado en un hospital psiquiátrico debido a una fuerte depresión, un dato que llama la atención ya que Hughart demuestra durante todo el libro poseer un estupendo y fino sentido del humor. En Puente de pájaros nos podemos encontrar con hermosas historias de fantasmas enamorados, con princesas injustamente condenadas, con monstruos horribles, con malvados dominados por la avaricia, ciudades anegadas, mazmorras horribles y todo tipo de ingeniosos misterios. El escenario que el autor desarrolla alrededor nuestro es fascinante pero no lo son menos los increíbles personajes que lo pueblan. Hughart los trata con humor y mucho cariño, a pesar de que muchos sucumban a las tentaciones con las que el destino los pone a prueba.

            Su pasión por la cultura oriental no le impide, sin embargo, burlarse de sus complejos y a veces absurdos rituales o de los nombres con los que se designan a las personas. Lo hace con mucha ironía, elegancia y gracia; aún así, sería interesante conocer la opinión que merece la obra a un chino genuino.

            En resumen, una novela muy entretenida, llena de aventura, magia, excelentes personajes, humor y que en ocasiones destila un conmovedor lirismo alejado de la cursilería o de la  ñoñería que muchas ocasiones acompaña al género. Las piezas del rompecabezas encajan a la perfección en un final al que no se le puede poner ninguna pega. Puente entre pájaros no debe pasar desapercibida entre los amantes de la fantasía.

miércoles, 17 de octubre de 2018

"El fin de la muerte" de Cixin Liu


"El fin de la muerte" de Cixin Liu            Con El fin de la muerte el escritor chino Cixin Liu pone fin a su voluminosa trilogía del El problema de los tres cuerpos, que tanta popularidad le ha proporcionado. El primer tomo con sus muy razonables 408  páginas era entretenido y sorprendente. El segundo sube hasta las 574 páginas y además de hacerse en algunos momentos francamente largo impresiona mucho menos. El tercer y último tomo alcanza la imponente cifra de 734 páginas, capaces de amedrentar a cualquiera y en particular a los que sabemos apreciar la concisión. He de reconocer que tras experimentar en carne propia el extra de páginas del volumen previo, comencé la lectura de El fin de la muerte con bastante recelo. Teniendo en cuenta que Liu cuenta en este libro nada menos que la historia de la humanidad hasta el fin del universo, más allá de los 16 millones de años, puede decirse que ha estado bastante ajustado. No sé si existe una ley universal que rija la manera en que se incrementan el número de palabras por libro de una trilogía, de la misma manera que la ley de la gravedad fija la fuerza de atracción entre dos masas en función de la distancia que las separa. No se preocupen, si existe, pueden estar seguros de que Cixin Liu dará con ella.

            ¿Recuerdan esa vieja máxima de enseñar deleitando? Creo que se debe a Horacio. Bien, pues a Cixin Liu le debe ser muy querida ya que todo el libro desprende un didactismo, un deseo de explicarnos la ciencia, que en muchas ocasiones va en detrimento del ritmo de la novela. Es algo sorprendente y que no debe desdeñarse en estos tiempos en que lo realmente moderno es ser oscuro y cuanto más mejor. Estoy pensando en escritores “Hard” como Greg Egan o Peter Watts. Sin embargo, Liu es un autor que parece surgir del pasado lejano, más próximo a Asimov y a Clarke, para el que ni la “New Wave” o el “Cyberpunk” existieron nunca; un autor más interesado en la especulación científica que en abrir nuevos caminos en la literatura, algo que lo diferencia claramente de sus colegas “Hard”. Los personajes en esta novela, más que en ninguna otra de la trilogía, se convierten en meros instrumentos de los que se sirve el autor para exponer sus ideas. Clarke y Asimov solían ser menos prolijos. Liu por el contrario, cuando se propone explicar alguna de sus ideas (algunas realmente notables), se excede y en muchas ocasiones se vuelve repetitivo hasta la indigestión. En este sentido recuerdo la batalla que tiene lugar en El bosque oscuro entre la flota terrestre y los trisolarianos. Mientras leía cómo la “gota” mortífera enviada por los trisolarianos atravesaba la séptima nave en formación (descrito con pelos y señales) y sabiendo que quedaban varios cientos más por ser destruidas, mi cabeza estuvo a punto de emular al fatídico proyectil e intentar traspasar el libro. Por consideración a los potenciales lectores de El fin de la muerte no daré ejemplos de la novela que nos ocupa, aunque hay más de uno igual de desesperante.

            La parte que más disfruté del primer libro fue la que tiene que ver con el videojuego. En él mediante divertidos e imaginativos símiles se nos describe la lucha de los trisolarianos por encontrar una solución a la inestabilidad de su complejo sistema solar. En El fin de la muerte Liu vuelve a hacer algo parecido. En este caso, en lugar de un videojuego, se trata de unos cuentos fantásticos, los cuales una vez descifrados pueden ayudar a resolver ciertas cuestiones científicas decisivas para la supervivencia de la humanidad. El escritor chino introduce en los relatos unas analogías muy sugerentes e imaginativas con las que a pesar de todos los defectos que he mencionado antes sobre su escritura logra conquistarme.

            Todavía no he hablado del argumento, pero poco se puede decir sin arruinar los continuos giros de la trama. La historia comienza con un amor platónico. Yun Tianming está enamorado de una antigua compañera de carrera que luego participará en el proyecto de Naciones Unidas de diseñar una nave espacial. Los amores que describe Liu son siempre imposibles, arrebatados y folletinescos, algo que resultará familiar a los que han leído el volumen anterior de la trilogía.  Éste amor jugará un papel importante en el futuro de la humanidad.

Liu se revela en esta novela como un escritor ambicioso que no teme elucubrar acerca del origen del universo y viajar millones de años al futuro. Ha escrito una obra monumental en la que tiene cabida un poco de todo, desde la idea más descabellada hasta la más fascinante. Liu explota sus ideas hasta sus últimas consecuencias y no las suelta hasta extraer todo su jugo. En El fin de la muerte aún consigue sacarle sustancia a la teoría del Bosque Oscuro. Ya saben, esa hipótesis que explicaría por qué con tantas estrellas en el universo y con tantos posibles planetas similares a la Tierra no recibimos señales de vida inteligente. Se trata de una teoría extremadamente pesimista, formulada por alguien con delirio persecutorio a la que tampoco hay que concederle demasiado crédito, pero que da mucho juego narrativo. Liu lo aprovecha al máximo y logra poner un final bastante digno a la serie.

            En definitiva una trilogía que con bastantes menos páginas, menos personajes, menos cielos teñidos de fuego, menos giros y sobre todo menos explicaciones redundantes habría sido una obra mucho más redonda.