Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

Universo de pocos

jueves, 30 de diciembre de 2021

Lecturas recomendadas del 2021


            No soy muy dado a esto de hacer balance de lo leído en el último año como suelen hacer muchos otros blogs, tanto es así que hasta ahora nunca lo había hecho. Realizar listas con lo mejor del año siempre me ha parecido algo presuntuoso porque para ello habría que haberse leído todo lo que se ha publicado, una tarea por completo imposible. Por tanto, me limitaré a recomendar algunos de los títulos que he leído por primera vez este año. No incluyo relecturas, y el orden en que aparecen los libros es completamente casual:                              

El rebaño ciego de John Brunner con su visión pesimista del futuro es un clásico en plena forma, que yo no había leído hasta ahora intimidado por su tamaño. Sin lugar a duda merecería una reedición en condiciones.

Señor del espacio y el tiempo de Rudy Rucker es lo más divertido que he leído en mucho tiempo. No hace falta decir más.

La policía de la memoria de Yoko Ogawa la recomiendo a todo al que le gusta leer. Se trata de una novela maravillosa de un lirismo único, surrealista por momentos y llena de imaginación que esconde una sorpresa tras otra.

Piranesi de Susanna Clarke es en pocas palabras una delicia. Se trata de uno de esos libros que da pena terminar, de los que uno se despide con la misma tristeza con la que se deja a un buen amigo.

Klara y el sol de Kazuo Ishiguro con la apariencia de un cuento infantil es una novela  elegante que ofrece más de los que parece.

Snow Crash de Neal Stephenson sin comerlo ni beberlo y gracias a Zuckerberg está de plena actualidad. De acción frenética y llena de imágenes legendarias es uno de esos libros imprescindibles de la ciencia ficción.

La chica de al lado de Jack Ketchum es una novela durísima no apta para estómagos delicados, exasperante en ocasiones por la impasibilidad del protagonista. Ketchum nos muestra lo peor del ser humano y a pesar de la aversión que provoca lo que narra resulta imposible dejar de leer.

La parábola del sembrador La parábola de los talentos de Octavia Butler a pesar de los años transcurridos desde su publicación constituyen en su conjunto uno de los retratos más certeros de unos EE.UU en plena decadencia con claros vínculos con el estado actual.

Un verdor terrible de Benjamín Labatut, ¿novela?, ¿ensayo? No lo sé pero lo que está claro es que resulta fascinante.

En cuanto a lo que se publica, desde mi perspectiva de lector que no tiene contacto con el mundo editorial, tengo la impresión de que cada vez se publica más novela fantástica y sobre todo de terror en detrimento de la ciencia ficción. En los últimos años han ido surgiendo muchas editoriales pequeñas dedicadas al género fantástico, se trata de sellos que lanzan tiradas reducidas, que cuidan la edición con esmero y que intentan atraer con vistosas portadas a los lectores. Curiosamente en estos tiempos de crisis y de sueldos bajos muchas apuestan por la pasta dura y se olvidan de las ediciones de bolsillo. En este sentido resulta llamativa la decisión de Gigamesh que ha pasado a duplicar el tamaño de sus libros. Los precios acabaron siendo tan prohibitivos que para reducirlos ha dejado de vender en librerías (salvo en la propia Gigamesh). La determinación no deja de tener sus riesgos y podría ser un augurio de lo que suceda en el futuro en el mundo editorial. A mí, que siempre he sido un enamorado de las librerías, es algo que me entristece.

Las series y las sagas copan el mercado y las editoriales parecen acordarse de los clásicos sólo cuando son adaptados previamente al cine o la televisión. Debo reconocer que de lo nuevo que se publica en las colecciones dedicadas al género hay poco que me llame la atención. Para terminar quiero hacerlo con un dato positivo como es que las editoriales parecen haber perdido el miedo a publicar a autores españoles.


jueves, 9 de diciembre de 2021

“Los extraños” de Jon Bilbao

Portada de "Los extraños" de Jon Bilbao

  En Los extraños Jon Bilbao recupera a Jon (alter ego del autor) y a Katharina, dos de los protagonistas de Basilisco, su novela anterior. La pareja no vive su mejor momento y con el propósito de aclarar sus ideas pasan una temporada en la casa de los padres de él en Ribadesella. Tras haber dejado su puesto como ingeniero de minas Jon trabaja de momento como redactor de una enciclopedia temática, una labor que puede desempeñar desde la casa. Mientras tanto Katharina se dedica a traducir con desgana un manual de Odontología al alemán. Su fría relación con Jon, la presencia de la asistenta doméstica y la falta de otras amistades con las que relacionarse hacen que su estancia en la vieja casa no sea todo lo cómoda que desearía. De repente una noche aparecen unas luces muy extrañas en el cielo que aparentemente no despiertan demasiado interés en el pueblo. A Jon el extraño fenómeno le provoca una agitación tan fuerte que más tarde le impide conciliar el sueño, tanto es así que se levanta a mitad de la noche para anotar la experiencia en un cuaderno. El hecho en sí no resulta especialmente extraordinario, lo verdaderamente insólito es que admita que la llegada de las misteriosas luces le haya emocionado más que la noticia del embarazo de Katharina.

 Al día siguiente los deseos de Katharina de tener compañía parecen hacerse realidad con la llegada de Markel, un primo de Jon que éste ni siquiera recuerda. Le acompaña Virginia, una  peculiar joven, que apenas les dirige la palabra. Su presencia en la casa da un vuelco a la aburrida vida diaria de Jon y Katharina, pero se trata de una circunstancia demasiado fugaz y de poca relevancia para que pueda alterar el destino de sus vidas.

Poco a poco el comportamiento de los recién llegados comienza a despertar la curiosidad de sus anfitriones y también la nuestra. Su conducta es de lo más chocante pero no lo es menos la manera en que los dos protagonistas responden a todo esto, sobre todo Jon que parece tomárselo todo con una calma y una frialdad exasperante. Bilbao vuelve a demostrar su capacidad para crear atmósferas desasosegantes a través de las pequeñas cosas de la vida cotidiana. La habilidad de Bilbao para transmitir extrañeza y convertir las situaciones comunes en irreales con esa manera de contar desapasionada es insuperable. No se le puede poner un pero a cómo escribe Bilbao, que como ya dije en la reseña que hice de Basilisco, me gusta especialmente. El problema reside en que en esta ocasión la trama no parece conducir a ningún lado. Al terminar la novela es como si hubiéramos vuelto al punto de partida con el mismo equipaje que traíamos al comienzo y la sensación de que nos podíamos haber ahorrado el viaje. Bilbao ha querido volver a jugársela con un relato arriesgado en el que de nuevo mezcla elementos difíciles de combinar como son la historia de una relación de pareja en crisis, un misterio familiar y la aparición de un ovni. En Basilisco le salió bien el experimento y eso que trataba de hacer algo  aún más osado que en Los extraños. En la novela presente se echa de menos algo que amalgame todos estos elementos diversos, algo a lo que poder asirse y que dé sentido al relato.

No hay mucho más que pueda decir de Los extraños, y no por miedo a hacer un spoiler, que no podría hacerlo aunque quisiera, porque hay poco que desvelar. Bilbao no proporciona respuestas a los misterios que plantea, y al final la novela es como el juego de luces con el que empieza, unas luces que nos dejan con la enojosa sospecha de que todo ha sido un artificio, en este caso literario.