Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

Universo de pocos

jueves, 27 de febrero de 2020

"Arañas de Marte” de Guillem López


"Arañas de Marte”  de Guillem López            Tras La polilla en la casa del humo no había vuelto a leer nada de Guillem López, un autor que goza del favor de muchos aficionados al género. Sin embargo, no fue la buena acogida del libro lo que me indujo a comprarlo sino su título tan evocador, Arañas de Marte, y la impactante portada de Santiago Caruso con la que Valdemar ha vestido la edición.

            La novela comienza con una incomprensible celebración. Hanne y Arnau perdieron a su hijo hace un año a causa de un cáncer y aconsejados por la psicóloga que trata a la madre reúnen  a sus amigos para conmemorarlo. El resultado es que  Hanne sufre un ataque epiléptico. El siguiente capítulo parece retroceder al momento en que Hanne y Arnau se conocieron. Y digo parece, porque existen algunos elementos discrepantes que hacen que los dos episodios sean incompatibles. Este capítulo bien podría ser el comienzo de la típica película de terror con la escena de sexo frenético que precede al susto y que en este caso se plasma con la aparición repentina e inexplicable de un profundo agujero en medio de la casa. En capítulos sucesivos asistimos a diferentes escenas de la vida de Hanne, algunas pertenecientes a su pasado, un pasado que podría o no haber ocurrido y también a futuros alternativos. Una vez que nos hacemos con la mecánica del relato y vemos a donde nos lleva, todo el interés queda a merced de la imaginación de López y en su capacidad para sacarle todo el jugo a la triste, pero, sin embargo, poco sugestiva circunstancia de la protagonista. El propio autor parece impacientarse en un momento dado por lo que termina dejando a un lado las sutilezas iniciales y hace que Valencia y alrededores estallen o se invente una escena de puro gore en el que revienta las vísceras a todo el que se mueve.

            Al principio el relato nos predispone a pensar que todo no es más que fruto de la locura de Hanne, aunque en uno de los capítulos finales se insinúa que todos esos mundos alternativos podrían coexistir y para justificarlo se acude ¿cómo no?, al comodín de la física cuántica. López no descarta ninguna de las explicaciones y deja incluso abierta la posibilidad remota de que todo se deba al ataque de unas arañas alienígenas desde la quinta dimensión. Al no decantarse por ninguna de las explicaciones, la historia queda en un peligroso terreno de nadie, lo que resta eficacia al mensaje que quiere transmitir, el desasosiego que supone vivir la vida. Algo similar a lo que intentó Lisa Tuttle en su novela Futuros perdidos, aunque la escritora norteamericana prefirió escoger una vía más racional y menos visceral que la elegida por López. Pueden leer la reseña aquí.

            Un libro como éste merecería tantas valoraciones complementarias, contradictorias o excluyentes como historias alternativas le son ofrecidas al lector. Una reseña infinita habría dicho Borges. Dada la imposibilidad de hacer algo así, me contentaré con escribir dos conclusiones, para lo que me viene muy bien la frase con la que arranca la novela: “La vida es una sesión de interrogatorio en la que Dios juega a poli bueno y poli malo”.

            Conclusión del poli malo:
             Posee López una gran habilidad para encontrar metáforas, las cuales usa con prodigalidad pero a veces también con cierta temeridad. Las metáforas son muy útiles y contribuyen a la inmersión del lector en la historia, a hacerle partícipe del mundo creado por el autor, aunque también puede ocurrir lo contrario, sobre todo si el autor se afana en querer huir constantemente de lo convencional y en romper tópicos. En cuanto a la trama..., cuando la física cuántica anda de por medio es del todo imposible predecir lo que va a ocurrir. Abrir la famosa caja de Schrödinger siempre da un resultado imprevisible, ya se sabe, lo mismo puede uno toparse con un gato vivo que con uno muerto. Pero a veces, algunas veces, y esto es aún más inaudito, puede que en lugar de un gato encontremos una liebre. Poco importa que esté viva o muerta.

            Conclusión del poli bueno:
            Una novela muy personal, intensa, que parece escrita desde las entrañas; tanto es así, que resulta fácil caer en la tentación de confundir al narrador con el autor, un protagonismo que, sin embargo, acaba relegando al personaje principal a un segundo plano. Tiene López un estilo inconfundible que se apoya sobre todo en frases breves y cortantes. Nos hallamos ante un autor muy seguro de sus convicciones, las cuales deja claramente patentes mediante aseveraciones categóricas. Un libro menos complejo de lo esperado con un buen ritmo, una arriesgada mezcla de drama psicológico, terror y relato “pulp” que al menos se lee de un tirón.

lunes, 17 de febrero de 2020

"Los testamentos” de Margaret Atwood


"Los testamentos”  de Margaret Atwood             Con Los testamentos más que proponerse escribir una continuación Margaret Atwood parece haber querido afianzar lo ya hecho en El cuento de la criada, desarrollando con más detalle los pormenores de ese mundo que concibió hace ya treinta años. Es como si quisiera  convencernos de que esa Gilead de pesadilla pudiera un día ser posible y que no se trata de una entelequia. Por esta razón pienso que El cuento de la criada se ajusta más a los cánones de lo que se considera la distopía clásica. En este tipo de distopías, como Nosotros de Zamiatin o 1984 de Orwell por poner algunos ejemplos, los autores imaginaban sociedades que no solían ser más que interpretaciones del presente, distorsiones de la realidad. Normalmente el cómo se llegaba a esas situaciones carecía de importancia ya que no pretendían otra cosa que llamar la atención sobre algunos aspectos de la sociedad magnificándolos y haciéndolos más extremos. Se trataba de mundos imposibles, experimentos de la imaginación, improbables pero esclarecedores. Algo que Atwood supo hacer a la perfección en El cuento de la criada cuando creó esa sociedad teocrática y puritana que relegaba a la mujer a las tareas de reproducción y a la educación de los niños. En este sentido Los Testamentos no añade contenido distópico nuevo, la mayoría ya estaba ahí, lo que hace es apuntalarlo.

            Para ello necesita proporcionar una visión lo más completa posible de Gilead, algo que con un  único protagonista resultaría mucho más dificultoso por lo que Atwood recurre a tres personajes femeninos. A través de Agnes, Daisy y Tía Lydia conoceremos nuevos aspectos de la sociedad giledeana que no habían quedado suficientemente aclarados. Ya conocíamos los ultrajes que sufren las criadas, faltaba por conocer con más detalle el mundo de las esposas. Este aspecto concreto de Gilead lo iremos descubriendo por medio de de Agnes, una muchacha que ha alcanzado la edad fatídica de buscar marido. Daisy, la otra joven protagonista, vive en Canadá y nos proporciona una visión de Gilead desde fuera, desde un país democrático con el que se tiene una relación incómoda. Para finalizar está el personaje de tía Lydia, una vieja conocida de El cuento de la criada, ella nos dará la oportunidad de conocer los entresijos de Gilead con su hipocresía y corrupción imperante. Y lo cierto es que Atwood lo hace endemoniadamente bien. La primera parte del libro, en la que a través de los ojos de sus protagonistas nos metemos en los hogares de Gilead, en una de sus escuelas, en Casa Ardua (donde viven las tías) y en el despacho del comandante Judd es magnífica. La recreación que realiza de la sociedad con todos esos pequeños detalles que Atwood sabe introducir y la capacidad de la autora para meternos en los personajes son sin duda lo mejor de la novela. Los problemas aparecen más tarde a la hora de hacer progresar la historia. La trama que urde carece del rigor con el que ha construido el escenario.

            Las penurias que han sufrido las mujeres a lo largo del tiempo ha sido uno de los temas recurrentes en la obra de Margaret Atwood. Buen ejemplo de ello es una de sus novelas más destacadas Alias Grace, en la que se nos cuenta los esfuerzos de una muchacha durante el siglo XIX por sobrevivir trabajando como sirviente. Aludo a esta novela porque algunos de los pasajes de Los Testamentos me la han traído a la mente y es que ese futuro que se imagina Atwood tiene mucho que ver con ese pasado puritano y ese universo cerrado para la mujer.

            Estamos en fin ante un libro que parece escrito sobre todo con el objetivo de despejar muchas de las dudas suscitadas por la serie de TV y sobre el fin de Gilead, pero que aporta más bien poco sobre su origen. No queda esclarecido cómo una parte de EE.UU evolucionó hasta una dictadura que considera a las mujeres inferiores al hombre por ejemplo. Esto no es óbice para que  se lea con agrado gracias sobre todo a unos personajes espléndidamente trazados, entre los que cabe destacar la astuta Tía Lydia. Quizás echo en falta el punto de vista de los hombres de Gilead, un punto de vista que habría rematado el escenario por completo. El libro puede leerse sin haber leído El cuento de la criada, es más tengo la impresión de que sus indiscutibles valores se verían realzados.