De lo publicado
en España me quedaba por leer Los cronolitos (2001), que pasa por
ser una de las mejores novelas de
Wilson, y en vista de que nadie se animaba a publicar nada nuevo de este autor
me he decidido a adquirirla de segunda mano. La novela empieza como muchas
otras de Wilson con un suceso portentoso e inexplicable que cambia la vida de
una comunidad o del mundo entero. En este caso se trata de la aparición espontánea
de unos gigantescos monumentos que parecen conmemorar la victoria futura de
Kuin. Nadie sabe muy bien qué o quién es Kuin pero pronto surge un grupo de
admiradores y defensores fanáticos de estos monumentos que se oponen a
cualquier intento de que sean destruidos y que son apodados Kuinitas. Hay que
decir que estos cronolitos están construidos de un material que ha resistido
cualquier intento de demolición hasta el punto de haber soportado incluso una
explosión nuclear. El protagonista es un hombre corriente, Scott Warden, que
tiene la mala suerte de estar en el lugar inadecuado en el momento inapropiado.
Junto a un amigo no muy recomendable presencia la llegada del primer cronolito
en Tailandia, un hecho que le marcará para el resto de su vida tanto a él como
a los que le rodean.
Wilson conduce
la intriga con más que solvencia y da más importancia de la que se suele dar en
el género a los personajes. Gracias a esto logra algo a lo que muchos
escritores no conceden la importancia que tiene como es conseguir que el lector
se implique en la historia, que lo que se nos cuenta nos importe y nos
conmueva, que es lo que en definitiva intenta la buena literatura. Precisamente
esto constituye el santo y seña del autor, y lo que ha
provocado la mayoría de las críticas que se le hacen. Es cierto que Wilson roza
a veces el teledrama, género éste muy dado a abusar de la desdicha de los
personajes secundarios incorporando tramas paralelas prescindibles la mayoría
de las veces. Como es sabido se trata de algo frecuente en las series de
televisión que de esta manera pueden añadir sin demasiado esfuerzo más y más
temporadas a algo que podría zanjarse con cuatro episodios. Los problemas de
matrimonio, los desencuentros con los hijos adolescentes, la infancia difícil
con padres alcohólicos o desequilibrios psicológicos son fórmulas que parecen
manejar los algoritmos utilizados con los que se fabrican estos grandes éxitos
de la televisión y también muchos de los «best seller» literarios. No
parece, sin embargo, que el propósito de Wilson sea alargar las historias, que
no suelen ser demasiado extensas, algo que para mí siempre es de agradecer. Los
elementos dramáticos que agrega (por estereotipados que sean en ocasiones) no
han supuesto para mí una molestia excesiva en comparación con todas las ideas
que ofrece. Si en algo flojea Wilson es a la hora de rematar las historias, con
finales que no siempre logran mantener el nivel de fascinación de la propuesta
inicial. El más claro ejemplo de ello es su novela Darwinia (1998) que no puede partir de
una idea más interesante, pero que poco a poco va embarrancando hasta llegar al
despropósito final. Pero incluso con todos estos graves defectos resulta ser
una novela absorbente que estimula la imaginación. Spin es en este
sentido, de las novelas que conozco de Wilson, la más redonda de todas. Los
cronolitos no es de las que decepcionan pero tampoco se puede decir que su
final resulte antológico.
En todo caso se trata de una novela que se lee con agrado, de escritura clásica que nos evita esas innecesarias piruetas narrativas seguidas más por moda que por imperativos literarios que nos obligan a ir páginas atrás y adelante para entender lo que sucede, algo a los que nos tienen últimamente acostumbrados. En fin, un libro muy disfrutable, lo que ya es bastante.
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