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Universo de pocos

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jueves, 27 de enero de 2022

“Los cronolitos”, de Robert C. Wilson

Portada de “Los cronolitos” de Robert C. Wilson
         Hace algunos años las editoriales se peleaban por poder publicar en sus colecciones a Robert C. Wilson. La desaparecida La Factoría de Ideas fue la primera en traernos a las librerías españolas a este interesante autor canadiense del cual llegaría a publicar cinco novelas. Lamentablemente esta armonía se rompería al serle arrebatada por la malograda Omicrón la novela más premiada del autor: Spin (2005). La Factoría de Ideas sobrevivió varios años más sin embargo la rabieta se prolongó y ya no volvió a publicar más libros de Wilson. Desde entonces, incomprensiblemente, ninguna editorial se ha vuelto a interesar por la obra de Wilson, lo cual es una lástima porque pienso que se trata de un autor con muy buenas ideas además de ser un excelente narrador. Las editoriales dedicadas al género fantástico parecen más interesadas en publicar lo último, lo novedoso y si ha obtenido un premio Hugo mejor que mejor.

De lo publicado en España me quedaba por leer Los cronolitos (2001), que pasa por ser  una de las mejores novelas de Wilson, y en vista de que nadie se animaba a publicar nada nuevo de este autor me he decidido a adquirirla de segunda mano. La novela empieza como muchas otras de Wilson con un suceso portentoso e inexplicable que cambia la vida de una comunidad o del mundo entero. En este caso se trata de la aparición espontánea de unos gigantescos monumentos que parecen conmemorar la victoria futura de Kuin. Nadie sabe muy bien qué o quién es Kuin pero pronto surge un grupo de admiradores y defensores fanáticos de estos monumentos que se oponen a cualquier intento de que sean destruidos y que son apodados Kuinitas. Hay que decir que estos cronolitos están construidos de un material que ha resistido cualquier intento de demolición hasta el punto de haber soportado incluso una explosión nuclear. El protagonista es un hombre corriente, Scott Warden, que tiene la mala suerte de estar en el lugar inadecuado en el momento inapropiado. Junto a un amigo no muy recomendable presencia la llegada del primer cronolito en Tailandia, un hecho que le marcará para el resto de su vida tanto a él como a los que le rodean.

Wilson conduce la intriga con más que solvencia y da más importancia de la que se suele dar en el género a los personajes. Gracias a esto logra algo a lo que muchos escritores no conceden la importancia que tiene como es conseguir que el lector se implique en la historia, que lo que se nos cuenta nos importe y nos conmueva, que es lo que en definitiva intenta la buena literatura. Precisamente esto constituye el santo y seña del autor, y lo que ha provocado la mayoría de las críticas que se le hacen. Es cierto que Wilson roza a veces el teledrama, género éste muy dado a abusar de la desdicha de los personajes secundarios incorporando tramas paralelas prescindibles la mayoría de las veces. Como es sabido se trata de algo frecuente en las series de televisión que de esta manera pueden añadir sin demasiado esfuerzo más y más temporadas a algo que podría zanjarse con cuatro episodios. Los problemas de matrimonio, los desencuentros con los hijos adolescentes, la infancia difícil con padres alcohólicos o desequilibrios psicológicos son fórmulas que parecen manejar los algoritmos utilizados con los que se fabrican estos grandes éxitos de la televisión y también muchos de los «best seller» literarios. No parece, sin embargo, que el propósito de Wilson sea alargar las historias, que no suelen ser demasiado extensas, algo que para mí siempre es de agradecer. Los elementos dramáticos que agrega (por estereotipados que sean en ocasiones) no han supuesto para mí una molestia excesiva en comparación con todas las ideas que ofrece. Si en algo flojea Wilson es a la hora de rematar las historias, con finales que no siempre logran mantener el nivel de fascinación de la propuesta inicial. El más claro ejemplo de ello es su novela  Darwinia (1998) que no puede partir de una idea más interesante, pero que poco a poco va embarrancando hasta llegar al despropósito final. Pero incluso con todos estos graves defectos resulta ser una novela absorbente que estimula la imaginación. Spin es en este sentido, de las novelas que conozco de Wilson, la más redonda de todas. Los cronolitos no es de las que decepcionan pero tampoco se puede decir que su final resulte antológico.

En todo caso se trata de una novela que se lee con agrado, de escritura clásica que nos evita esas innecesarias piruetas narrativas seguidas más por moda que por imperativos literarios que nos obligan a ir páginas atrás y adelante para entender lo que sucede, algo a los que nos tienen últimamente acostumbrados. En fin, un libro muy disfrutable, lo que ya es bastante.


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