Necesité un mes para leerlo y otro más para
decidirme a escribir la reseña. ¿Por qué he esperado tanto? Sin darme cuenta he
ido postergando el momento de sentarme ante el ordenador para poner por escrito
mis impresiones. La razón de fondo, debo de reconocerlo, es que no encontraba
nada interesante que decir. Dejando aparte mi falta de criterio puede que la
causa radique en que se trata de un libro con una trama que no deja mucho lugar
a la interpretación por lo que hay muy poco que uno pueda añadir o aclarar. Eso
no es intrínsecamente malo y seguro que a los lectores habituales de Abercombie
les parecerá magnífico.
No soy uno de ellos, lo cierto es que es la primera
vez que me acerco a la obra de este autor al que llaman lord Grimdark. Tenía
mucha curiosidad por averiguar qué era esto del grimdark. Y como suele suceder,
lo que uno encuentra no coincide con lo que uno se espera. Tenía en mente una
fantasía sombría, pesimista y desesperanzadora, una mezcla entre Cormack
McCarthy y Robert E. Howard, y no en una siniestra sucesión de escabechinas con
profusión de sangre. Cierto es que los protagonistas de la novela son gente
desalmada que no tienen inconveniente alguno en matar o en perpetrar cualquier
barbaridad. Entre ellos tenemos una mujer loba incapaz de controlar sus bajos
instintos, un mago que revive los muertos, un vampiro (siempre hay un vampiro),
un templario curtido en mil batallas que no puede morir, en fin, un variopinto
elenco de los personajes más representativos de la literatura de terror. Nadie
querría tenerlos como vecinos, no obstante, al final resultan ser más humanos
de lo que parecen. El sabor de boca que deja el libro es mucho menos amargo de
lo que me había esperado, menos oscuro y menos siniestro, menos grim y menos
dark.
El grueso de la novela lo ocupa el viaje que realiza
Alexia, la legítima heredera al trono de Troya,
(si entendemos que lo legítimo es que el poder pase de padres a hijos)
con su séquito desde Ciudad Santa (una Roma alternativa) hasta Troya. Su tío la
encuentra cuando están a punto de matarla debido a una deuda que le reclaman.
Durante el camino hasta Troya tendrán que enfrentarse a los cuatro hijos de
Eudoxia, que acaba de fallecer y que en el pasado asesinó a su propia hermana para
arrebatarle el trono. Para proteger a Alexia han reunido una serie de
personajes insólitos, entre ellos monstruos de los cuales ya he mencionado
algunos, pero también integran la misión una elfa, que se hace invisible al
contener la respiración, un confuso monje y una pirata que parece haber estado
en todas partes. Para llegar a Troya habrán de enfrentarse con los hijos de
Eudoxia, cada uno con sus armas secretas.
Las cuatro batallas son contadas con pelos y señales
en las cuatro partes que componen la novela. Es una verdadera lástima que
Eudoxia fuera tan prolífica. Si no me equivoco, un hijo menos habría supuesto
un cuarto de kilo menos. Todavía podría haber rascado unos gramos más
Abercombie si no se hubiera extendido tanto en las batallas. Sé que muchos
disfrutarán pasando páginas a lo Doom o Duke Nukem (reconozco mi obsolescencia
en el ámbito de los videojuegos) cortando cabezas o
despanzurrando enemigos pero desde mi punto de vista el libro hubiera quedado más
equilibrado y más manejable.
Es justo reconocer que al situar la historia en una
edad media alternativa, aunque reconocible, Abercombie además de ahorrarse
explicaciones logra arañar unos nada desdeñables gramos al libro. Algunas de
estas variantes con respecto a la historia real —las cruzadas se emprenden en
contra de los elfos en lugar de contra los musulmanes, el poder máximo de la
iglesia lo detenta una papisa en lugar de un papa y no hay un salvador sino una
salvadora—, dotan de evidente interés a una novela, cuya trama, por otra parte,
no se aparta en exceso de los estándares de la fantasía. La originalidad hay
que buscarla en los personajes, Abercombie pone todo su corazón en ellos. Algo
que también me ha sorprendido agradablemente es la habilidad con la que logra
combinar acción, terror y humor en una misma escena.
Narrada con un vigor y un ritmo excelente Los
diablos es una aventura entretenida llena de personajes inolvidables cuyo
mayor defecto es alargarse en exceso y caer como suele ser habitual en el fantástico
actual (más aún en el audiovisual) en la hipérbole cuando se trata de relatar
cualquier
combate, ya sea cuerpo a cuerpo, a espada o a mordiscos.

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