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Universo de pocos

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lunes, 26 de junio de 2017

"Un hombre sueña despierto" de Lavie Tidhar

Un hombre sueña despierto de Lavie Tidhar            A veces debemos seguir nuestro instinto. Al muy espabilado le bastó leer la contraportada del libro para saber con qué nos íbamos a encontrar. Debí de hacerle caso, a pesar de las magnificas críticas que Un hombre sueña despierto había recibido y de los muchos premios que sigue cosechando su autor, Lavie Tidhar. Sí, debí hacer caso a mi instinto, sobre todo teniendo en cuenta lo poco que me gustó Osama, lo anterior que había leído de él y cuya reseña podéis encontrar en este blog. 
            Tidhar parece haberse especializado en fusionar las ucronías más descabelladas con la novela negra. En su obra anterior publicada en España, Osama, el famoso terrorista Bin Laden es un escritor de novelas pulp. En ésta que nos ocupa, Un hombre sueña despierto, un famoso nazi que se hace llamar Wolf trabaja como detective privado en Londres. ¿Qué será lo siguiente que invente Tidhar? ¿Un Franco convertido en cura pederasta? ¿Un Stalin danzando en el Bolshoi? ¿Mussolini repartidor de pizzas? Seguro que de estas ocurrencias saldrían historias divertidas y disparatadas, ¿pero sería buena literatura? Tal vez un amor desmedido por la literatura "pulp" es lo que impele al autor a escribir este tipo de cosas. Empiezo a creer que a Tidhar lo que realmente le pide el cuerpo es escribir "pulp" o "shund", como es llamado en la novela, y escribirlo además sin cortapisas. Luego, con la coartada de que se trata de un homenaje etc. y etc., nos lo intenta pasar como literatura de altos vuelos. La obra es una antología de todos los tópicos existentes sobre los nazis: ropa de cuero, látigos, sadomasoquismo, sexo sórdido, al que Tidhar le añade lo propio de la novela negra: mujeres fatales, policías sin escrúpulos, un detective que es continuamente vapuleado y una desaparición a investigar. Bien, pues si a toda esa ya suficientemente condimentada mezcla le añadimos además lo más representativo de la literatura basura: féminas lujuriosas, violencia descarnada y unos cuantos detalles escatológicos, lo revuelven, o si prefieren como James Bond lo agitan, obtendrán algunos capítulos de esta novela. Si de verdad están interesados en algo de este estilo, aunque mucho más entretenido y “heavy” además de con menos ínfulas, les recomiendo La imagen de la bestia de Philip José Farmer.
            La trama detectivesca tampoco es gran cosa; llega un momento en que para mí la intriga se limita únicamente a ir anticipando quién será el próximo que le dé una paliza a Wolf.  Nuestro desdichado detective no sólo recibe golpes, Wolf es sometido a todo tipo de vejaciones, incluso le orinan en varias ocasiones encima, lo que parece proporcionarle cierto gustirrinín. Wolf es un depravado y un vicioso al que la cabeza parece servirle sólo para recibir golpes. Entre paliza y paliza, y duchas de lluvia dorada, Wolf evoca momentos de su pasado que permiten adivinar quién es realmente. Evito el spoiler, pero es algo que se sabe prácticamente desde las primeras líneas y que incluso se revela en la contraportada del libro. La ausencia de una verdadera intriga y una trama errática (Tidhar comete el mismo error que en Osama) hacen que me desentienda de lo que cuenta. Por desgracia tampoco sintonizo con el humor de su autor, de manera que el tono cada vez más paródico y caricaturesco que va adquiriendo la novela tampoco logra recuperar mi atención. Lástima, porque Tidhar no escribe mal y aunque las revelaciones finales no pillan a nadie por sorpresa (la identidad de Wolf y el sueño de Shomer), he de reconocer que el último capítulo es brillante; para mí lo mejor del libro.
            Esta frase que dice uno de los prisioneros de un campo de concentración parece resumir a la perfección el propósito de Tidhar al escribir esta novela:
            “..., para escribir sobre el Holocausto hay que gritar y chillar y llorar y escupir, dejar que las palabras caigan sobre la página como lluvia mezclada con sangre; no se puede utilizar un distanciamiento frío, sino el fuego y el dolor, el lenguaje del “shund”, el lenguaje de la mierda, la orina y el vómito, del “pulp”, un lenguaje de cubiertas tórridas y emociones morbosas, de fantasía.”

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