Debido a su estructura fragmentaria,
La carrera no es una novela fácil de reseñar. En seis capítulos más un apéndice
se nos relata la vida de cuatro personajes diferentes lo que ocasiona que la
trama quede bastante desdibujada y no resulte sencillo resumirla y aún menos
darle una interpretación clara. A pesar de ello he de decir que los dos
primeros capítulos me parecieron realmente magníficos, Allan logró conquistarme
desde las primeras líneas con su prosa envolvente e intimista. El primer capítulo
se desarrolla en una Inglaterra empobrecida y devastada por el fracking, un
mundo condicionado por un medio ambiente envenenado debido a la intervención
humana, que ha dejado a su alrededor industrias ruinosas y minas abandonadas.
En este desalentador entorno se nos cuenta la complicada relación que mantiene
la joven Jenna con su imprevisible e impulsivo hermano. Cuando empecé la
lectura del libro me chocó en un primer momento el apresuramiento con que se
contaba todo lo que iba sucediendo, luego comprendí que quedaba perfectamente
justificado por la edad de su protagonista, Jenna, que es también quien narra
los hechos. El segundo capítulo es aún mejor, a pesar de la trampa que se
descubre nada más comenzar (precisamente ahí, en la trampa, radica la conexión
con el capítulo anterior). Su protagonista, Christy, nos vuelve a narrar una
difícil situación familiar que parece tener sospechosos vínculos con la
historia previa de Jenna: la amenaza una vez más de un hermano que se presiente
violento y el vacío dejado por una madre que ha huido dejando a sus dos hijos y
a su marido. Allan escribe con sencillez y sensibilidad y parece tener todavía
las cosas claras. El siguiente capítulo está dedicado a Alex, y a partir de aquí
el libro comienza a decaer. La historia de Alex sirve únicamente para explicar
unos hechos que no quedan aclarados en el capítulo anterior. Allan se equivoca
al incrustar en la mitad del libro este aburrido relato. La autora podría
haberse valido de una forma menos discordante e incluso podía haberlo dejado
pasar. Lo cierto es que el dato que se nos proporciona apenas aporta nada y
despoja al relato de un misterio que queda bien.
En el resto de capítulos Allan
parece perder parte de la inspiración que gozaba en los precedentes e incluso sus metáforas
resultan ser mucho menos acertadas. La historia avanza sin un rumbo claro y la
autora no acaba de decidirse entre centrarse en sus personajes o en apuntalar
la trama. No todo es desastroso, hay momentos en que la autora recupera su buen
hacer, pero la sensación que queda al final del libro es la de que podía haber
sido mejor.
Allan parece querer quedar bien con
los movimientos más combativos en la actualidad, con el colectivo LGTB, con los
grupos feministas, con los que son discriminados debido a su raza y si esto no
fuera suficiente nos deja claro su firme defensa del ecologismo. Todo este “buenrollismo”
resulta algo forzado y no armoniza con el tono sombrío de la mayor parte de la
obra. La idea principal que parece subyacer en todos los capítulos de la
novela, la dificultad de comunicarnos con otras especies, queda perdido entre
toda esa maraña de personajes y tramas secundarias. Quedémonos con lo que La
carrera podía haber sido si Allan hubiera sabido mantener el buen nivel de
los primeros capítulos. En cualquier caso una autora a tener presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario