Puente de pájaros fue publicado en EE.UU. por primera vez en
1984, aunque hubo que esperar hasta 2007 para que, gracias a Bibliópolis, pudiera leerse en
castellano. Es una novela que desde hace tiempo deseaba comenzar debido a la
buena impresión que había causado a todos los que la habían leído. El exceso de
expectativas suele ser por lo general contraproducente y, a decir verdad, el
libro no logró engancharme al principio. Tenía la impresión de que todo sucedía
de una manera muy apresurada y los pretendidos momentos de humor no lograban su
efecto en mí. No es que el libro me resultara aburrido, pero tampoco me
provocaba entusiasmo. Hube de leer varios capítulos más para encontrarle la gracia
a la historia y a los personajes. Debo decir que el pequeño esfuerzo valió la
pena.
La narración comienza en el año 639
d.C. cuando los niños de determinada edad de la aldea china de Ku Fu se ven
afectados por una extraña enfermedad. El mal los sume en un profundo sueño del
que nadie logra arrancarlos. Lu Yi, conocido por todos como Buey Número Diez
por su corpulencia, acude a la ciudad en busca de un sabio con los
conocimientos necesarios para resolver el misterio. La falta de presupuesto no
le deja más opción que la de contratar los servicios de Li Kao, un viejo
tramposo con una gran querencia al vino, que en un principio no parece ofrecer
demasiada confianza y que a todo el mundo se presenta afirmando que hay un
defecto en su carácter. Al final el fuerte e ingenuo Buey Número Diez y el
astuto y chanchullero Li Kao acaban formando una divertida y compenetrada
pareja que poco a poco va desmarañando una trama que se enreda cada vez más.
La China que pinta el escritor es una
China fantástica llena de personajes singulares, de leyendas sorprendentes y
con mucha picaresca que se aleja de la típica imagen que conocemos a través de las películas de artes marciales.
Hughart fue destinado durante cuatro años a Corea, donde sirvió en las Fuerzas
Aéreas Americanas. Posiblemente el amor
a la cultura china lo adquiriera durante esos años. Antes de ingresar en
el ejército Hughart había permanecido ingresado en un hospital psiquiátrico
debido a una fuerte depresión, un dato que llama la atención ya que Hughart
demuestra durante todo el libro poseer un estupendo y fino sentido del humor.
En Puente de pájaros nos podemos encontrar con hermosas historias de
fantasmas enamorados, con princesas injustamente condenadas, con monstruos
horribles, con malvados dominados por la avaricia, ciudades anegadas, mazmorras
horribles y todo tipo de ingeniosos misterios. El escenario que el autor
desarrolla alrededor nuestro es fascinante pero no lo son menos los increíbles
personajes que lo pueblan. Hughart los trata con humor y mucho cariño, a pesar
de que muchos sucumban a las tentaciones con las que el destino los pone a
prueba.
Su pasión por la cultura oriental no
le impide, sin embargo, burlarse de sus complejos y a veces absurdos rituales o
de los nombres con los que se designan a las personas. Lo hace con mucha ironía,
elegancia y gracia; aún así, sería interesante conocer la opinión que merece la
obra a un chino genuino.
En resumen, una novela muy
entretenida, llena de aventura, magia, excelentes personajes, humor y que en
ocasiones destila un conmovedor lirismo alejado de la cursilería o de la ñoñería que muchas
ocasiones acompaña al género. Las piezas del rompecabezas encajan a la perfección
en un final al que no se le puede poner ninguna pega. Puente entre pájaros
no debe pasar desapercibida entre los amantes de la fantasía.
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