Cuesta creer que una mujer de físico
frágil y con aspecto inofensivo como Joyce Carol Oates sea capaz de escribir
una novela tan dura como Zombi. Ya en otros relatos Oates había dado
muestras de poseer una imaginación tortuosa y siniestra a la que no le importa
escarbar en los lodazales más inmundos del alma humana pero en esta novela se
ha superado con creces. Zombi nos introduce en una mente desquiciada
capaz de los actos más atroces y Oates consigue, aunque nos resistamos, que nos
convirtamos en Quentin P, y les aseguro que no resulta nada agradable.
Existe una edición en castellano de
Nuevas Ediciones de Bolsillo del 2003 de esta novela que casualmente estuve
buscando hace un año sin éxito. Por suerte La Biblioteca de Carfax lo ha vuelto
a publicar este año poniendo fin a mi búsqueda. Me llamaba la atención que una
autora del prestigio de Oates hubiera escrito sobre zombis, algo que el título
parecía sugerir. Los que como yo lleguen a la novela con esa idea puede ser que
se lleven una decepción, porque no aparece un sólo muerto viviente. El zombi
del título no deja de ser un proyecto delirante de su trastornado protagonista,
un joven de treinta y un años que desea crear una especie de esclavo para que
le obedezca en todo y satisfaga sus necesidades sexuales. Llegados a este punto
en que en lugar de un zombi tenemos un psicópata sexual y asesino en serie,
podríamos pensar que nos hallamos ante una más de las muchas historias que se
han publicado, y sobre todo filmado, sobre el tema, sin embargo Oates opta por
aproximarse al tema de una manera distinta. No hay una intriga policiaca para
descubrir al criminal, sabemos quién es desde el principio, tampoco hay un
experto Morgan Freeman en mentes trastornadas que gracias a su sagacidad
prediga sus pasos. Sólo tenemos a un vulgar psicópata, Q_ P_ , siglas con las
que aparece en el libro, que intenta sobrevivir y esconder sus perversiones al
mismo tiempo que practicarlas. El gran reto de Oates reside en contarlo todo
desde su punto vista, en meternos en esa mente enferma, primaria, pero lo
suficientemente lúcida para saber que lo que hace no está bien. Lo hace tan
bien que a veces hay que detenerse y relajarse mirando fotos tontas de gatitos
entrañables en twitter antes de proseguir con la lectura. Escrito a modo de
diario el libro está lleno de mayúsculas que son como gritos o amenazas. Las
frases son simples, en ocasiones pueriles y algunas páginas se completan con
dibujos que van desde lo más escalofriante, por ejemplo cómo realizar una
lobotomía, hasta la ilustración de un indefenso pollito.
Quentin está en libertad condicional
por acosar a un menor. El padre de Quentin es un hombre de bien, catedrático de
la universidad local, que ha podido permitirse contratar a un abogado lo
suficientemente bueno y falto de escrúpulos como para conseguir una pena
bastante favorable. Así y todo, la familia apoya a Quentin y se resiste a creer
que sea un monstruo. Su padre niega la realidad hasta tal punto que aún alberga
esperanzas de que en el futuro su hijo se convierta en un ingeniero. Se trata
de un hombre con una buena reputación en el pueblo y que cuenta entre sus
amistades con nada menos que con un premio Nobel; un padre, cuyo hijo no puede
ser de ninguna manera homosexual ni menos un depravado. A pesar de las injusticias que rodean a Quentin no es fácil comprenderlo, ni
sentir compasión por él. No hay un final posible, la vida de Quentin prosigue
con sus mentiras, con sus planes macabros y sus irrefrenables ataques de
lascivia mientras su familia mantiene la esperanza de que todo siga normal.
Zombi es un retrato impecable, duro y sin
miramientos de un ser repulsivo, no apto para todos los públicos.
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