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Universo de pocos

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jueves, 13 de junio de 2019

"Rosalera” de Tade Thompson

"Rosalera” de Tade Thompson            Con Rosalera Tade Thompson recupera un tema tan querido a la ciencia-ficción clásica como la telepatía. En los años cuarenta y cincuenta se abusó hasta tal punto de los poderes mentales que después de los setenta, y salvo alguna excepción como El hombre vacío de Dan Simmons o más recientemente La extraordinaria familia Telemacus de Daryl Gregory, apenas se han escrito novelas que tengan la telepatía como protagonista; y eso a pesar de las grandes obras que ha dado el subgénero como El hombre demolido de Alfred Bester, Muero por dentro de Robert Silverberg o El Mulo incluido en Fundación e Imperio de Isaac Asimov.

            Rosalera es el nombre con el que se conoce tanto a la misteriosa cúpula que han creado unos extraterrestres en Nigeria como a la ciudad que se ha formado a su alrededor. En la obra original  escrita en inglés es Rosewater (agua de rosas) y hace referencia de una manera irónica al olor terrible que rodeaba a la zona en sus inicios, cuando aún no existían infraestructuras en la incipiente ciudad, algo que por desgracia se pierde al ser traducido como Rosalera. Una lástima, porque este sarcasmo augura lo que vamos a encontrarnos más adelante: una novela negra, dura, violenta, sin cortapisas, cínica... pero impregnada de romanticismo. Contada en primera persona al estilo de la novela negra americana tiene un comienzo fulgurante que hace que vayamos pasando páginas queriendo saber qué va a pasar después. El protagonista está perfilado de manera correcta y el mundo que se nos presenta con la “xenosfera” como trasfondo resulta fascinante (un mundo que por cierto recuerda mucho al “ciberspacio”). Y es que Rosalera tiene mucho del viejo ciberpunk: su atmósfera decadente, su protagonista escéptico y amoral, una trama detectivesca y grandes dosis de violencia. A esto hay que añadir alienígenas, telepatía y la novedad que supone situar la acción en África en lugar de Europa o EEUU como estamos acostumbrados. Al primer tercio de novela no se le puede pedir más.

            Sin embargo, todo se va volviendo más confuso según avanzamos, la culpa de todo se debe en gran medida a la estructura que sigue la novela. Thompson recurre como ya suele ser habitual en la narrativa actual (véase las series de HBO o de Netflix) a alternar una acción que se desarrolla en el presente con otra del pasado, que luego será necesaria para que todo encaje. Una técnica que si bien puede aportar dramatismo y suspense, también puede servir para encubrir ciertas lagunas argumentales y confundir. En el caso de Rosalera el problema es que las historias se parecen tanto entre sí que uno no sabe muy bien si lo que se nos está contando ocurrió hace años o acaba de suceder. De todos modos se trata de un pequeño inconveniente que con un poco de esfuerzo por parte del lector puede superarse. Más difícil de soslayar es la perdida de verosimilitud que padece el relato. Los poderes fantásticos que adquieren algunos personajes, el recurso a la física cuántica como pretexto para amparar los fenómenos más inexplicables, todo ello va poco a poco socavando el crédito que Tompson ha logrado ganarse laboriosamente en la primera mitad. Por otro lado, el peso de la novela recae en exceso en su protagonista y se echa en falta unos personajes de más enjundia que pudieran darle la réplica.

            El libro no resuelve todos los enigmas planteados, y es que en estos tiempos de optimización de recursos, Thompson, al igual que hacen muchos de sus colegas de profesión, pretende sacar el máximo provecho del tiempo invertido en escribirlo. Estamos ante el primer libro de una trilogía o de aquello en lo que vaya a acabar convirtiéndose, algo que con toda seguridad alegrará la vida a muchos aficionados del género. De todos modos la trama principal de la novela queda suficientemente cerrada y puede leerse sin tener que esperar a futuras continuaciones.

            Rosalera, a pesar de algunos errores de mayor o menor importancia, es una novela muy entretenida, fresca, original a su manera, repleta de acción que sirve de excelente presentación a un autor con un gran futuro por delante.

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