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Universo de pocos

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domingo, 14 de julio de 2019

"Nueve cuentos malvados” de Margaret Atwood

"Nueve cuentos malvados” de Margaret Atwood            Al final los cuentos de este nuevo libro de Margaret Atwood han sido menos malvados de lo que me esperaba. Lo cierto es que Nueve cuentos malvados ha sido un poco menos de todo, menos emocionante, menos excitante y menos fantástico de lo que pensaba que me iba a encontrar. También hay algo menos de acción de la deseada, aunque esto queda plenamente justificado por la elevada edad de sus protagonistas.

            Con lo que si me he topado es con descripciones muy detalladas de personajes, sobre todo  de su forma de ser. Atwood no deja ningún rasgo, característica, manía a la imaginación del lector. Sabemos cómo les gusta vestir, lo que comen, su filias, sus fobias, su relación con la familia, su pasado o si les pica el cuero cabelludo. En cualquier caso hay que reconocer que Atwood escribe muy bien y lo que en otro escritor resultaría imperdonable se hace más o menos llevadero gracias a la sutil ironía, al afilado humor y a la lucidez de la canadiense. Los retratos de los tipos humanos que realiza son perfectos y seguramente habrá muchos lectores que disfruten con este tipo de literatura.

            Los tres primeros relatos del libro Alphinlandia, El aparecido y La Dama Oscura  giran alrededor de una escritora exitosa creadora de un mundo fantástico llamado Alphinlandia. Sus novelas parecen desarrollarse en ese universo fantástico en el que vuelca parte de su vida real. Amigos, amantes, enemigos del mundo real lo habitan y la autora aprovecha para vengarse a su manera de ellos. El relato tiene detalles interesantes y se ve que Atwood disfruta describiendo a sus protagonistas pero lo cierto es que se me ha hecho pesado a ratos.

            Una impresión muy diferente me ha provocado Lusus naturae. Se trata de un relato de vampiros muy breve, escrito de una manera racional, y que contrasta precisamente por su concisión frente al resto de relatos. Narrado en mi primera persona es uno de los más logrados.

            El novio liofilizado parte de una idea interesante y el relato está bien resuelto, pero de nuevo queda deslucido por el excesivo detallismo con que se retrata a los personajes, lo cual entorpece el discurrir de la trama.

            En Sueño con Zenia, la de los colmillos rojo brillante Atwood recupera antiguos personajes de una de sus novelas La novia ladrona; hombres y mujeres de cierta edad por los que me cuesta interesarme. Algunos golpes de humor propios de Atwood logran relanzarlo.

            En La mano muerta te ama el protagonista vuelve a ser un escritor, en este caso de novelas de terror. Un éxito temprano e inesperado le persigue durante toda su vida. Atwood se burla de los best seller de terror y de las rebuscadas interpretaciones que realizan los críticos  de una novela escrita en tres semanas y que según su propio autor “fue inspirada por una musa casposa, hortera y folletinesca”. Divertido y mordaz a la vez.

            Colchón de piedra es un entretenimiento policiaco de la autora con una venganza y un crimen perfecto de por medio.

            A la hoguera con los carcamales es un distopía tan sugestiva como  inquietante por lo real que resulta. Está protagonizada por una anciana que vive en una residencia y que padece el síndrome de Charles Bonnet, que le hace ver enanitos. En el exterior un gentío proclama que ha llegado su hora. Bien contada y con unos estupendos protagonistas.

            Los relatos que integran Nueve cuentos malvados son sobre todo concienzudos retratos de personajes. Atwood se propone que sean de carne y hueso, y a mí parecer invierte un exceso de recursos para su construcción, lo que va en detrimento del ritmo narrativo. Algunos de los tipos humanos (sobre todos los de los ancianos) se repiten y tengo la sensación de que las reflexiones sobre la vejez, sobre el absurdo que rodea al éxito literario o sobre el feminismo que vierten son las de la propia Atwood. Humor, ironía, lucidez pero también, ¿por qué no decirlo?, una pizca de decepción.

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