“Nada
de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni
tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia-ficción”, reza la cabecera de
este blog. Los que lo siguen saben que esto no es cierto y que en este blog he
reseñado muchas veces novelas que no pertenecen al género. Escribí esa cabecera
por el cansancio que me producían las interminables y desde mi punto de vista
estériles discusiones motivadas sobre si el término ciencia-ficción era el más
adecuado o no. Claro que entonces no se hablaba todavía del famoso “procés” y
mi grado de tolerancia no se había tensado hasta los niveles actuales. Todo
esto viene a cuento de que las últimas novelas que he reseñado tienen más bien
poco de ciencia-ficción. Anatomía de un jugador utiliza un elemento, sólo
uno, característico del género como es la telepatía pero no creo que eso
convierta la novela en ciencia-ficción. La razón de esta traición al lema del
blog es que a pesar de la cantidad de libros que se publican del género en España,
últimamente me atraen más las novelas que tienen una relación sutil con él, eso
que en estos tiempos en que hay un nombre para todo (generalmente en inglés) se
llama “slipstream”. Este término como sabrán se debe a Bruce Sterling. Aquí
tienen una lista de ejemplos elaborada por él mismo y Lawrence Person:
http://home.roadrunner.com/~lperson1/slip.html.
Lo cierto es que Jonathan Lethem
empezó escribiendo ciencia-ficción. Sus primeras cuatro novelas: Gun, with
Occasional Music (1994), Amnesia Moon (1995), Cuando Alice se
subió a la mesa, 1997) y Paisaje con muchacha (1998) lo son sin
lugar a dudas. Las dos primeras siguen inexplicablemente sin ser publicadas en
España. Lethem es un autor siempre interesante aunque su búsqueda por encontrar
nuevos caminos y renovar géneros populares lo coloque muchas veces en un difícil
equilibrio que lo hace bascular entre los sublime y lo grotesco como ocurría en
Chronic City, última novela que había leído hasta el momento. En Anatomía de
un jugador el autor se muestra algo más contenido, lo que lo aleja de la
extravagancia de la novela antes mencionada, pero que por otro lado hace que en
ocasiones la novela se haga menos entretenida.
El protagonista, Alexander Bruno, es
un profesional del backgammon, cuya capacidad de leer la mente de sus
adversarios le hace imbatible y le ha permitido hasta ahora vivir de una manera
desahogada. Sin embargo, desde hace un tiempo una mancha ha comenzado a nublar
su campo de visión poniendo punto final a su buena racha. Finalmente Bruno
acaba siendo hospitalizado y sólo un excéntrico cirujano en California está
dispuesto a extirparle el tumor que causa la mancha. A lo largo de la novela
Bruno se encuentra con personajes muy diversos, desde el ya mencionado cirujano
que cambia su rostro, hasta un antiguo compañero del instituto que ha
prosperado inesperadamente, pasando por el encargado iconoclasta de una
hamburguesería, una prostituta alemana y la imprevisible novia de su amigo del
pasado. Bruno parece ejercer una profunda atracción sobre todos los que le
rodean, algo que lejos de proporcionarle una ventaja acaba jugando en su contra
y provocándole todo tipo de penalidades. Tanto es así que, sobre todo
al final de la novela, resulta un tanto desesperante ver al protagonista caer
cada más vez bajo sin que acabe de
reaccionar.
Aunque el backgammon sea una parte
importante de la historia (incluso la numeración de los capítulos está
relacionada con el juego) no es necesario estar familiarizado con sus reglas
para disfrutar de la novela. La tensión del juego está bien narrada y el autor
se las arregla para que las partidas resulten emocionantes. El problema de la
novela está en su irregularidad, y es que se alternan momentos brillantes por
los que compensa leer el libro con otros en los que apenas
sucede nada y que tienen poco interés. Uno de los más brillantes y en los que
Lethem se luce realizando una difícil fusión entre lo más hilarante y lo más
desagradable es la escena de la operación quirúrgica a ritmo de Jimmy Hendrix. Merece la pena.
En las críticas se habla de que el
tema del libro es la identidad, y puede que haya bastante de cierto en ello. En la novela nadie parece
ser lo que aparenta, empezando por su protagonista, y cuando llegamos a su
tramo final el texto nos impele a preguntarnos cuántos Brunos existen o han
existido en realidad. ¿Somos como nos ven los demás, como creemos ser o como
queremos que nos vean los demás? Y puestos a hacernos cuestiones
trascendentales, ¿este humilde blog trata sobre ciencia-ficción o sobre
cualquier otra cosa? ¿Se puede acabar así una reseña?
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