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Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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martes, 17 de septiembre de 2019

"Anatomía de un jugador” de Jonathan Lethem

"Anatomía de un jugador” de Jonathan Lethem            “Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia-ficción”, reza la cabecera de este blog. Los que lo siguen saben que esto no es cierto y que en este blog he reseñado muchas veces novelas que no pertenecen al género. Escribí esa cabecera por el cansancio que me producían las interminables y desde mi punto de vista estériles discusiones motivadas sobre si el término ciencia-ficción era el más adecuado o no. Claro que entonces no se hablaba todavía del famoso “procés” y mi grado de tolerancia no se había tensado hasta los niveles actuales. Todo esto viene a cuento de que las últimas novelas que he reseñado tienen más bien poco de ciencia-ficción. Anatomía de un jugador utiliza un elemento, sólo uno, característico del género como es la telepatía pero no creo que eso convierta la novela en ciencia-ficción. La razón de esta traición al lema del blog es que a pesar de la cantidad de libros que se publican del género en España, últimamente me atraen más las novelas que tienen una relación sutil con él, eso que en estos tiempos en que hay un nombre para todo (generalmente en inglés) se llama “slipstream”. Este término como sabrán se debe a Bruce Sterling. Aquí tienen una lista de ejemplos elaborada por él mismo y Lawrence Person: http://home.roadrunner.com/~lperson1/slip.html.
 
            Lo cierto es que Jonathan Lethem empezó escribiendo ciencia-ficción. Sus primeras cuatro novelas: Gun, with Occasional Music (1994), Amnesia Moon (1995), Cuando Alice se subió a la mesa, 1997) y Paisaje con muchacha (1998) lo son sin lugar a dudas. Las dos primeras siguen inexplicablemente sin ser publicadas en España. Lethem es un autor siempre interesante aunque su búsqueda por encontrar nuevos caminos y renovar géneros populares lo coloque muchas veces en un difícil equilibrio que lo hace bascular entre los sublime y lo grotesco como ocurría en Chronic City, última novela que había leído hasta el momento. En Anatomía de un jugador el autor se muestra algo más contenido, lo que lo aleja de la extravagancia de la novela antes mencionada, pero que por otro lado hace que en ocasiones la novela se haga menos entretenida.

            El protagonista, Alexander Bruno, es un profesional del backgammon, cuya capacidad de leer la mente de sus adversarios le hace imbatible y le ha permitido hasta ahora vivir de una manera desahogada. Sin embargo, desde hace un tiempo una mancha ha comenzado a nublar su campo de visión poniendo punto final a su buena racha. Finalmente Bruno acaba siendo hospitalizado y sólo un excéntrico cirujano en California está dispuesto a extirparle el tumor que causa la mancha. A lo largo de la novela Bruno se encuentra con personajes muy diversos, desde el ya mencionado cirujano que cambia su rostro, hasta un antiguo compañero del instituto que ha prosperado inesperadamente, pasando por el encargado iconoclasta de una hamburguesería, una prostituta alemana y la imprevisible novia de su amigo del pasado. Bruno parece ejercer una profunda atracción sobre todos los que le rodean, algo que lejos de proporcionarle una ventaja acaba jugando en su contra y provocándole todo tipo de penalidades. Tanto es así que, sobre todo al final de la novela, resulta un tanto desesperante ver al protagonista caer cada más vez bajo sin que acabe  de reaccionar.

            Aunque el backgammon sea una parte importante de la historia (incluso la numeración de los capítulos está relacionada con el juego) no es necesario estar familiarizado con sus reglas para disfrutar de la novela. La tensión del juego está bien narrada y el autor se las arregla para que las partidas resulten emocionantes. El problema de la novela está en su irregularidad, y es que se alternan momentos brillantes por los que compensa leer el libro con otros en los que apenas sucede nada y que tienen poco interés. Uno de los más brillantes y en los que Lethem se luce realizando una difícil fusión entre lo más hilarante y lo más desagradable es la escena de la operación quirúrgica  a ritmo de Jimmy Hendrix. Merece la pena.

            En las críticas se habla de que el tema del libro es la identidad, y puede que haya bastante  de cierto en ello. En la novela nadie parece ser lo que aparenta, empezando por su protagonista, y cuando llegamos a su tramo final el texto nos impele a preguntarnos cuántos Brunos existen o han existido en realidad. ¿Somos como nos ven los demás, como creemos ser o como queremos que nos vean los demás? Y puestos a hacernos cuestiones trascendentales, ¿este humilde blog trata sobre ciencia-ficción o sobre cualquier otra cosa? ¿Se puede acabar así una reseña?

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