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Universo de pocos

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lunes, 14 de septiembre de 2020

"Basilisco" de Jon Bilbao

Portada de "Basilisco" de Jon Bilbao
 Comencé la lectura de Basilisco de Jon Bilbao justo tras terminar Una novela rusa de Emmanuel Carrère y si no fuera por esta curiosa casualidad jamás hubiera reparado en la relación existente entre ambas obras. Quizás se trate nada más que de las elucubraciones de alguien con deseos de destacar, obstinado en descubrir algo que ningún crítico literario ha sido capaz de ver pero lo cierto es que ambos libros me han sorprendido por la falta de pudor con la que sus autores hablan de sí mismos y de las personas de su entorno más cercano. No es frecuente que un autor descubra su alma de la manera que lo hacen Carrère y Bilbao, una exhibición de su intimidad que puede resultar, sobre todo en el caso del francés, hasta incómoda para el lector. Ambos libros son además de difícil adscripción, uno no sabe muy bien si considerarlas novelas, libros de relatos u otra cosa. Es verdad que Carrère se asoma a la Rusia más profunda mientras que Bilbao lo hace al legendario oeste americano, lugares muy alejados entre sí, sin embargo se trata de territorios que de alguna manera han tenido que ver con su infancia, ya sea por orígenes familiares, en el caso del francés, o por la afición que despertaba El Teniente Blueberry en el joven Bilbao según cuenta el propio autor en una entrevista. El libro de Carrère es un relato autobiográfico contado a modo de novela, Basilisco es además de eso un libro de relatos. Podría decirse que se trata de una mezcla imposible de historias del Far West y de narración autobiográfica, algo que sintetizado así podría hacer pensar que se trata de un completo disparate, de una ida de olla del autor nacido en Ribadesella; pero no, Bilbao logra salir airoso del atolladero en el que se mete y consigue rematar un libro audaz, único, que a pesar de desarrollarse en gran parte en un universo tan alejado del suyo como es el oeste americano logra casarlo sin problemas con su atormentado mundo personal.

En cuanto al argumento, no es fácil resumirlo. El libro comienza con la visita a un rancho en Virginia City, en la que uno de los personajes cuenta una historia que tiene que ver con los comienzos de dicha ciudad y en la que destaca la figura de un veterano de la Guerra de Secesión americana llamado John Dunbar. El libro continúa con más relatos de este personaje arquetípico que se alternan con ficciones y acontecimientos de la vida del protagonista, probable trasunto del autor. Se trata de una mezcla extraña de Western con resonancias del Cormac McCarthy de Meridiano de sangre y de las vivencias de un escritor que no parece del todo complacido con su vida. A final la vida de ambos personajes, cowboy y escritor, se confunden, uno se apropia del otro y las dos tramas parecen interferirse mutuamente. Hay una escena especialmente elocuente, una pesadilla muy simbólica, no se sabe si soñada por el escritor o por Dunbar en la que se pone de manifiesto el esfuerzo que supone el acto creativo.

Me gusta cómo escribe Bilbao, me gusta su prosa directa e insinuante. Me gusta cómo logra dotar a una historia en apariencia trivial de oscuridad y desasosiego. Sus relatos del Oeste me han sorprendido y he disfrutado de ellos pero sobre todo me ha gustado la manera con la que los ha engarzado con las vivencias de un personaje de la actualidad, un escritor que intenta salir adelante en su vida personal y literaria. Tras estas historias en apariencia intrascendentes de un padre que vuela un avión a radiocontrol con su hijo o de un avispero en el jardín hay mucho más aunque las aventuras de Dunbar con los mormones, científicos y la Araña resulten mucho más espectaculares. Vale la pena internarse en la cueva primigenia que Bilbao ha excavado palabra a palabra para nosotros y descubrir dentro nuestros terrores de la infancia para llegar a conocernos mucho mejor que cuando decidimos entrar en ella.


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