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jueves, 23 de febrero de 2023

“Historias de Xuya”, de Aliette De Bodard

Portada de “Historias de Xuya”, de Aliette De Bodard

Bajo este título Historias de Xuya, Aliette De Bodard ha reunido dos novelas cortas que se sitúan en la realidad ucrónica de Xuya. Se trata éste de un mundo alternativo en el que la civilización china fue la primera en llegar a América. Ambas además transcurren en un futuro lejano en el que la humanidad se ha dispersado por el universo viajando en las llamadas «naves mentales», unas naves espaciales que poseen consciencia propia. Así resumido, una «space opera» dentro de una ucronía con otros elementos que mencionaré más adelante, puede hacernos pensar que es algo rebuscado y lo cierto es que difícilmente se puede negar que no lo sea. Afortunadamente  para el lector que no esté al tanto de los antecedentes históricos de Xuya, estos preámbulos apenas tienen relevancia en estas dos historias más allá de que la sociedad que se describe está influida por la cultura asiática y de que se bebe mucho té. Tal vez alguien tenga una explicación de por qué en las novelas recientes de ciencia ficción se toma tanto té. Personalmente prefiero el cacao, que seguramente es menos refinado y no está envuelto en el aire de misticismo que tiene todo lo asiático.

La primera de estas historias de Xuya es La maestra del té y la detective, que ganó nada menos que el premio Nebula a la mejor novela corta en 2018 y el Premio Mundial de fantasía a la mejor novela en 2019. Como indica su título se trata de un relato detectivesco, el punto de partida es el clásico descubrimiento de un cadáver. Imagino que el interés que ha despertado se debe sobre todo al escenario imaginado por la autora y a los personajes que lo protagonizan, uno  de los cuales es una nave mental. La idea en principio parece estimulante pero a todos los efectos estas naves se comportan como cualquier hija de vecina con la diferencia de que tienen un nombre más largo y viven más tiempo. Por lo demás beben té (o hacen como que lo toman, no queda muy claro), leen novelas románticas, investigan crímenes e incluso, como se verá en la siguiente historia del libro, follan. Pueden hacer todo esto porque proyectan su avatar a cualquier otro hábitat y porque sus «bots» les permiten interactuar con los elementos materiales. «La hija de la sombra», que es el nombre de la nave que protagoniza la novela, sufre un trauma que le impide sumergirse en el espacio profundo y por tanto ejercer como vehículo de transporte. Años de tradición cinematográfica y televisiva nos han enseñado que cuando el protagonista sufre un trauma habrá un momento decisivo de la trama en el que deberá echar los restos y sobreponerse heroicamente a sus miedos para salvar a alguien o impedir un crimen. La maestra del té y la detective no ha querido romper con esta arraigada costumbre de la ficción más popular. Al final el crimen es resuelto y la historia termina de una manera que hay que reconocer queda simpática con los protagonistas dejando las puertas abiertas a otra posible colaboración en el futuro que me ha recordado a esos antiguos relatos que se publicaban por episodios.

Le sigue la novela corta  Siete infinitos, que se apoya también en una trama policiaca. Si en el anterior relato el referente era Sherlock Holmes, en este caso la historia se decanta por la novela negra y se zambulle de lleno en el ciberpunk. La protagonista es Vân una chica que ha podido acceder a un club de poesía (algo por lo visto de gran valor en esa sociedad) haciendo trampa. Además de los reparos que esto le provoca debe hacer frente a los remordimientos que le afligen por algo sucedido hace unos años. Su engaño consistió en haber callado que tenía un implante mnemotécnico, lo que de por sí no tiene nada de malo pero en la rígida sociedad de Xuya sólo están permitidos los que proceden de los propios ancestros y el de Vân deriva de fragmentos de personalidades ajenas a la familia. La historia arranca como corresponde a todo relato policiaco con una muerte inexplicable. Una nave mental con un nombre todavía más largo que la del relato anterior, «La orquídea salvaje en un bosque sombrío», y con un pasado turbio de ladrona ayudará a Vân y a su alumna a desentrañar esta muerte que se ha producido en su casa y que podría afectar gravemente a su reputación. En aspectos como la importancia que conceden a la honestidad, la integridad y también a los antepasados es donde se percibe la influencia asiática que pesa sobre la sociedad de Xuya. La historia es una sorprendente mezcla de novela ciberpunk, de elementos de pura ciencia ficción como implantes y naves espaciales pero también de romanticismo kitsch, de cultura vietnamita y de lugares comunes. Esto último se aprecia sobre todo al final, cuando Vân decide desobedecer los consejos que le han dado poniendo en riesgo su vida, y en la escena final, habitual por otra parte, con la heroína en manos del villano (en este caso villana) amenazándola con matarla si no acepta sus condiciones.

En el primero de los relatos predominan los diálogos en los que De Bodard pone bastante énfasis en los gestos y expresiones de los interlocutores. Su pausada prosa brilla  bastante más en el segundo aunque a veces sorprende con frases que parecen sacadas de El conde de Montecristo:

«—No — convino, con el sabor ácido y acre de la mentira en la boca».

La nave mental que protagoniza la primera historia, a causa del trauma que padece, en lugar de navegar se dedica a preparar tés a todo aquel que acude a ella. Buscan un remedio que mitigue el malestar que les provoca internarse en el espacio profundo. Para ello la nave elige las hierbas más adecuadas con las que prepara su infusiones terapéuticas. De la misma manera Aliette De Bodard ha creado este singular té literario escogiendo lo que deben de ser sus ingredientes más queridos: un poco de ciberpunk, un poco de policiaco, una buena dosis de personajes femeninos, algo de cultura vietnamita y un poco de romance. Muchos se lo beberán encantados pero como decía al comienzo de esta reseña, yo prefiero el cacao.

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