Muchos
aficionados a la ciencia ficción se apresuraron a festejar que Orbital
de Samantha Harvey ganara el año pasado el prestigioso Booker. Siento
decepcionarlos. Puede que sesenta años antes esto se pudiera considerar ciencia
ficción pero ahora mismo en el año 2025 en el que nos encontramos con el tonto
del culo de Elon Musk enviando casi cada día cohetes al
espacio no puede decirse lo mismo.
La novela narra
lo que en el transcurso de un día les sucede a seis astronautas en la Estación Espacial Internacional. Su misión
dura nueve meses pero el libro se limita a lo que sucede en un día cualquiera
que por otra parte no es mucho. Cada día dan dieciséis vueltas alrededor de la
Tierra en dieciséis órbitas diferentes, y Harvey dedica un capítulo a cada una
de ellas. No sucede nada épico sólo hermosísimos amaneceres y preciosísimas
puestas de sol. La vida de los astronautas es rutinaria y no tienen mucho más
que hacer que ver pasar los continentes y los mares de la Tierra por la
ventana, hacer ejercicio para evitar que se debiliten sus huesos y revisar los
experimentos en curso. Uno de los personajes se pasa el tiempo haciendo listas
sobre cosas triviales. Anoto una muestra:
Coches que se
pegan detrás
Niños cansados
Querer salir a
correr
Almohadas con
bultos
Hacer pis en el
espacio cuando tienes prisa
Cremalleras que
se enganchan
Gente que
susurra
Los Kennedy»
Hay más listas
como esta: «Cosas que sacan de quicio», «Cosas sorprendentes», «Cosas que
espero con ilusión». He visto listas parecidas en alguna película
norteamericana que no recuerdo, debe de ser algo habitual entre los
anglosajones. Parecen opiniones salidas de la propia autora que por alguna razón
que se me escapa ha creído conveniente compartir.
Las vistas de algunos lugares de la Tierra traen a la memoria de los tripulantes fugaces recuerdos de su vida lo que da lugar a alguna conversación entre los personajes pero la mayor parte de la novela se dedican a contemplar lo bonito que es el mundo. Sí, también hay algunas reflexiones de poca importancia sobre el medio ambiente y sobre los desastres que el hombre está provocando. Y eso, poco más o menos, es lo que viene a ser el libro. Sé que a algunos lectores les ha gustado, que no les ha importado que no suceda nada y que se han deleitado con las descripciones embebidas en poesía que Harvey realiza de las vistas de la Tierra desde el espacio. No ha sido mi caso. Prefiero contemplar las fotos que publica la NASA de tanto en tanto o incluso me resultan más auténticas y emotivas los retratos que hacía del espacio un autor como Arthur C. Clarke, en apariencia menos preparado literariamente y que nunca llegó a ganar el Booker.