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Universo de pocos

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martes, 15 de noviembre de 2016

"El problema de los tres cuerpos" de Cixin Liu

El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu
            Por varios motivos El problema de los tres cuerpos era una de las novelas más esperadas del 2016. Había sido muy elogiada el año pasado en muchos blogs tras ser traducida al inglés. No es frecuente encontrar literatura china en las librerías y menos aún novelas de ciencia-ficción, supongo que esta peculiaridad o rareza ha acrecentado la curiosidad de muchos aficionados que como yo estamos siempre a la caza de algo distinto. Además el año pasado ganó el premio Hugo a la mejor novela, siendo la primera vez que una obra escrita en un idioma diferente al inglés lo obtiene. Antes de seguir comentando la novela de Cixin Liu no puedo resistirme a hablar de los premios Hugo.

            En los últimos años se han producido muchas polémicas en su concesión, pero desde que comenzaron a otorgárselos a Lois McMaster Bujold por cualquier novela de la serie de Miles Vorkosigan que publicara o ya cuando en el 2001 consideraron que una novela de Harry Potter  merecía el premio le perdí por completo el respeto. Después del enorme esfuerzo de muchos autores para que la ciencia ficción dejara de considerarse un género infantil y fuera tratada con respeto resulta que le conceden el premio más importante del gremio a una obra escrita para niños. No tengo nada en contra de las novelas de Harry Potter, y seguro que se merecen muchos premios (Rowling ha ganado incluso el Príncipe de Asturias), pero premios para novelas infantiles o juveniles.

            Lo siento, sé que no viene a cuento y que Cixin Liu no tiene la culpa pero necesitaba desahogarme. El problema de los tres cuerpos es una novela bastante curiosa. La historia se inicia durante la revolución cultural China con el juicio a un profesor de física de la universidad de Tsinghua en Pekín por unos fanáticos alumnos suyos que le acusan de enseñar teorías reaccionarias como el Bing Bang o la relatividad de Einstein. Más adelante Liu nos traslada al presente en el que científicos de diferentes nacionalidades, miembros de la organización Fronteras de la ciencia, han ido suicidándose en muy poco tiempo sin que se conozca la razón. A parte de esto, unos extraños fenómenos ópticos parecen afectar a un investigador de nanomateriales llamado Wang Miao al que el ejército quiere captar para que le ayude a desentrañar el misterio de los suicidios. Wang Miao es precisamente el protagonista de la novela,  un joven curioso al que, a pesar de todos estos inconvenientes, aún le quedan ganas de sumergirse en un juego de realidad virtual llamado “Tres cuerpos”, que se desarrolla en un mundo con tres soles y cuya trayectoria parece imposible predecir. Liu se las arregla para darle a todo este embrollo sentido y de paso entretenernos. Uno nunca sabe con qué va a sorprendernos el bueno de Liu y esto hace que el libro se lea en un santiamén. La escritura de Liu es clara y sencilla y no se demora en lo superfluo aunque de vez en cuando nos asombra con unos arranques líricos que pueden chocar a un occidental:
            ”La joven guardia y su bandera se precipitaron al vacío, la primera casi más despacio que aquel paño rojo, como si se tratara de un pájaro enamorado del cielo que se niega a abandonarlo”

            Cixin Liu no se molesta en describirnos con excesivo detalle los personajes ni los escenarios, pero gracias a su imaginación logra que esto carezca de importancia como sucedía en muchas de las novelas de la ciencia-ficción más clásica. No se trata de una novela de personajes ni pretende serlo como tampoco quiere deslumbrarnos con su estilo literario. El problema de los tres cuerpos es una obra de entretenimiento sin más pretensiones. Por desgracia no logra mantener el mismo interés durante toda la historia y en su última parte decae ligeramente.

            Liu no carece de humor y hay varios momentos muy divertidos. En particular los capítulos que se suceden en el mundo del juego “Tres cuerpos”, contados a la manera de una fábula en la que hubiera que resolver un problema de lógica, me han hecho pasar muy buenos momentos. Es un libro en el que se habla sobre todo de física y que gustará a los que se interesen por la ciencia aunque creo que no hacen falta grandes conocimientos para poder disfrutarlo. Un libro muy ameno con la pega de que se trata del primero de una trilogía y de que termina de manera abrupta dejándonos con la incógnita de qué pasará.

            En otro orden de cosas me llama la atención que en la portada del libro no se destaque que haya ganado el premio Hugo. ¿Y qué ha ocurrido con los controvertidos prólogos de Miguel Barceló? Ya en Luna de Ian McDonald se prescindió de su habitual presentación.

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