Por varios motivos El problema de los tres cuerpos era una de las novelas más esperadas del 2016. Había sido muy elogiada el año pasado en muchos blogs tras ser traducida al inglés. No es frecuente encontrar literatura china en las librerías y menos aún novelas de ciencia-ficción, supongo que esta peculiaridad o rareza ha acrecentado la curiosidad de muchos aficionados que como yo estamos siempre a la caza de algo distinto. Además el año pasado ganó el premio Hugo a la mejor novela, siendo la primera vez que una obra escrita en un idioma diferente al inglés lo obtiene. Antes de seguir comentando la novela de Cixin Liu no puedo resistirme a hablar de los premios Hugo.
En los últimos años se han producido muchas polémicas en
su concesión, pero desde que comenzaron a otorgárselos a Lois McMaster Bujold
por cualquier novela de la serie de Miles Vorkosigan que publicara o ya cuando
en el 2001 consideraron que una novela de Harry Potter merecía el premio le perdí por completo el
respeto. Después del enorme esfuerzo de muchos autores para que la ciencia
ficción dejara de considerarse un género infantil y fuera tratada con respeto
resulta que le conceden el premio más importante del gremio a una obra escrita
para niños. No tengo nada en contra de las novelas de Harry Potter, y seguro
que se merecen muchos premios (Rowling ha ganado incluso el Príncipe de
Asturias), pero premios para novelas infantiles o juveniles.
Lo siento, sé que no viene a cuento y que Cixin Liu no
tiene la culpa pero necesitaba desahogarme. El problema de los tres cuerpos
es una novela bastante curiosa. La historia se inicia durante la revolución
cultural China con el juicio a un profesor de física de la universidad de
Tsinghua en Pekín por unos fanáticos alumnos suyos que le acusan de enseñar
teorías reaccionarias como el Bing Bang o la relatividad de Einstein. Más
adelante Liu nos traslada al presente en el que científicos de diferentes
nacionalidades, miembros de la organización Fronteras de la ciencia, han ido
suicidándose en muy poco tiempo sin que se conozca la razón. A parte de esto,
unos extraños fenómenos ópticos parecen afectar a un investigador de
nanomateriales llamado Wang Miao al que el ejército quiere captar para que le
ayude a desentrañar el misterio de los suicidios. Wang Miao es precisamente el
protagonista de la novela, un joven
curioso al que, a pesar de todos estos inconvenientes, aún le quedan ganas de
sumergirse en un juego de realidad virtual llamado “Tres cuerpos”, que
se desarrolla en un mundo con tres soles y cuya trayectoria parece imposible
predecir. Liu se las arregla para darle a todo este embrollo sentido y de paso
entretenernos. Uno nunca sabe con qué va a sorprendernos el bueno de Liu y esto
hace que el libro se lea en un santiamén. La escritura de Liu es clara y
sencilla y no se demora en lo superfluo aunque de vez en cuando nos asombra con
unos arranques líricos que pueden chocar a un occidental:
”La joven guardia y su bandera se precipitaron al vacío,
la primera casi más despacio que aquel paño rojo, como si se tratara de un pájaro
enamorado del cielo que se niega a abandonarlo”
Cixin Liu no se molesta en describirnos con excesivo
detalle los personajes ni los escenarios, pero gracias a su imaginación logra
que esto carezca de importancia como sucedía en muchas de las novelas de la
ciencia-ficción más clásica. No se trata de una novela de personajes ni
pretende serlo como tampoco quiere deslumbrarnos con su estilo literario. El
problema de los tres cuerpos es una obra de entretenimiento sin más
pretensiones. Por desgracia no logra mantener el mismo interés durante toda la
historia y en su última parte decae ligeramente.
Liu no carece de humor y hay varios momentos muy
divertidos. En particular los capítulos que se suceden en el mundo del juego “Tres
cuerpos”, contados a la manera de una fábula en la que hubiera que resolver
un problema de lógica, me han hecho pasar muy buenos momentos. Es un libro en
el que se habla sobre todo de física y que gustará a los que se interesen por
la ciencia aunque creo que no hacen falta grandes conocimientos para poder
disfrutarlo. Un libro muy ameno con la pega de que se trata del primero de una
trilogía y de que termina de manera abrupta dejándonos con la incógnita de qué
pasará.
En otro orden de
cosas me llama la atención que en la portada del libro no se destaque que haya
ganado el premio Hugo. ¿Y qué ha ocurrido con los controvertidos prólogos de
Miguel Barceló? Ya en Luna de Ian McDonald se prescindió de su habitual
presentación.
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