Conocía a Will McIntosh por su relato Frigonovia
publicado en España en la antología editada por Mariano Villarreal A la
deriva en el mar de las lluvias y otros relatos, ya reseñada en este blog.
Un relato con una idea muy original a la que el autor no logra sacar todo el
partido, aún así con el suficiente interés
como para querer leer algo más de este autor neoyorquino. La oportunidad ha
llegado con esta obra publicada por Gigamesh, una editorial que con el
derrumbe de la Factoría de Ideas parece haber salido de su estado de
semi letargo lanzando en unos pocos meses más libros que en el último lustro.
El título Apocalipsis suave no deja lugar a dudas de que se trata de una
novela apocalíptica, la única diferencia con respecto a otras obras, y que llamó
mi atención, es que en este caso la causa no se debe a un cataclismo, la Tierra
no colisiona contra un asteroide, ni se desata una guerra atómica, ni tampoco
se propaga un virus mortal, la causa es más compleja y actúa mucho más
lentamente, aunque con la misma crueldad. La originalidad de McIntosh consiste
en imaginar un futuro en el que la crisis económica mundial ha terminado por enquistarse sin que los
diferentes gobiernos puedan ponerle remedio. Las consecuencias sobre la población
con menos recursos se van agravando paulatinamente y con los años terminan por
afectar a todos, de ahí el título: Apocalipsis Suave. Una idea que a priori
parece interesante.
La novela me ha gustado y no me ha gustado. Esta
contradicción totalmente incomprensible ha confirmado algo que me venía
inquietando desde hace algún tiempo, que no soy una persona única y monolítica,
que al igual que España es una nación de naciones, yo soy una persona de
personas.
La parte de mí, digamos que la más emocional y menos
reflexiva, ha disfrutado sin ningún pudor con esta breve novela situada en un
desolador futuro próximo. Y es que a mi yo de corazón impresionable le resulta
muy fácil dejarse llevar por la prosa diáfana de McIntosh y sumergirse en las
peripecias de su protagonista, Jasper, sufriendo cada desengaño, cada
padecimiento y cada pérdida con la misma intensidad que el propio protagonista.
Sin embargo, a este yo sensiblero y blandengue aún le queda la suficiente
capacidad de raciocinio como para reconocer que Jasper es inmaduro y pueril. Aún
y todo, se hace querer y está lleno de buenos sentimientos. Además, según la
opinión de este yo, la novela está llena de acción y no aburre en ningún
momento, con un final que, aunque esperado en este tipo de novelas, le resulta
sobrecogedor y le arranca más de un lágrima.
Mi lado más racional está en completo desacuerdo. A éste la premisa inicial del relato de
contar lo que podría suceder en el mundo en caso de continuar la crisis le
parece interesante, pero cree que el autor termina por traicionarla. De esta
manera la historia acaba convirtiéndose en una novela apocalíptica más, con las
habituales bandas de asaltantes, robos en supermercados, virus letales y gente
capaz de hacer lo que sea, por terrible que pueda parecer, con tal de
sobrevivir. Mi lado más cerebral, y por lo tanto más cenizo, es incapaz de
disculpar el cúmulo de casualidades en las que se apoya la trama. Jasper parece
tener el don, no sé si afortunado, de congregar a todas sus ex, y es que
llegando al final de la novela, en uno de los momentos de mayor tensión, todas
terminan a su lado. Sin embargo, este otro y frío yo no es del todo inmune a
las emociones y reconoce que el autor, a pesar de la poca verosimilitud de la
situación, sabe manejarla con solvencia y logra momentos de intenso dramatismo.
Dentro de mí surgen más
voces que no quieren ser menos y que también desean ser escuchadas en este
blog. Voces a favor y en contra. Una, de sesgo ecologista, apoya las
advertencias contra los desastres ambientales, por el contrario a otra voz le
parece inverosímil y simplista todo lo que tiene que ver con el bambú
modificado. Otro yo con aspiraciones literarias se burla
del estilo ingenuo con el que la obra está escrita. Son muchas voces... No
puedo seguir, antes he de poner orden a este lío y detener tanto afán de
protagonismo. Tal vez un virus como los que proliferan en esta novela acabe con esta esquizofrenia y logre un reseñador
más ecuánime. Tendréis que esperar a la próxima reseña para averiguarlo.
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