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miércoles, 17 de octubre de 2018

"El fin de la muerte" de Cixin Liu


"El fin de la muerte" de Cixin Liu            Con El fin de la muerte el escritor chino Cixin Liu pone fin a su voluminosa trilogía del El problema de los tres cuerpos, que tanta popularidad le ha proporcionado. El primer tomo con sus muy razonables 408  páginas era entretenido y sorprendente. El segundo sube hasta las 574 páginas y además de hacerse en algunos momentos francamente largo impresiona mucho menos. El tercer y último tomo alcanza la imponente cifra de 734 páginas, capaces de amedrentar a cualquiera y en particular a los que sabemos apreciar la concisión. He de reconocer que tras experimentar en carne propia el extra de páginas del volumen previo, comencé la lectura de El fin de la muerte con bastante recelo. Teniendo en cuenta que Liu cuenta en este libro nada menos que la historia de la humanidad hasta el fin del universo, más allá de los 16 millones de años, puede decirse que ha estado bastante ajustado. No sé si existe una ley universal que rija la manera en que se incrementan el número de palabras por libro de una trilogía, de la misma manera que la ley de la gravedad fija la fuerza de atracción entre dos masas en función de la distancia que las separa. No se preocupen, si existe, pueden estar seguros de que Cixin Liu dará con ella.

            ¿Recuerdan esa vieja máxima de enseñar deleitando? Creo que se debe a Horacio. Bien, pues a Cixin Liu le debe ser muy querida ya que todo el libro desprende un didactismo, un deseo de explicarnos la ciencia, que en muchas ocasiones va en detrimento del ritmo de la novela. Es algo sorprendente y que no debe desdeñarse en estos tiempos en que lo realmente moderno es ser oscuro y cuanto más mejor. Estoy pensando en escritores “Hard” como Greg Egan o Peter Watts. Sin embargo, Liu es un autor que parece surgir del pasado lejano, más próximo a Asimov y a Clarke, para el que ni la “New Wave” o el “Cyberpunk” existieron nunca; un autor más interesado en la especulación científica que en abrir nuevos caminos en la literatura, algo que lo diferencia claramente de sus colegas “Hard”. Los personajes en esta novela, más que en ninguna otra de la trilogía, se convierten en meros instrumentos de los que se sirve el autor para exponer sus ideas. Clarke y Asimov solían ser menos prolijos. Liu por el contrario, cuando se propone explicar alguna de sus ideas (algunas realmente notables), se excede y en muchas ocasiones se vuelve repetitivo hasta la indigestión. En este sentido recuerdo la batalla que tiene lugar en El bosque oscuro entre la flota terrestre y los trisolarianos. Mientras leía cómo la “gota” mortífera enviada por los trisolarianos atravesaba la séptima nave en formación (descrito con pelos y señales) y sabiendo que quedaban varios cientos más por ser destruidas, mi cabeza estuvo a punto de emular al fatídico proyectil e intentar traspasar el libro. Por consideración a los potenciales lectores de El fin de la muerte no daré ejemplos de la novela que nos ocupa, aunque hay más de uno igual de desesperante.

            La parte que más disfruté del primer libro fue la que tiene que ver con el videojuego. En él mediante divertidos e imaginativos símiles se nos describe la lucha de los trisolarianos por encontrar una solución a la inestabilidad de su complejo sistema solar. En El fin de la muerte Liu vuelve a hacer algo parecido. En este caso, en lugar de un videojuego, se trata de unos cuentos fantásticos, los cuales una vez descifrados pueden ayudar a resolver ciertas cuestiones científicas decisivas para la supervivencia de la humanidad. El escritor chino introduce en los relatos unas analogías muy sugerentes e imaginativas con las que a pesar de todos los defectos que he mencionado antes sobre su escritura logra conquistarme.

            Todavía no he hablado del argumento, pero poco se puede decir sin arruinar los continuos giros de la trama. La historia comienza con un amor platónico. Yun Tianming está enamorado de una antigua compañera de carrera que luego participará en el proyecto de Naciones Unidas de diseñar una nave espacial. Los amores que describe Liu son siempre imposibles, arrebatados y folletinescos, algo que resultará familiar a los que han leído el volumen anterior de la trilogía.  Éste amor jugará un papel importante en el futuro de la humanidad.

Liu se revela en esta novela como un escritor ambicioso que no teme elucubrar acerca del origen del universo y viajar millones de años al futuro. Ha escrito una obra monumental en la que tiene cabida un poco de todo, desde la idea más descabellada hasta la más fascinante. Liu explota sus ideas hasta sus últimas consecuencias y no las suelta hasta extraer todo su jugo. En El fin de la muerte aún consigue sacarle sustancia a la teoría del Bosque Oscuro. Ya saben, esa hipótesis que explicaría por qué con tantas estrellas en el universo y con tantos posibles planetas similares a la Tierra no recibimos señales de vida inteligente. Se trata de una teoría extremadamente pesimista, formulada por alguien con delirio persecutorio a la que tampoco hay que concederle demasiado crédito, pero que da mucho juego narrativo. Liu lo aprovecha al máximo y logra poner un final bastante digno a la serie.

            En definitiva una trilogía que con bastantes menos páginas, menos personajes, menos cielos teñidos de fuego, menos giros y sobre todo menos explicaciones redundantes habría sido una obra mucho más redonda.

lunes, 27 de noviembre de 2017

"El bosque oscuro" de Cixin Liu

El bosque oscuro de Cixin Liu            A decir verdad la primera parte de El Bosque oscuro de Cixin Liu no ha podido ser más decepcionante, aunque el último tercio del libro que inicia la trilogía, El problema de los tres cuerpos, ya parecía augurar este declive. Leí esta novela hace un año y hubo dos elementos que me atrajeron y sorprendieron. Me refiero por un lado al momento histórico tan crucial en el que se desarrolla gran parte del libro (La revolución cultural china), de la que el autor habla sin omitir ninguno de los horrores que sucedieron entonces (sorprende que pudiera ser publicada en su integridad en China), y por otro lado el imaginativo mundo de los tres soles que en ella se describe, un mundo que por sí sólo hace que el libro merezca la pena ser leído. Sin estos dos elementos de la trama, que quedan relegados al final de la novela, El problema de los tres cuerpos pierde toda su fascinación. El bosque oscuro es continuación directa de esta última parte de la novela, con lo que arrastra consigo todos sus defectos y muy pocos de sus atractivos.

            Desde el inicio del libro cuesta concentrarse en los numerosos personajes que Cixin Liu nos presenta sin que sepamos muy bien a dónde quiere llevarnos. Carecen de interés y cuesta recordar quién es quién, sobre todo para un occidental como yo al que todos los nombres le suenan igual. Se nos cuenta sobre un plan para combatir a los Trisolarianos. Como recordarán los que leyeron El problema de los tres cuerpos, a consecuencia de los “sofones” enviados por los Trisolarianos, nada de lo que ocurre en la Tierra a excepción de los pensamientos humanos escapa a su observación. Para empeorar aún más las cosas, estas escurridizas partículas impiden que la ciencia humana pueda avanzar. No me pidan que explique lo que son los “sofones”, porque no hay nadie que lo entienda. Piensen en protones desestructurados como las tortillas de patatas de la cocina de autor, yo así me los imagino aunque de poco me sirve. Bueno, el caso es que para combatir a los Trisolarianos, a Naciones Unidas no se le ocurre nada mejor para evitar que los“sofones” intercepten sus planes que elegir a una serie de personas con el fin de que cada una de ellas idee una estrategia de defensa, la guarde en su mente y no la comparta con nadie. A estos elegidos se les denomina “vallados” y la responsabilidad de salvar la Tierra queda por completo en sus manos. La historia avanza dando bandazos y demorándose en exceso. Tras varios hermosísimos amaneceres y atardeceres y algún que otro cielo azul pero que muy azul, la cosa por fin se pone interesante. Han hecho falta doscientas páginas.

            La novela es muy irregular y hay momentos fantásticos en los que comprendes por qué sigues leyendo ciencia-ficción que se alternan con otros realmente fastidiosos y aburridos. También es cierto que para poder disfrutar de estos momentos cumbre hay que hacer bastantes concesiones a la credulidad, porque en el fondo todo esto de los “vallados” y lo de los “sofones” es de lo más descabellado. En El Bosque oscuro se hacen más acusados los defectos de Cixin Liu a la hora de narrar. Las explicaciones que pone en boca de sus personajes se hacen más prolijas y la trama se vuelve más dispersa hasta el punto de que existen partes y personajes que podrían eliminarse fácilmente sin que el relato se resintiera. Los giros narrativos se multiplican y repiten hasta el punto de que uno acaba sospechando que el plan de tal personaje y de aquel otro no es lo que parece. Aún y todo, gracias a esas perlas que se guarda el bueno de Liu, uno acaba enganchándose a la lectura.

            La novela está escrita de una manera clásica, apoyándose mucho en los diálogos y en la lógica, lo que recuerda mucho a Asimov. Puede que su forma de abordar la literatura resulte hoy en día algo anticuada, pero lo bueno de que no se embarque en experimentos literarios es que se entiende lo que dice. Liu es un escritor que rebosa ideas, así en El Bosque oscuro llega incluso a concebir una explicación muy peculiar a la famosa paradoja de Fermi. En definitiva un libro que sólo recomendaría a los lectores muy asiduos de Ciencia-ficción.

martes, 15 de noviembre de 2016

"El problema de los tres cuerpos" de Cixin Liu

El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu
            Por varios motivos El problema de los tres cuerpos era una de las novelas más esperadas del 2016. Había sido muy elogiada el año pasado en muchos blogs tras ser traducida al inglés. No es frecuente encontrar literatura china en las librerías y menos aún novelas de ciencia-ficción, supongo que esta peculiaridad o rareza ha acrecentado la curiosidad de muchos aficionados que como yo estamos siempre a la caza de algo distinto. Además el año pasado ganó el premio Hugo a la mejor novela, siendo la primera vez que una obra escrita en un idioma diferente al inglés lo obtiene. Antes de seguir comentando la novela de Cixin Liu no puedo resistirme a hablar de los premios Hugo.

            En los últimos años se han producido muchas polémicas en su concesión, pero desde que comenzaron a otorgárselos a Lois McMaster Bujold por cualquier novela de la serie de Miles Vorkosigan que publicara o ya cuando en el 2001 consideraron que una novela de Harry Potter  merecía el premio le perdí por completo el respeto. Después del enorme esfuerzo de muchos autores para que la ciencia ficción dejara de considerarse un género infantil y fuera tratada con respeto resulta que le conceden el premio más importante del gremio a una obra escrita para niños. No tengo nada en contra de las novelas de Harry Potter, y seguro que se merecen muchos premios (Rowling ha ganado incluso el Príncipe de Asturias), pero premios para novelas infantiles o juveniles.

            Lo siento, sé que no viene a cuento y que Cixin Liu no tiene la culpa pero necesitaba desahogarme. El problema de los tres cuerpos es una novela bastante curiosa. La historia se inicia durante la revolución cultural China con el juicio a un profesor de física de la universidad de Tsinghua en Pekín por unos fanáticos alumnos suyos que le acusan de enseñar teorías reaccionarias como el Bing Bang o la relatividad de Einstein. Más adelante Liu nos traslada al presente en el que científicos de diferentes nacionalidades, miembros de la organización Fronteras de la ciencia, han ido suicidándose en muy poco tiempo sin que se conozca la razón. A parte de esto, unos extraños fenómenos ópticos parecen afectar a un investigador de nanomateriales llamado Wang Miao al que el ejército quiere captar para que le ayude a desentrañar el misterio de los suicidios. Wang Miao es precisamente el protagonista de la novela,  un joven curioso al que, a pesar de todos estos inconvenientes, aún le quedan ganas de sumergirse en un juego de realidad virtual llamado “Tres cuerpos”, que se desarrolla en un mundo con tres soles y cuya trayectoria parece imposible predecir. Liu se las arregla para darle a todo este embrollo sentido y de paso entretenernos. Uno nunca sabe con qué va a sorprendernos el bueno de Liu y esto hace que el libro se lea en un santiamén. La escritura de Liu es clara y sencilla y no se demora en lo superfluo aunque de vez en cuando nos asombra con unos arranques líricos que pueden chocar a un occidental:
            ”La joven guardia y su bandera se precipitaron al vacío, la primera casi más despacio que aquel paño rojo, como si se tratara de un pájaro enamorado del cielo que se niega a abandonarlo”

            Cixin Liu no se molesta en describirnos con excesivo detalle los personajes ni los escenarios, pero gracias a su imaginación logra que esto carezca de importancia como sucedía en muchas de las novelas de la ciencia-ficción más clásica. No se trata de una novela de personajes ni pretende serlo como tampoco quiere deslumbrarnos con su estilo literario. El problema de los tres cuerpos es una obra de entretenimiento sin más pretensiones. Por desgracia no logra mantener el mismo interés durante toda la historia y en su última parte decae ligeramente.

            Liu no carece de humor y hay varios momentos muy divertidos. En particular los capítulos que se suceden en el mundo del juego “Tres cuerpos”, contados a la manera de una fábula en la que hubiera que resolver un problema de lógica, me han hecho pasar muy buenos momentos. Es un libro en el que se habla sobre todo de física y que gustará a los que se interesen por la ciencia aunque creo que no hacen falta grandes conocimientos para poder disfrutarlo. Un libro muy ameno con la pega de que se trata del primero de una trilogía y de que termina de manera abrupta dejándonos con la incógnita de qué pasará.

            En otro orden de cosas me llama la atención que en la portada del libro no se destaque que haya ganado el premio Hugo. ¿Y qué ha ocurrido con los controvertidos prólogos de Miguel Barceló? Ya en Luna de Ian McDonald se prescindió de su habitual presentación.