Siempre suele ser un placer leer a Ian McEwan pero tras el Accelerando de Stross lo es mucho más. Leo las pocas páginas que componen El placer del viajero y entiendo lo que dicen. No tengo necesidad de repasar las frases una y otra vez para descifrar lo que se quiere decir. Si lo hago es por disfrute y con el fin de que no se me escape nada. Sin digitalizaciones de langostas, sin tanta parafernalia pseudotecnológica, nos emociona, logra crear un clima de desasosiego, incluso de terror y finalmente logra conmovernos. La novela sobre todo funciona por el clima de amenaza que se cierne sobre la aparente calma en que se desenvuelve la historia. No quiero desvelar la trama, pero al final la sensación que le queda al lector es la de que los protagonistas podían haber hecho mucho más para escapar. Léanla, no les dejará indiferentes.
Magnífico libro de McEwan, más en la línea de sus primeras obras como El jardín de cemento, en lo que tiene de escabroso, morboso y amenazador que en la de sus últimos trabajos.
ResponderEliminarLeí El placer del viajero hace ya bastantes años pero recuerdo perfectamente el desasosiego que me produjo intuir cómo los dos personajes se deslizan hacia la ruina sin poder hacer nada para evitarlo.
Esta desazón impregna toda la lectura.
McEwan en toda su esencia.
No es de ciencia ficción, pero tuve que hacer una cura de desintoxicación después de leer Accelerando.
EliminarExiste un libro de relatos de McEwan titulado "Entre las sábanas" que contiene un cuento que se desarrolla en un futuro post apocalíptico y que podría considerarse de ciencia ficción. Se titula: "Dos fragmentos: marzo 199..."