Andrea Chapela
es una joven escritora que tiene las ideas claras y sabe plasmar en sus relatos
las reflexiones que ella misma se hace sobre la manera en que la ciencia podría
afectar a nuestra manera de pensar o de sentir. Para ella la ciencia ficción no
es por tanto un artificio o un medio con el que propiciar un conflicto dramático.
La escritora mejicana no se queda en la superficie, en sus futuros imaginados
indaga con rigurosidad los efectos que la tecnología puede tener sobre nuestras
vidas ya sea mediante sofisticadas lentes de contacto que permiten percibir la
realidad de otra manera o de implantes que predicen si una relación sentimental
es viable. En ocasiones Chapela extrapola sobre recursos de los que ya
disponemos como son, por ejemplo, las redes sociales llevándolas un paso más
allá. Así sucede por ejemplo en Perfilada en la que la gente cuelga
experiencias complejas, recuerdos en lugar de imágenes en la «nube», o En el
pensamiento donde la exposición de uno mismo es completa, la sociedad de
los selfies y de instagram que conocemos deviene en un mundo en el que es
factible compartir los propios pensamientos. Esta posibilidad de abrir las
mentes, de manipularla, de poder controlarla o incluso de robarla es un tema
muy presente en los relatos del libro.
Los avances
tecnológicos que nos presenta Chapela en sus relatos nos son siempre fiables.
Es algo que la protagonista de Real 90% tras una actualización del
software que le permite alterar su
realidad a gusto experimenta en sus propias carnes. A veces esos fallos
introducen un elemento singular en las vidas de sus usuarios, se trata de pequeños
errores que los sacan de la monotonía y que tienen como consecuencia inesperada
que muchos estén deseando experimentarlos. Sin embargo en la mayoría de las
ocasiones intervenir en algo tan complejo como la mente humana puede traer
efectos no deseados como ocurre en el relato Ahora lo sientes.
Este interés
por cómo las mentes se pueden ver afectadas a consecuencia de los avances tecnológicos es el aspecto que más me ha atraído del libro. En ocasiones
esto da lugar a que apenas haya acción en los relatos, que consistan en un mero
diálogo entre dos personas o de que lo narrado transcurra todo el tiempo en un
mismo escenario. El caso más extremo en este sentido es En proceso en el
que se narra lo que ocurre en la mente
de una persona durante los instantes en que transita de un cuerpo a otro, lo
que le permite a la autora especular sobre si nuestra consciencia tiene
continuidad en el tiempo. Así que, por encontrarles alguna pega, puede decirse
que muchos de los relatos adolecen de falta de dinamismo.
Hay tres
relatos con una temática y un escenario distintos. Uno de ellos es mi favorito
del libro, se titula El último día de
mercado y es un cuento que muy bien podría haber escrito Paolo Bacigalupi
para La bomba número seis y otros relatos. En él se narra cómo la
tecnología, en este caso unos implantes que hacen posible que dos mentes se
comuniquen a distancia, acaba por ensanchar aún más el abismo que separa a las
clases afortunadas de las menos afortunadas. A través de la amistad de dos
chicas pertenecientes a estamentos muy diferentes (una trabaja para la madre de
la otra como sirvienta) y gracias a un relato contenido en lo emotivo y al que
no sobra ninguna línea vemos la manera en que el poder acaba por corromper la
relación. El segundo de estos relatos es El colapso de los estados
superpuestos, que parte de una idea muy de Greg Egan en el que se mezclan
la mecánica cuántica y el desfase relativista con una relación a distancia de
fondo. Es un relato que, aunque original, no me ha concernido de la misma manera,
tal vez porque me lo he creído menos. El último de estos relatos diferentes es Como
quien oye llover en el que se narra el amor que surge entre dos jóvenes en
una Ciudad de México que ha quedado sumergida. En esta ocasión la autora no nos
intenta deslumbrar con artefactos tecnológicos sino con estampas de la ciudad
anegada, lamentablemente las imágenes
carecen del poder sugestivo de las imaginadas, por ejemplo, por Ballard en El
mundo sumergido (1962). En este relato Chapela deja una vez más patente su
amor a la ciudad que la vio nacer.
Habrá quien piense que se da una visión negativa de los avances científicos. No lo creo así y recurro a las palabras de Pohl para refutarlo. El hecho de que los atascos de tráfico sean malos no implica que los coches sean intrínsecamente perniciosos. Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio es un libro muy recomendable, con un punto de vista muy personal sobre cómo la ciencia puede afectar a nuestras vidas y sobre todo a nuestras emociones. Lo hace con sencillez y naturalidad, sin sentimentalismos forzados y con inteligencia.
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