Con el cuento Siete cumpleaños,
de Ken Liu, se abre la segunda entrega de cuentos seleccionados por Mariano
Villarreal titulada Ciudad nómada y otro relatos, que se publicó al
mismo tiempo que El viento soñador y otros relatos. Se trata del clásico
relato de Liu, mezcla de especulación científica y drama sentimental, en el que
el escritor de origen chino parece seguir un patrón preestablecido. Lo cierto
es que la formula le resulta rentable a tenor del entusiasmo que genera entre
muchos de sus lectores. La primera mitad consigue interesarme, pero la
descripción del lejano futuro que realiza en la última parte me resulta fatigosa.
Blue, de Víctor Selles, es un
bienintencionado relato en el que se aborda un tema tan actual como es el de
los refugiados. La imagen final es muy potente, pero por desgracia la realidad
supera a la ficción.
Colapso, de Kameron Hurley,
es un rutinario relato de aventuras protagonizado por un personaje de brazos
musculosos, duro y tenaz, que intenta sobrevivir en un mundo inhóspito. Supongo
que su mérito estriba en que dicho personaje en lugar de un héroe es una heroína.
Como además la protagonista carece de piernas la autora ha de recurrir a una gran
elipsis para que el final sea medianamente verosímil.
One Hit, de Josué Ramos, es
por la originalidad del tema y también por la forma en que es narrado uno de
los relatos que más he disfrutado. Una historia que se sale de lo normal y que
se aleja de la ciencia-ficción más manida.
Movimiento, de Nancy Fulda,
me produce sentimientos encontrados. Por un lado el tema que propone, el de
hasta qué punto podemos inmiscuirnos en la mente de una persona para “sanarla”
me resulta muy interesante; por otro lado no comparto del todo su discurso en
favor de la no intervención y de lo que es normal. En cualquier caso, un relato
con contenido lo cual ya es mucho.
Tableaux Vivants, de Elain
Vilar Madruga, tiene un comienzo inquietante y prometedor, pero luego la historia
pierde garra, algo de lo que la autora parece ser consciente porque hasta su
escritura se resiente y se vuelve insegura. El final un tanto folletinesco
tampoco ayuda.
Nave nodriza, de Caroline M.
Yoachim, es un magnífico y brevísimo cuento sobre una nave inteligente.
Imaginativo, conciso y bien escrito. Muy diferente al otro relato escogido por
Villarreal de esta misma autora para El
viento soñador y otros relatos titulado La verdad del muro de piedra.
Felicidad, de Bandinelli, es
lo más flojo de la antología. Un relato con una trama deslavazada que no parece
conducir a ningún sitio y, entre otros muchos defectos, repleto de símiles a
destiempo.
Con Tras el apocalipsis, de
Maureen F. McHugh, volvemos a encontrarnos con una historia postapocalíptica. A
pesar de lo trillado del tema la autora logra en ese ambiente de decadencia y
barbarie construir una inusual historia entre madre e hija. McHugh consigue
darle la vuelta a La carretera de Cormack McCarthy.
Protocolos de desconexión, de
Andrea Prieto, es un interesante relato, sobrio, muy teatral en las formas,
cuyo final puede resultar algo abrupto pero que plantea cuestiones morales de
relevancia.
Ciudad nómada, rebaño miseria,
de Pablo Loperena, pertenece a ese tipo de relatos de ambientación abigarrada,
poblada de multitud de grupúsculos con nombres altisonantes y personajes de mal
vivir que se dedican a embaucar o hurtar para salir adelante. Normalmente la
trama es lo de menos y lo que se trata es de encandilar al lector con un
escenario lleno de colorido pero también rebosante de mugre. Lo cierto es que
Loperena no pone las cosas fáciles y nos obliga a sumergirnos en su mundo desde
las primeras páginas. Su intrincada creación tiene su merito, pero me deja
sensación de "deja vu".
Mariano Villarreal realiza una gran
labor acercándonos a la ciencia-ficción y a la fantasía que se escribe en la
actualidad tanto en España como fuera de ella. La mayoría de los relatos
escogidos han obtenido un premio o han quedado finalistas, por lo tanto he de
pensar que nos hallamos ante algunas de las mejores narraciones publicadas en
los últimos años. Es verdad que los relatos tienen un buen nivel con relevantes
aportaciones de la escena de la ciencia-ficción actual como Ken Liu, Kameron
Hurley, Tim Pratt o Mike Resnick, sin embargo muy pocos de los relatos pueden
considerarse rompedores o innovadores. Y no estoy pensando en la forma, los
experimentos los carga el diablo, sino en los temas que se abordan.
Evidentemente, los zombis y los vampiros deberían ser ya relegados al olvido y
buscarse argumentos que enlacen con los temores de la sociedad actual. Cierto es también que el mundo acelerado y cambiante en el que vivimos incorpora cada
vez más elementos que hasta ahora hemos considerado pertenecientes a la
ciencia-ficción. Supongo que descubrir ideas que no se queden obsoletas a los
dos segundos no es fácil y mirar hacia el lejano futuro lo es aún menos.
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