¿Una canción de amor romántica? Lo descarto sin dudarlo.
El Shearman que se nos muestra en este libro es todo menos romántico. Es más,
cuando los personajes se atreven a serlo, el autor los expone en todo su
patetismo como si se avergonzara de ello y quisiera borrar cualquier efluvio
romántico que pudiera desprender el texto. El cuento más romántico de todos
quizás sea No trata el amor, más por la declaración que se hace al final
que por lo que se cuenta. «Todas las historias de amor del libro, por tímidas,
cínicas, torpes e imperfectas que fueran, eran para ella y todas se referían a
ella», se dice. El amor es visto más como una carga que como una fuente de
felicidad, una obligación que los personajes se imponen, una tiranía cultural
de la que mayoría de las veces no saben liberarse.
¿Vendría mejor una canción de amor no correspondido? Sí y
no. Sí, porque la mayoría de las historias de amor que se cuentan son fallidas
y de alguna manera tampoco son correspondidas; y no, porque se trata de amores
que muchas veces no pueden considerarse como tales. En ocasiones no son otra
cosa que una ilusión, a veces se trata de amores que una vez sí lo fueron y que
han mudado en algo marchito al borde de la descomposición. Una canción así
acompañaría bien a Punzadas con ese corazón deteriorado físicamente por
sus emociones fuera del cuerpo del protagonista, sin embargo Palabras de
amor, otro de los relatos de desencuentro amoroso, pediría un tono más
burlón y jocoso que no iría con el resto de los relatos. No, una canción de
amor no correspondido no representaría el espíritu del libro.
¿Quizás una canción
de amor apasionado? Lo cierto es que apenas hay pasión en el libro, si acaso en
El bigote de George Clooney pero se trata de un amor trastornado y
pienso que esquizofrénico (ésta es al menos mi interpretación), que no se
ajusta del todo a lo que se entiende por amor apasionado. «Pero no trata el
amor, nada en absoluto. Sus relatos huyen del amor», dicen en el que es el
relato clave del libro, que ya he mencionado antes y al que volveré a referirme
(No trata el amor). Más adelante la misma persona que realiza esta
acusación ha de reconocer la inteligencia con que están escritos pero le achaca
al autor hacerlo sin pasión. Es como si el autor quisiera justificarse.
¿Una canción de amor eterno? Esto desde luego que no, y
el propio autor, otra vez en el relato, No trata el amor, se encarga de
desmentirlo: «¿Qué es el amor, en todo caso, si no una serie de relatos
cortos?» Y nos lo dice el protagonista de esta historia, que no parece ser
otro que el propio Shearman. Lo cierto es que las parejas que protagonizan
estas historias no duran mucho juntas, algunas se separan y vuelven a unirse
como en Estar feliz pero las cosas nunca vuelven a ser como antes y la
relación tampoco parece que se vaya perpetuar en el tiempo.
¿Una canción de desamor? Tampoco, porque para que haya
desamor antes tendría que haber habido amor y nos encontramos con personajes
que la mayoría de las veces confunden sus emociones, que creen o desean estar
enamorados sin estarlo en realidad.
¿Y una canción de terror? El hecho de que Robert Shearman
haya recibido el premio Shirley Jackson por este libro así como la portada de
la excelente edición de La máquina que hace ping con la imagen de un
corazón rezumando sangre dentro de un táper podrían llevarnos a este error, sin
embargo ninguno de los relatos del libro es de terror. Nos encontramos con
elementos propios del género, como animales fantásticos, corazones extirpados e
incluso una especie de fantasma que permiten al autor ofrecernos una visión de
las relaciones de pareja muy alejada de la habitual y que puede llegar a
incomodar.
La canción que escogiera debería estar llena de sorprendentes y chocantes metáforas, con una melodía imprevisible que nunca supiéramos a dónde nos va a llevar; una canción a veces burlesca pero también reflexiva y que al mismo tiempo sirviera de banda sonora en una obra teatral porque hay mucho de teatro del absurdo en estos relatos. Lo curioso es que buscando la canción la reseña se ha escrito por sí sola. Así, sin darme cuenta, he llegado al fondo de este extraño libro, quizás sólo sea eso, una búsqueda, una búsqueda de lo que es el amor. Tenemos el texto ahora solo falta que alguien escriba la música.
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