Tras
la publicación en 2015 de su último libro Solenoide (2015) Mircea Cărtărescu
ha pasado de ser casi un desconocido a ser encumbrado a los altares de la
literatura. Su obra, por tanto, ha sido sobradamente comentada en el ámbito
literario, poco puedo añadir yo a las críticas
escritas por las firmas más relevantes del país. Mi propósito con esta reseña
es más que nada llamar la atención de los lectores de género fantástico e
invitarles a que se acerquen a la obra de este escritor rumano. Tengo la
impresión de que la mayoría de los aficionados a la literatura fantástica no reparan más que en los autores
que son publicados en las colecciones habituales de género o en los libros
recomendados por los blogueros o youtubers a los que siguen. No sé el voto de
confianza con el que cuento entre los aficionados (seguramente poco) y tampoco
es que me respalde un batallón de seguidores pero espero despertar el interés
aunque sólo sea de uno de ellos por este libro titulado Nostalgia que
fue publicado por primera vez en 1989.
Comenta Edmundo Paz Soldán en el prólogo que para Cărtărescu
su libro tiene la consideración de novela. Aunque ve algunos nexos entre las
diferentes historias piensa que cómo mejor funciona Nostalgia es como
libro de relatos. Soy del mismo parecer, pero al contrario que Paz Soldán soy
incapaz de encontrar relación alguna entre un relato como El ruletista,
en el que un hombre se obstina en poner a prueba su suerte, y por ejemplo, la
historia de amor tóxica que se narra en Los gemelos.
El libro consta de cinco relatos, dos de los cuales,
dada su extensión, podrían considerarse novelas cortas. Suele compararse a Cărtărescu
con Kafka y Borges, supongo que, porque al igual que ellos, incorpora elementos
fantásticos u oníricos en sus narraciones. A diferencia de Kafka y Borges no
aprecio en el escritor rumano (en estos relatos al menos) intención alegórica.
No deforma o desorbita la realidad como hacía Kafka ni tampoco parece que su
objetivo principal sea reflexionar sobre cuestiones metafísicas o filosóficas
como le gustaba tanto hacer a Borges. Tengo la impresión de que antes de
ponerse a escribir Cărtărescu deja volar con plena libertad su imaginación. Me
lo imagino en la cama o en un cómodo sillón con vistas a Bucarest en un estado
de semi vigilia soñando despierto con la Bucarest de antes o buceando en el
universo fantástico de su infancia. A veces, sin pretenderlo, su fantasía le
lleva a reflexiones de más trascendencia como ocurre en REM pero pienso
que es algo casual y no premeditado. En
ese sentido El ruletista sería la excepción puesto que se trata de un
relato perfectamente construido, uno de los más redondos del libro.
Dicho esto, ¿por qué creo que un lector de
literatura fantástica debería de leer este libro? Más que nada porque Cărtărescu
hace gala de una imaginación única y muy personal que gracias a su meticulosa prosa rica en detalles
sensoriales se hace tangible desde el primer momento. Su imaginario además
tiene poco que ver con la fantasía que escriben otros autores, lo que pienso
que puede suponer un aliciente más, sobre todo para los que quieran salirse de
lo manido.
Quiero dejar claro que Cărtărescu no siempre es un
escritor fácil y a veces para llegar a esos mundos de ensueño a los que aludía
debemos enfrentarnos a páginas y páginas con prolijas descripciones de la
ciudad de Bucarest como sucede en la primera parte de REM o debemos
armarnos de paciencia y no dejarnos desalentar por los meandros por los que
discurre la narración antes de comprender adonde nos quiere llevar. Porque uno
nunca sabe el derrotero que van seguir las historias de Cărtărescu, que muchas
veces empiezan siendo realistas y acaban en el desvarío más increíble como
sucede en El arquitecto, donde la obsesión de un hombre por el sonido
del claxon de su coche acaba por afectar al universo entero o en REM,
que comienza con las confidencias en el lecho entre una pareja de amantes y
acaba convirtiéndose en un asombroso viaje al mundo de la infancia. Otro relato
que nos introduce en la infancia y rescata esas sensaciones que creíamos
olvidadas es El Mendébil sobre un niño extraordinario que logra que
todos los críos del barrio prefieran escuchar sus historias antes que jugar a
los juegos de siempre. A este muchacho, el Mendébil, lo acaban idolatrando
hasta que lo sorprenden haciendo algo que no le corresponde, hacer de niño.
En cambio, en Los gemelos la infancia y la
fantasía son menos relevantes, quizás sea por eso el relato que menos me ha
gustado de todos. La extraña relación de su protagonista con las mujeres y
luego con una chica que continuamente le desaira se alarga demasiado y se
vuelve a ratos confusa.
La infancia, los sueños, la vida como ficción literaria son los temas por los que transita Cărtărescu en estos cuentos llenos de maravilla. Si tuviera que destacar una sola cualidad de los relatos sería su capacidad para transportarnos a la infancia, con toda su inocencia, con sus juegos a veces perversos, con sus monstruos, con sus prodigios y también con su crueldad; a ese pasado casi olvidado en el que todo resultaba más intenso, en el que el sabor de la vida estaba intacto y aún no se había dejado desgastar por el paso del tiempo.
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