El rebaño ciego de
John Brunner con su visión pesimista del futuro es un clásico en plena forma,
que yo no había leído hasta ahora intimidado por su tamaño. Sin lugar a duda
merecería una reedición en condiciones.
Señor del espacio y el tiempo de Rudy Rucker es lo más divertido que he leído en mucho tiempo. No hace falta decir más.
La policía de la memoria de Yoko Ogawa la recomiendo a todo al que le gusta leer. Se trata
de una novela maravillosa de un lirismo único,
surrealista por momentos y llena de imaginación que esconde una sorpresa tras
otra.
Piranesi de Susanna Clarke es en pocas palabras una delicia. Se trata de uno de esos libros que da pena terminar, de los que uno se despide con la misma tristeza con la que se deja a un buen amigo.
Klara y el sol de Kazuo Ishiguro con la apariencia de un cuento infantil es una novela elegante que ofrece más de los que parece.
Snow Crash de Neal Stephenson sin comerlo ni beberlo y gracias a Zuckerberg está de plena actualidad. De acción frenética y llena de imágenes legendarias es uno de esos libros imprescindibles de la ciencia ficción.
La chica de al lado de Jack Ketchum es una novela durísima no apta para estómagos delicados, exasperante en ocasiones por la impasibilidad del protagonista. Ketchum nos muestra lo peor del ser humano y a pesar de la aversión que provoca lo que narra resulta imposible dejar de leer.
La parábola del sembrador y La parábola de los talentos de Octavia Butler a pesar de los años transcurridos desde su publicación constituyen en su conjunto uno de los retratos más certeros de unos EE.UU en plena decadencia con claros vínculos con el estado actual.
Un verdor terrible de Benjamín Labatut, ¿novela?, ¿ensayo? No lo sé pero lo que está claro es que resulta fascinante.
En cuanto a lo que se publica, desde mi perspectiva de lector que no tiene contacto con el mundo editorial, tengo la impresión de que cada vez se publica más novela fantástica y sobre todo de terror en detrimento de la ciencia ficción. En los últimos años han ido surgiendo muchas editoriales pequeñas dedicadas al género fantástico, se trata de sellos que lanzan tiradas reducidas, que cuidan la edición con esmero y que intentan atraer con vistosas portadas a los lectores. Curiosamente en estos tiempos de crisis y de sueldos bajos muchas apuestan por la pasta dura y se olvidan de las ediciones de bolsillo. En este sentido resulta llamativa la decisión de Gigamesh que ha pasado a duplicar el tamaño de sus libros. Los precios acabaron siendo tan prohibitivos que para reducirlos ha dejado de vender en librerías (salvo en la propia Gigamesh). La determinación no deja de tener sus riesgos y podría ser un augurio de lo que suceda en el futuro en el mundo editorial. A mí, que siempre he sido un enamorado de las librerías, es algo que me entristece.
Las series y las sagas copan el
mercado y las editoriales parecen acordarse de los clásicos sólo cuando son
adaptados previamente al cine o la televisión. Debo reconocer que de lo nuevo
que se publica en las colecciones dedicadas al género hay poco que me llame la
atención. Para terminar quiero hacerlo con un dato positivo como es que las
editoriales parecen haber perdido el miedo a publicar a autores españoles.
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