Blog ciencia-ficción

Nada de fantaciencia, ni de literatura especulativa, ni de ficción científica, ni tampoco de literatura futurista. Sólo ciencia ficción.

Universo de pocos

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viernes, 31 de mayo de 2019

"El uso de las armas” de Iain M. Banks

"El uso de las armas” de Iain M. Banks            El uso de las armas de Iain M. Banks es una peculiar amalgama de dos novelas. Una más intrascendente, llena de acción y algo de humor, que entraría de lleno en la space opera más desbocada, y otra más literaria, más intimista y alejada de la ciencia-ficción convencional. Se trata de una mezcla de elementos demasiado dispares que en principio parecen difíciles de conciliar y que a la postre Banks no logra armonizar.

            El protagonista de ambas partes es Cheradenine Zakalwe, una especie de agente secreto que trabaja para la Cultura, esa civilización altruista de un futuro lejano creada por Banks que se preocupa de que mundos más atrasados prosperen y puedan salir adelante. Como muchos sabrán Banks situó gran parte de sus novelas de ciencia-ficción en este grandioso escenario. Hasta ahora había leído las menos representativas de la serie: El jugador e Inversiones, y debo decir que desde mi punto de vista se trata de obras más maduras y mejor acabadas que ésta que nos ocupa. La trama “space operística” de El uso de las armas peca de anodina, carece de brillo y tarda demasiado en despegar. El propio autor no parece tomársela muy en serio y algunos de los episodios y artilugios parecen sacados de olvidadas series de ciencia-ficción de los años cincuenta. Sólo en alguna ocasión, como la fiesta de disfraces que se organiza en una de las naves espaciales, Banks da muestras de lo que es capaz su imaginación.

            La otra parte de la novela, claramente diferenciada mediante capítulos en cifras romanas,  está formada por breves retazos del pasado del protagonista, destellos de un ayer que se presiente traumático y que Banks intenta de manera paulatina hacernos sentir más que ver. El problema es que los saltos de una escena a otra se producen sin que el lector disponga de medios para saber el tiempo transcurrido entre ellas y de cómo se ha pasado de una a otra. Por ello algunos de los primeros capítulos resultan desconcertantes, a lo que contribuye en gran medida no saber qué objetivo tienen dentro de la narración. Banks echa literariamente hablando toda la carne en el asador, por desgracia sus  pasajes líricos, sus golpes dramáticos y su intensidad pierden gran parte de su gracia debido a una poco inspirada traducción. He leído otros libros de Banks, eso sí traducciones, pero siempre me ha parecido un autor que domina la técnica de la escritura, con una admirable capacidad para sumergirnos en su extraño y fascinante universo personal, y eso es algo que no he percibido en este libro.

            Los dos hilos narrativos divergen en el tiempo según avanzamos en la lectura. La trama, digamos más literaria, va hacia atrás mientras que la otra sigue su curso natural cerrando a su término el círculo. Sólo cuando llegamos a la revelación final comprendemos cuál es el objetivo de esta enrevesada estructura. Se trata de una interesante y excitante pirueta final que no logra hacernos olvidar las desalentadoras páginas que hemos padecido hasta entonces.

            Espero que esta reseña no espante a futuros lectores de Banks. La fábrica de avispas, Pasos sobre el cristal y El puente además de las novelas mencionadas al comienzo de esta reseña merecen ser leídas con prontitud si aún no lo han sido, por su originalidad, por salirse de lo convencional y por la enorme imaginación que despliegan. Mucho me temo que no serán fáciles de encontrar en las librerías. Es una lástima que en este mercado de premiadísimas y fulgurantes estrellas sólo tengan cabida las novedades y autores clásicos como Banks, Priest, el recién fallecido Wolfe, Le Guin, Farmer y muchos otros queden relegados al olvido. ¡Cuánta falta nos hace otra Minotauro!

miércoles, 8 de mayo de 2019

"Los reinos de Otrora” de Manuel Moyano

"Los reinos de Otrora” de Manuel Moyano            De vez en cuando se agradece tener la oportunidad de sumergirse en este tipo de lecturas, cuentos de toda la vida, relatos sencillos sin más aspiración que la de entretener y la de estimular nuestra imaginación. Y más aún si están tan bien editados e incluyen magníficas ilustraciones como sucede con Los reinos de Otrora de Manuel Moyano. El libro ha sido publicado por  Pez de Plata y el ilustrador es Jesús Montoia. El conjunto recuerda a esos libros de antes de que llegara la televisión.

            Disfruté mucho con  El imperio Yegorov, un libro muy original, muy moderno en la forma y bien escrito, que reseñé hace algún tiempo en este blog. Con Los reinos de Otrora el autor vuelve a demostrar sus buenas dotes como fabulador, aunque en esta ocasión no pretende impresionarnos mediante una estructura narrativa innovadora sino que recupera el arte tradicional de contar. Para ello Moyano se disfraza de trovador y emplea un castellano revestido de arcaísmos para contarnos las aventuras que viven un muchacho huérfano y su tío Nicodemo. Juntos recorren países con nombres fabulosos como Iramiel, Beirán, Isapán... y conocen reyes, granujas y malvados de todo tipo. El libro se compone de siete relatos en los que Moyano demuestra su gran imaginación sin traicionar la naturaleza de unos relatos que muy bien podían habernos contado nuestros abuelos: reyes que no logran engendrar un heredero, un pueblo de enanos irascibles, profecías que marcan el destino de reinos, un caballero antecedente del quijote, tesoros que no son lo que parecen.., en fin un entrañable despliegue de fantasía y de diversión.

            Poco más puede decirse de este libro que se lee como un suspiro y cuyo único defecto es el de ser demasiado breve. Nada mejor que leerse estos cuentos para volver a maravillarse como cuando éramos niños.

viernes, 12 de abril de 2019

"Los desposeídos” de Ursula K. Le Guin

"Los desposeídos” de Ursula K. Le Guin
            Esta reseña ha estado a punto de convertirse en una catástrofe monumental. Una hecatombe que estaría marcada por dos circunstancias. En primer lugar estaría el hecho de que se trata de un clásico aclamado por todos, incluso fuera del ámbito de la ciencia-ficción, que mereció además los premios más importantes del género: en 1975 el Hugo y en 1975 el Nebula y el Locus (Rosa Montero en el prólogo del libro equipara la novela nada menos que con Guerra y paz y La montaña mágica). En segundo lugar hemos de tener en cuenta que vivimos una nueva  revolución feminista y que desdeñar esta obra, y con ella  a uno de los máximos valores de la ciencia-ficción como es Ursula K. Le Guin, podría parecer a muchos un delirio machista. Por suerte la catástrofe se ha evitado aunque hayan hecho falta casi doscientas páginas para lograrlo.

            La primera mitad del libro es rocosa y árida como Anarres, la luna en que se desarrolla gran parte de la acción de la novela. Incluso la manera de narrar de Le Guin, (quizás sea a propósito) es algo apagada, está llena de descripciones abstractas muy poco gráficas, carentes de viveza. Para colmo de males su personaje principal, Shevek, es un hombre triste donde los haya en una sociedad que tampoco es el mejor ejemplo del júbilo. Imagínense un hombre para el que la hermandad y el amor entre seres humanos sólo son posibles gracias al sufrimiento. Si esto ya no fuera suficiente, algunos de los diálogos que mantienen sus personajes sobre filosofía, moral y ciencia suenan artificiales y en exceso premeditados. Dicho así, de corrido, podría parecer que la novela a estas alturas ya no tiene remedio, sin embargo Le Guin, logra darle la vuelta.

            Para explicar cómo se obra este milagro debemos echar un vistazo a su argumento. En el planeta Urras las ideas anarquistas de Odo, una influyente pensadora, desembocaron en la creación de una nueva nación en su luna Anarres. Mientras que Urras es un mundo próspero y fértil, Anarres es poco más que un desierto y su única riqueza son los minerales. Mediante esta solución salomónica Urras se desembaraza de los incómodos disidentes y los revolucionarios logran su sueño de poner en práctica las ideas de Odo. Fundan una sociedad sin gobierno en la que todos son iguales y en la que no existe la propiedad privada e incluso crean una nueva lengua, el právico, que permite soslayar el uso de los posesivos: una sociedad sin posesiones no los necesita. La acción de la novela se sitúa casi trescientos años después de la creación de Anarres, cuando un físico llamado Shevek, autor de una innovadora teoría sobre el tiempo, se convierte en el primer Anarresti en volver a Urras. La novela intercala capítulos en los que se narra esta visita con otros de su infancia y juventud hasta llegar a las circunstancias que hacen posible su salida de Anarres; gracias a esta alternancia la autora logra un efecto de contraste entre los dos estados. Le Guin se fija en lo que tiene más cerca, los EE.UU, para construir el mundo capitalista de Urras. Se trata de un mundo aquejado de importantes desigualdades sociales, con un consumismo feroz pero sin un Donald Trump. Llama especialmente la atención el papel nulo que se da a la mujer en esa sociedad, que no se corresponde del todo con la realidad de los 70, época en que fue escrita la novela. En la utopía anarquista de Anarres sucede todo lo contrario, y las mujeres gozan de las mismas oportunidades que los hombres.

            No es hasta que Le Guin introduce dos personajes femeninos en cada uno de los hilos narrativos cuando se desencadena el conflicto y la novela remonta. A partir de entonces la historia parece centrarse más en lo particular que en lo general y los sentimientos de los protagonistas cobran mayor relevancia. Shevek, el protagonista, al fin reacciona y despierta del letargo místico en que estaba sumido, la trama se oxigena con nuevos personajes y echa a volar.

            El gran mérito de la autora es haber sabido construir con minuciosidad una sociedad anarquista creíble, con sus aciertos y sus desaciertos, una sociedad que ha trascendido en la memoria de muchos de sus lectores hasta nuestros días. La sociedad de Anarres había nacido con la idea de derribar los muros que había erigido el capitalismo, sin embargo, acaba por levantar de una manera más sutil los suyos propios. Por otro lado las miserias humanas son a prueba de sistemas políticos y las envidias y las zancadillas persisten en Urras. Una novela muy ambiciosa, arriesgada y difícil en cuanto que pretende crear una utopía positiva frente a las distopías clásicas como Un mundo feliz o 1984, y por reflexionar sobre temas muy poco habituales en la ciencia-ficción moderna. Aunque no es una novela redonda, todo el que se dice amante de la ciencia-ficción debería de leerla.

martes, 2 de abril de 2019

"Invasiones” de Ismael Martínez Biurrun

"Invasiones” de Ismael Martínez Biurrun
            Bajo este equívoco título, Invasiones, Ismael Martínez Biurrun nos presenta tres novelas cortas de terror. Se trata de un formato poco convencional que yo encuentro muy atractivo porque soy de los que piensa que el terror, en general, se ajusta mejor a los relatos no demasiado extensos. Las tres historias que lo integran tienen en común la irrupción de un hecho extraordinario, una “invasión”, que convierte la vida de sus protagonistas en una pesadilla inolvidable.

            La primera, Coronación, pertenece a ese tipo de relatos en los que una serie de personas se ven obligadas por las circunstancias a permanecer encerradas en un mismo lugar. En este caso la causa de la reclusión es una extraña plaga de langostas que asola Madrid. Los miedos que provocan los insectos, la impotencia y el aislamiento hacen que los recelos y los resentimientos que habían permanecido hasta entonces bajo tierra emerjan a la superficie igual que hormigas antes de una tormenta. El conflicto entre las dos parejas que se reúnen para cenar surge por los motivos de siempre: adulterio, decepción, ambición, etc. No destaca aquí Biurrun por su originalidad, pero es que las debilidades del ser humano no han cambiado demasiado desde el inicio de los tiempos.
            A través de fugaces imágenes premonitorias, vislumbres del horror venidero, como esa langosta que encuentra uno de los protagonistas en el ramo de flores que piensan ofrecer a sus anfitriones, Biurrun conduce con determinación la trama hasta un escenario de puro terror.

            La acción de El color de la tierra se sitúa en una urbanización turística venida a menos  durante la temporada baja. Para ser concretos en una isla que yo casualmente conozco desde la infancia y cerca de una playa que tuve la suerte de disfrutar antes de que fuera explotada para el turismo. Quizás por eso me cueste ver el paisaje con la perspectiva lúgubre e inhóspita del narrador, que por otro lado es la mirada desencantada de Dimas, su protagonista. Se trata del encargado del mantenimiento de la urbanización con un pasado a cuestas que parece mortificarle tanto o más que su maltrecha espalda. Los acontecimientos se desencadenan debido a unos persistentes movimientos sísmicos que desgarran la tierra en profundas grietas de las que emana una sustancia ominosa. Al mismo tiempo que se abren las heridas en la tierra lo hacen también las de Dimas. De todos los relatos que componen el libro es en el que la trama emocional cobra mayor protagonismo, hasta el punto de que lo fantástico es sólo la chispa que pone en marcha la maquinaria narrativa. En esta ocasión Biurrun opta por un ritmo más pausado, el ambiente se va tornando cada vez más opresivo y alucinatorio hasta llegar a un inquietante y emotivo final.

            Con Nebulosa se cierra el libro, un relato que, según mi opinión, es el menos satisfactorio de los tres. Comienza con el estallido de un meteorito sobre un grupo de personas que se han reunido en el campo para verlo. Por desgracia el impacto se produce demasiado cerca y provoca varios muertos. Los supervivientes quedan profundamente afectados por el suceso, en particular, Asís, que desde entonces cree estar poseído por una especie de hongo extraterrestre. La narración, sin el apoyo de unos personajes de más peso y sin un conflicto emocional claro no alcanza, aunque se recurra al terror más gore, a provocar la desazón que transmitían las dos anteriores. La sorpresa final, una broma perversa, no es suficiente.

            Sólo me queda añadir mi impresión final sobre el conjunto del libro. En Invasiones el contenido fantástico actúa como caja de resonancia del estado anímico de sus personajes. Esto es así al menos en los dos primeros relatos. Por ejemplo, en Coronación ese rebullir enloquecido de langostas debe aproximarse mucho a la agitación mental que viven las dos parejas en su obligado encierro. En El color de la tierra cada una de las grietas que se abren en la tierra parecen sugerirnos las heridas que afligen a su torturado protagonista. La prosa de Biurrun con los años se ha liberado de la necesidad de sorprender en cada frase y resulta ahora más desenvuelta y diáfana. En fin, un autor con una obra muy personal, una voz singular en el panorama literario nacional que conviene tener en cuenta.

martes, 19 de marzo de 2019

"Doctor Rat” de William Kotzwinkle

"Doctor Rat” de William Kotzwinkle            Acabemos cuanto antes. Intentaré que sea breve, podría alargarlo un poco más si hablara de su autor, William Kotzwinkle, del que Navona Ediciones ha publicado recientemente Fata Morgana, un título que David Pringle incluye en su libro Literatura fantástica: Las 100 Mejores novelas. Sí, podría, y de paso mencionar su novela más conocida  El nadador en el mar secreto, su libro más personal, que escribió después de que su primer hijo naciera muerto, pero no voy a entretenerme.

            La sinopsis del libro la ventilo en un santiamén. Una odiosa rata de laboratorio, Doctor Rat, intenta atajar la sublevación que se ha producido en el laboratorio y con la que el resto de los animales pretende detener los crueles experimentos de los que son víctimas. Por otro lado, animales de todo el mundo son atraídos por una llamada esotérica que les impulsa a reunirse para alcanzar una especie de supra conciencia animal que permita la paz entre todas las especies, incluida la humana. Porque la naturaleza es buena y los inocentes animales son los que mejor la encarnan y todos debemos unirnos para bla, bla, bla... Esto es todo, y a veces es hasta bonito pero no hay más. Además esto es así durante las trescientas y pico páginas que tiene el libro.

            Bueno, ya queda menos. Agrego unas impresiones personales, remato con la conclusión final y santas pascuas.

            Supongo que a estas alturas está claro que el libro no me ha gustado, no obstante, he de reconocer que algunos de los capítulos, en particular los protagonizados por los animales, son  pequeñas piezas de gran belleza y lirismo. Incluso algunas partes con el doctor Rat despotricando contra los insurgentes que no comprenden el valor científico que pueda tener que les extirpen los órganos sexuales, que les trasplanten una oreja en la frente o que les quemen los sesos tiene su gracia. La voz ruin y sádica del Doctor Rat contando los descabellados experimentos que se realizan con animales es lo mejor y al principio hasta me río. Pero un buen chiste contado mil veces pierde toda su gracia.

            Tal vez mi error haya sido esperar un libro diferente, algo así como una especie de Rebelión en la granja más virulenta y mordaz, que tratara de lo humano en lugar de ser un alegato en contra de los experimentos con animales. La defensa de los animales me parece una causa muy noble pero la novela se repite, machacona, una y otra vez, sin aportar nada nuevo hasta terminar haciéndose muy cuesta arriba. En fin, un libro que estaba deseando terminar cuanto antes, como me está sucediendo ahora con esta maldita reseña.

domingo, 3 de marzo de 2019

"Los tiempos del odio” de Rosa Montero

"Los tiempos del odio” de Rosa Montero            Comienzo esta reseña con una nueva definición de ciencia-ficción que va a ser difícil que nadie me discuta. Ahí va. Ciencia-ficción es todo lo que los aficionados a dicho género consideran que es ciencia-ficción. ¿A cuento de qué viene este Perogrullo digno de Mariano Rajoy? Pues viene a que me he dado cuenta de que en blogs, twitter, etc. relacionados con la ciencia-ficción muchas novelas que no pertenecen a lo que se considera el fandom son ignoradas. Suelen estar publicadas por colecciones no especializadas y estar escritas por autores ajenos al mundo. Puede que exagere, pero a veces hasta tengo la sensación de que son rechazadas y de que sus autores son considerados unos intrusos que no saben lo que es la verdadera ciencia-ficción. Lo curioso es que cuando se trata de clásicos indiscutibles como 1984, Frankenstein o el Cuento de la criada ya nadie duda en destacarlos entre sus novelas favoritas de ciencia-ficción. Parece como si el hecho de pertenecer a una minoría les hiciera más exclusivos. A muchos hasta les gusta que les llamen frikis. Yo nunca me he sentido un friki por leer ciencia-ficción. Es una afición que debo a mi padre y no me considero un raro por ello. Bueno, a lo mejor es que soy más raro de lo que pienso y soy un friki entre los frikis.

            Esta inopinada reflexión surge de mi sorpresa por los pocos comentarios que ha provocado Los tiempos de odio de Rosa Montero en el entorno del género. Sobre todo tratándose de una novela de una autora conocida, con varios premios en su haber y reconocida periodista. El libro, con una trama policiaca, pertenece claramente a la ciencia-ficción.

            Rosa Montero no trata de abrir nuevos caminos en el género, ni sorprendernos con avances científicos inéditos. Como ya hiciera en la novela anterior situada en el mismo mundo, El peso del corazón, se limita a manejar con destreza ingredientes muy conocidos ya empleados en películas y novelas del género. La protagonista, Bruna Husky, se inspira en los Nexus de la película Blade Runner, una criatura artificial con fecha de caducidad a la que apenas le quedan tres años de vida, lo que permite a la autora lamentarse de la fugacidad de la vida.

            La trama en sí no es especialmente original. Lizcano, ejem..., Lizard, el amor de Bruna Husky, ha sido secuestrado por un peligroso grupo terrorista junto con otros rehenes. Los terroristas  amenazan con matar a un rehén por día si no se cumplen sus exigencias, que por otro lado son muy justas. Esto obliga a Rosa Husky, ejem..., Bruna Husky a emprender una carrera contrarreloj para salvarlo. Las pesquisas llevan a Bruna por antros de perdición, a tratar con contrabandistas, a adentrarse ilegalmente en un mundo artificial digno de George Orwell y a descubrir al obligado y  todopoderoso grupo secreto, cuyo origen se remonta a la antigüedad (en este caso a  la época del Greco). La mayoría de estos elementos, como ya he dicho, son habituales en los thrillers y en las películas de acción por lo que no puede decirse que constituyan un prodigio de imaginación; pero Montero los maneja con soltura y habilidad para que no chirríen en exceso y aporten dinamismo al relato. Si algo no le falta a la novela es acción. La autora no da tregua al lector.

            El sombrío futuro que describe Rosa Montero tiene mucho que ver con los tiempos convulsos que vivimos en la actualidad, con gobiernos que parecen estar atados de pies y manos por las grandes corporaciones, las cuales campan a sus anchas beneficiándose de recursos tan básicos como el aire que se respira. Los abusos contra los que menos tienen propician la aparición de líderes populistas, grupos terroristas y salvadores del mundo. Lo curioso, es que tanto unos como otros luchan por reivindicaciones muy justas, aunque con métodos más que cuestionables. Este trasfondo social no convierte a la novela en una obra política, Montero se decanta más por lo humano y nos habla sobre todo de la necesidad de amar y del miedo a morir.

            Una novela entretenida, escrita sin demasiadas complicaciones, cuya lectura la autora  intenta hacer lo más asequible posible, supongo que pensando en un público poco acostumbrado al género. Y es que cualquier cosa que al lector le pueda despistar sobre ese futuro es aclarado sin titubear. Es tanta la diafanidad y nitidez que veces creo estar leyendo una novela dedicada a un público juvenil. En lo que Rosa Montero destaca sin lugar a dudas es en su facilidad para narrar, lo hace con sencillez pero con nervio y brilla sobre todo a la hora de plasmar las emociones humanas.  Estamos ante un libro que se lee con agrado, con una divertida revelación sobre el origen de su protagonista, Bruna Husky, como colofón, un libro que hará las delicias de los seguidores de Rosa Montero.

viernes, 15 de febrero de 2019

"Herederos del tiempo” de Adrian Tchaikovsky

"Herederos del tiempo” de Adrian Tchaikovsky            Herederos del tiempo es la primera incursión en la ciencia-ficción del escritor inglés Adrian Tchaikovsky y es también la primera novela suya en ser publicada en España. Su irrupción en el género fue todo un éxito puesto que su obra fue premiada con el premio Arthur C. Clarke en 2016. El acierto de la novela estriba sobre todo en haber sabido contar la historia de una civilización extraterrestre, creíble, coherente y muy diferente a la nuestra pero que al mismo tiempo no resulta del todo insondable. El truco de Tchaikovsky se debe a que las criaturas alienígenas que nos presenta no lo son del todo, sino que son el resultado de la evolución acelerada de una especie terrestre.
            La humanidad ha alcanzado en el futuro grandes avances tecnológicos, sin embargo, en otros aspectos aún no ha progresado lo suficiente y sigue sin saber resolver sus desavenencias de una manera pacífica conduciéndola al borde de la guerra. Una guerra que probablemente sería catastrófica para la Tierra y condenaría a la raza humana al exterminio. La doctora Kern para garantizar su supervivencia ha concebido un controvertido proyecto que consiste en terraformar varios planetas en los que una vez que resulten habitables pretende desembarcar familias de simios. No se trata de monos normales, Kern les ha inoculado un virus que acelerará su evolución hasta la inteligencia. Su misión será preparar el camino a los futuros colonos humanos que más adelante se asienten en el planeta. Como es de imaginar las cosas no sucederán como estaba previsto.
            La novela está formada por dos tramas que se entrecruzan. En una de ellas se nos narra el progreso de los extraterrestres desde que comienzan a utilizar la primera herramienta hasta culminar en una sociedad avanzada y cooperativa. La otra trama está protagonizada por los únicos seres humanos que quedan y que a bordo de la Gilgamesh buscan un planeta en el que poder establecerse. Es cierto que la trama con los extraterrestres es la más original y fascinante de las dos, pero también es cierto que cuando confluyen la novela alcanza los momentos más excitantes y emocionantes.
            Algo que me ha sorprendido ha sido el narrador escogido por Tchaikovsky para contar  la trama alienígena. Un narrador en tercera persona que es claramente humano y que cuenta y explica todo para hacerlo comprensible a un lector que también lo es. Tanto es así, que hasta los nombres que se asignan a los personajes principales proceden de la cultura humana. Al principio esto me impidió sumergirme del todo en la historia, pero la imaginación de Tchaikovsky para recrear esta curiosa civilización, las soluciones tecnológicas que inventa, la descripción de cómo evoluciona esta sociedad al final consiguieron que me olvidara de este obstáculo y que me quedara enganchado.
            Menos sólido se muestra el autor en el tratamiento y elección de los personajes humanos, que por lo general están poco desarrollados y carecen de carisma. También parece evidente que la trama que se desarrolla en la nave espacial se ha estirado para dar tiempo a evolucionar a las criaturas de la otra historia que transcurre en paralelo. Personalmente el uso que hace de la cursiva para diferenciar los pensamientos de los personajes del texto narrativo me parece una solución muy poco elegante. A esto hay que añadir los errores de edición, de los que Tchaikovsky no tiene culpa, que se suceden con más frecuencia de la deseada, sobre todo teniendo en cuenta que el libro no es precisamente económico.
            Pero todo esto carece de importancia frente al derroche de ingenio y creatividad de la que hace gala su autor. Tchaikovsky ha creado un escenario propicio para la aventura, con inteligencias artificiales esquizofrénicas, con una civilización de criaturas de aspecto repugnante llena de imaginación e instantes de tensión insuperables. Una telaraña tejida con imaginación que te acaba atrapando.